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Izquierda desUnida

La quinta esencia de la izquierda roja, verde, feminista, federalista y republicana según su propia definición, nos ha proporcionado este fin de semana un ejemplo insuperable de insolidaridad e insostenibilidad: de la primera porque cada uno va a lo suyo y contra lo del otro y de la segunda porque esta formación política se ha convertido en una criatura imposible. El lema de este congreso debiera haber sido: «entre todos la mataron y ella sola se murió».

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IU es un retoño no reconocido del Eurocomunismo, a su vez imposible versión democrática del comunismo soviético. Una macedonia ideológica que ha llegado a incluir desde el Partido Humanista pasando por la Federación Progresista, hasta el PCE, el PCPE, o Izquierda Republicana. Sólo la coherencia de alguno de sus líderes y un mensaje simple y disciplinado han permitido la supervivencia política de este totum revolutum.

Ideológicamente lo de IU es de un patetismo que inspira ternura. Fuera de combate su esencia comunista, aun cuando todavía acoge a algún nostálgico de la lucha de clases, optó por taparse la nariz e ir en busca de nuevas ideas mas allá del telón, que es donde de ordinario se han fabricado durante los últimos doscientos años las que en política han tenido éxito. Y ya puestos que mejor que ir a casa del gran enemigo a por alguna buena de verdad.

Paradigma de esto es su fanatismo verde tan extraño a la cultura política comunista. El ecologismo sólo podía nacer en el seno de una sociedad desarrollada y democrática, en la que los medios de producción contaminantes no fueran propiedad del Estado, es decir en un sistema político en las antípodas del soviético. A mediados de los setenta cuando algunos jóvenes brillantes y de izquierdas, regresaban de los USA tras haber pasado una temporada de estudios y contaban aquí lo que allí comenzaba a significar el movimiento ecologista, recibían una contundente descalificación de la mano de Vázquez Montalban, uno de los grandes popes del comunismo patrio, que rechazaba tales preocupaciones argumentando que se trataba de un «embeleco capitalista para desviar la atención de la verdadera cuestión que era -obviamente- la lucha de clases».

La cosa empezó a ir mal cuando las federaciones territoriales más fuertes rompieron la disciplina haciendo saltar por los aires la uniformidad de su mensaje. A su manera y con sus limitaciones IU contribuía a vertebrar España por cuanto transmitía un mensaje univoco en todo su territorio, cuando esto cambió y acreditados centralistas hubieron de reconvertirse en entusiastas federalistas la coalición comenzó a irse a pique.

Prescrita la gloria efímera que le proporcionó su «OTAN NO» y sus corolarios pacifistas y antiimperialistas y amortizado su potente movimiento objetor a consecuencia de la desaparición de la mili, durante las dos últimas legislaturas la estrategia política de IU ha consistido en, ironías de la vida, apuntarse a un bombardeo: ya se trate de bombas verdes (Prestige), rosas (matrimonio homosexual) o de ceniza (memoria histórica), temas que ha convertido en su estandarte con un oportunismo tan poco disimulado, que elección tras elección el electorado no ha picado el anzuelo por falta de calidad de la carná.

En la última legislatura, IU se ha limitado a decir no a todo lo que oliera a PP, bastaba escuchar las declaraciones de Rajoy, para predecir sin mucho margen de error cuales serían las de Llamazares. Si le añadimos que durante estos cuatro años ha procurado ser más del PSOE que los propios socialistas, los electores que tienen sentido común han emitido su veredicto: para qué votar a la copia si se puede elegir el original.

Pero no sería justo concluir sin matizar que IU es un partido político al que el sistema electoral vigente no le perdona ni un error, pues la Ley D´Hont es particularmente severa con los partidos minoritarios de ámbito estatal. Por esta razón su mensaje político debiera haber sido, como al principio, simple y coherente, esto en política tiene premio, lo contrario unido a la guerra civil que se vive en su seno, la han llevado a donde está. Lo dicho; «entre todos la mataron y ella sola se murió».