Deportes minoritarios

En Cádiz, y salvo alguna excepción, en la provincia, no hay más deportes de masas que el fútbol. A diferencia, sin ir más lejos, del resto de capitales andaluzas, donde se llenan pabellones para ver a equipos de baloncesto, balonmano, e incluso, voleibol, la tacita de plata sólo concentra más de mil personas, deportivamente hablando, en el estadio Carranza cada 15 días. Ello provoca que, a duras penas, sobrevivan equipos como el Virgili o el Gades en una ciudad que sólo piensa en los fallos de Bangoura y las genialidades de Natalio, aunque la cifra de asistentes al estadio continúa bajando cada jornada. El pasado domingo, tras la tranquilidad del 2-0, decidí acercarme a las instalaciones de la Dehesa Montenmedio, donde se celebraba la última jornada del Circuito del Sol. Sencillamente, espectacular. Ignoro si continúan los problemas urbanísticos en dicho paraje, pero resultan dignas de elogio las impresionantes instalaciones que tiene allí montadas uno de los Consejeros del Cádiz en la era Baldasano, no acertando a comprender cómo, estando los mejores jinetes del mundo durante más de un mes en tierras gaditanas, el público brille por su ausencia en unas amplias gradas, rodeadas de tiendas y restaurantes para hacer más amena la visita. En cuanto a la cobertura informativa, peor aún. Casi con lupa, podría encontrarse una mínima referencia en la prensa escrita, en contraste con las múltiples páginas que acapara cada día la crónica del equipo amarillo, lo cual, con toda seguridad, resultará inexplicable para los centenares de prestigiosos jinetes, procedentes de lugares tan remotos como Australia o Arabia Saudí, que nos han visitado durante estas semanas.