EN EL AIRE. Partido aburrido ayer en Bahía Sur. / NURIA REINA
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Empate en Bahía Sur entre dos equipos iguales pero diferentes

Los isleños no muestran su mejor cara y los de Cama pecan de conservadores El San Fernando obtiene el pasaporte matemático para la fase de ascenso

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El partido entre el primero y el tercero prometía más en el cartel que lo que luego se vio sobre el terreno de juego. Llegaban sin urgencias vitales en lo clasificatorio ambos equipos y se notó. La plantilla del San Fernando tiene la mente desde hace semanas en cosas más extradeportivas (la situación de impago continuado que sufre el plantel), pero tiró de gran profesionalidad para mantener el tipo en el campo. El Puerto Real había sumado un par de buenos resultados consecutivamente y la presión era notablemente menor por ello. Además, el horario de partido permitió saber al intermedio el resultado del cuarto contra el quinto (Balona contra Pozoblanco) y eso también pesó en la valoración del punto que fueron haciendo los jugadores visitantes.

El marcador también servía para que los azulinos obtuvieran la clasificación matemática para la segunda fase (para el play-off). En el ambiente de los locales pesaba -y mucho- eso, pero no tanto como esas otras cosas. Lo que lleva a pensar, visto lo visto, que el Puerto Real perdió una magnífica ocasión para haber hecho historia y ganar por primera en el Nuevo Municipal (algo que todavía no ha logrado).

Falta de ambición

Le faltó algo de ambición al equipo de Cama. El San Fernando, aunque estuviera algo aletargado en algunas fases y especialmente fallón en algunos pases en la medular, conserva intacta su capacidad para ganar un partido de dos certeros zarpazos de sus futbolistas de arriba -de hecho, lleva media liga resolviendo así sus partidos-.

Ahí es donde radicó el excesivo respeto de los verdiblancos ayer tarde. Y con tantas reservas le faltó al Puerto Real la fluidez -y quizás, la convicción en sus propias posibilidades- necesaria para aprovechar la collá. Impresión, más que probable, de oportunidad desperdiciada,

Las ocasiones en el comienzo se fueron alternando (Puli y Reque, de un lado; Miguel Ángel, dos, por el otro), aunque nada de importancia. Guille pone a prueba a Raúl Iglesias en el minuto catorce de falta directa, pero los isleños enlazaron tres ocasiones para haber abierto la lata: Iván cruza en exceso tras irse de Pato; Puli pasa a Berro en al frontal y Bocardo saca una mano prodigiosa para enviar a corner; y una pared Iván-Berro-Iván es abortada por un Bocardo atentísimo. La primera mitad acaba con un error defensivo de Dani Marcos y Galera que Miguel Ángel aprovecha para encarar a Raúl Iglesias, el cual que resuelve con acierto capturando el disparo.

La segunda parte tiene menor nivel de fútbol. Da la impresión que ya se sabe el empate entre linenses y pozoalbenses, aunque la seriedad de ambos equipos no baja ni un ápice. El rendimiento además disminuye por los cambios realizados por los técnicos. Puli tiene una oportunidad en el 73' cuando dispara desde la frontal y Bocardo para en dos tiempos. La réplica llega en mitad de imprecisiones locales y falta de convicción visitante. En el 81' llega la mejor de los portorrealeños. Un saque de esquina propicia un error en el despeje de Merino. Rafa Caro le pega, toca en Fernando Porto y el balón rebasa la posición de Raúl Iglesias. El argentino Wicha terminar de cuajar un partido de gran fuste y acierto al sacar bajo palos el balón.

En la fase en la que ya ambos contendientes daban por excelente el empate, a los isleños se les apareció otra ocasión. Puli dispara, el no menos acertadísimo Bocardo rechaza y Pato termina sacando a córner.

No hay más que rascar. Dos buenos equipos. Uno impreciso en el juego -la mente estaba en lo que estaba-, pero con capacidad de matar en cualquier acción. Otro, muy serio en defensa, pero sin certeza en la zona de ataque. El uno, primero, que se clasificaba matemáticamente. El otro, tercero, y al que el empate le valía para seguir manteniendo distancias con los perseguidores que se habían puesto de acuerdo para empatar también todos sus partidos. ¿Para qué complicarse más?. Un empatito que no venía mal a nadie.