Cultura

Sopa de letras digital

Los escritores gaditanos se suman a la fiebre del blog con propuestas de todo tipo, desde revistas culturales hasta los terroríficos delirios de un zombie

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«Los blogs son como los culos: todo el mundo tiene uno», dice Nacho Vigalondo en su bitácora, distorsionando impúdicamente la sentencia de Clint Eastwood. Al margen de la gracieta, la cita resume bastante bien la fiebre por el formato digital con más adeptos del universo cibernético. Según Microsoft, el 74% de los internautas frecuenta alguno asiduamente. La nueva im-prenta ha convertido en emisor y difusor de información a cualquiera con ciertas inquietudes culturales, políticas o sociales. También ha sembrado la red de basura pseudoexhibicionista, pornografía emocional, francotiradores anónimos y terroristas del rumor. Pero ése es otro cantar.

La verdadera revolución blogera consiste en que, para ser leído, un periodista ya no necesita un periódico, ni un escritor una editorial. Otra cosa es que les interese. Antes, los plumillas noveles tenían que vender sus borradores a los medios, pasar por el aro de los premios o mendigar una oportunidad a cualquier agente editorial con ganas -tal y como está el patio- de apostar por nuevos valores. Ahora, con una estrategia bien marcada, un escritor desconocido puede llamar la atención del público gracias a su bitácora, y uno consagrado puede utilizar el mismo canal para mantener el contacto con sus lectores, promocionar sus libros y divulgar sus ideas. Sin servilismos, peajes ni intermediarios.

La literatura, siempre permeable a las novedades de formato, ha recibido la ciberpublicación (tras los recelos protocolarios) con vítores y aplausos, sobre todo entre los más jóvenes del gremio. Cádiz no es una ex-cepción, y los escritores de aquí han participado activamente en la contagiosa expansión del boom, en cualquiera de sus múltiples variantes.

Edición de autor

Algunos reproducen la fórmula de la autoedición, aunque con matices estilísticos. La narrativa suele ser más sintética y el tono más coloquial. El poema en prosa, entre la columna de opinión y el microensayo, gana adeptos. Vuelve el dietario, la filosofía del apunte, el relato gráfico y hasta el folletín. La poesía, curiosamente, no es (al menos aquí) un género minoritario. Empecemos por el verso, para variar.

Miguel Angel García Argüez (La Línea, 1969) «de profesión agitador», y por lo demás autor de los libros de poemas Las tijeras y el yogur, Ecce Woman, o La Venus del Gran Poder, entre otros, toma el título de una de sus obras más emblemáticas para nombrar su blog cambiodeagujas.blogspot.com, en donde alterna sus creaciones con la de otros compañeros de trinchera, vídeos, música y algunas piezas de arte. Muy cerca, en cuanto al espíritu contestatario de sus propuestas, están el de David Franco (Cádiz, 1976) diabolico.blogspot.com; e Iván Mariscal (elcazadordemariposas.blogspot.com).

En el ámbito del batiburrillo literario (notas, ideas, alguna reflexión original, citas y hallazgos), campan los Rayos y truenos de Enrique García Máiquez (egmaiquez.blogspot.com) y las asonancias de María Jesús Ruiz (asonante.blogspot.com).

Más intenso, ambicioso y heterogéneo es la Columna de humo (columnadehumo.blogspot.com) de Benítez Ariza, el primer autor de la lista en ver cómo su ventana abierta al mundo se trasladaba al papel gracias a la colección de bolsillo de Diputación de Cádiz. Según el autor de Me enamoré de Kim Novak, el blog le ha dado la oportunidad de compartir «la intimida de un diario», género «que no se me había dejado cortejar hasta ahora», con una «comunidad de desconocidos « y de ofrecer al público «esa novela de mí mismo que es el blog».

En una línea muy similar, Alejandro Luque (Cádiz, 1974), desgrana sus filias y fobias culturales en raicesypuntas.blogspot.com. Reserva un espacio para sus viajes (interiores y exteriores) y otro para las anécdotas cotidianas con algún tipo de significación. Entre el apunte biográfico y la crónica cultural, juega bien las cartas del equilibrio con los temas y busca la moderación en el tono, para no caer en la pedantería ni en la disección personal.

Rafael Marín aporta en crisei.blogalia.com algunas particularidades muy de agradecer: crítica sana, a pecho descubierto, toneladas de ironía, y algo de aire para temas televisivos, cinéfilos (sin insistir permanentemente en las glorias del blanco y negro), la literatura no excluyente, los cómics y la ciencia ficción.

Con la vocación de dar cabida a todo aquello que la cultura oficial deja fuera de sus particulares cajas de resonancia, Dolors Arberola y Domingo Faílde han puesto en marcha El callejón del gato (elcallejondelgato.blogspot.com) Así explican a sus autores la intención de este «periódico alternativo»: «De unos años acá, la literatura española se ha convertido en un esperpento. Los personajes más importantes y engolados, vistos en los espejos que -cuenta Valle-Inclán en Luces de bohemia-- había en un tinglado del callejón del Gato, nos dan como resultado ese esperpento al que nos referíamos. Nunca en las letras hispanas hubo tanto encanallamiento ni tamaña inversión de valores. Pero, ya que vivimos en él, trataremos de convertir nuestro callejón en un lugar abierto, por donde entre la luz y resplandezca la claridad». De momento, lo han conseguido.

Más bien inclasificables son las dos cabeceras de José Manuel Serrano Cueto. En sus Crónicas de Guillén Moreno (cadiz80.blogspot.com) practica una variante elevada de la narrativa Cuéntame para hablarnos de su infancia, que «son re-cuerdos de un barrio industrial y una carretera sin soterrar», mientras que su diario de un zombie es un folletín de terror con espacio para todo tipo de suculentos horrores.

El futuro de los blogs, según todos los expertos, está en explotar su dinamismo y cultivar la particularidad de su faceta interactiva, que es la que verdaderamente los diferencia de modelos anteriores. Si no, el blogero corre el riesgo de acabar enfrascado en su propio monólogo, dándole vueltas a sus obsesiones de cabecera, rodeado de un vacío demoledor, perdido entre una miriada de voces que no encuentran, en la inmensidad del ciberespacio, alguien que las oiga.