editorial

Previsiones superadas

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La asunción por parte del Gobierno de que la economía española entrará en recesión en la segunda mitad del año y de que tendrá que revisar a la baja sus previsiones de crecimiento para 2009 constata la imposibilidad de poder apoyarse en unos pronósticos muy inciertos que se ven superados casi a diario por la realidad de las dificultades. Pero también pone de manifiesto el voluntarismo con que el Ejecutivo elaboró el cuadro macroeconómico que guía los Presupuestos del Estado para el próximo año, el cual ha quedado superado por la negativa evolución de la crisis antes tan siquiera de que el proyecto haya sido aprobado por las Cortes. La admisión ayer por el equipo del vicepresidente Solbes de que el PIB español crecerá por debajo del 1% previsto en las Cuentas Públicas acredita que ese porcentaje era ya difícil de poder alcanzar en un escenario que avanzaba ya en el tercer trimestre hacia la recesión. Ese desfase se ha hecho también patente en las cifras de paro que manejaba el Ejecutivo –un 12,5%-, sólo tres décimas por encima de la cota de desempleados que ya ha alcanzado nuestro país tras el alarmante registrado en octubre, y que obliga a contemplar con prevención el límite de déficit público estimado para 2009. Un déficit que parte del 1,5% del PIB, pero que es presumible que también tenga que modificarse ante los nuevos recursos comprometidos por el Ejecutivo para paliar las consecuencias de la crisis. En este contexto tan complicado, la disminución del IPC hasta el 3,6% puede ejercer un alivio limitado. Es cierto que la pronunciada caída de los precios del crudo y de los alimentos mitiga la pérdida de poder adquisitivo de las familias y de su capacidad de consumo, y que constituye un dato especialmente positivo la reducción en más de la mitad del diferencial de inflación con la UE dado que contribuye a remover uno de los principales obstáculos para la competitividad de las empresas españolas. Pero la vinculación del descenso de los precios, singularmente los del petróleo, a la fuerte contracción que está sufriendo la actividad económica a escala mundial representa una paradójica y desalentadora evidencia de que hasta los escasos datos positivos que ofrece la coyuntura actual están relacionados de una forma u otra con las acusadas dificultades provocadas por la crisis. Unas complicaciones que son ya tan profundas que cuestionan la eficacia real que pueda tener un instrumento como los Presupuestos del Estado para poder salvar los escollos planteados, cuando el Gobierno concibió su proyecto sobre unas previsiones desbordadas por los hechos. Por ello, el Ejecutivo debería aprovechar el margen de tramitación parlamentaria que aún resta hasta el refrendo definitivo de las Cuentas, que ayer superaron su primer paso por el Congreso, para intentar labrar un acuerdo político más amplio que pueda favorecer una reorientación más consensuada y realista del proyecto.