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El casco

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n su incesante afán por alcanzar el grado cero de muertes en carretera, el director general de Tráfico no repara en esfuerzos. ¿Que hay que hacer una campaña televisiva truculenta para que los conductores salgan a la carretera hechos un manojo de nervios? Pues se hace. ¿Que interesa cargar las tintas en la pérdida de puntos en el carné? Pues se pone cara de verdugo y se lanzan unas cuantas amenazas a diestro y siniestro. No podrá tildársele de contemporizador ni de blando a ese fenómeno de Pere Navarro, uno de los personajes más singulares del actual retablo gubernamental. Sin embargo, blandas o duras, suaves o severas, las medidas impulsadas hasta ahora por el primer vigilante del asfalto nacional entraban dentro de lo que pudiéramos denominar una pauta de normalidad. La sorpresa ha venido este verano, en pleno frenesí viajero de los españoles, con la presentación por parte de Navarro de una campaña a favor del uso del casco para circular en motocicleta. Pero no de un casco cualquiera. Se trata de un casco especialmente diseñado y suponemos que también bendecido por los monjes budistas del Garraf de acuerdo con los principios de su doctrina. «Se necesita un poco de ayuda de la filosofía oriental para conducir una moto», declaró el buen vigilante en la presentación del invento. Han tenido que transcurrir unos siglos de razón, otros de laicismo, unos decenios de ciencia y unos cuantos más de avances en la mecánica para llegar a esto. A un director general de Tráfico que propone recitar mantras y hacer meditación sobre el sillín en vez de estar atentos al asfalto, cumplir las normas circulatorias y andar bien despiertos por si a la salida de una curva aparece la Guardia Civil. Los primeros españoles motorizados colocaban en los salpicaderos de sus coches estampitas de San Cristóbal. La costumbre fue cayendo en desuso aunque todavía pueden verse camioneros que conservan la devoción. La iniciativa conjunta de la DGT y de los seguidores de Buda viene a ser un poco de lo mismo, sólo que aderezado por ese inexplicable aire de modernidad y 'new age' que han conquistado las religiones y filosofías orientales. Quizá el siguiente paso sea incorporar a las prácticas moteras el rico repertorio de advocaciones que ofrece el paisaje multicultural de nuestro tiempo, y pronto veamos a Pere Navarro invitándonos a calzarnos otros tipos de casco con símbolos tridentinos, bíblicos o animistas, quién sabe. Todo sea por la seguridad sobre ruedas.