Jerez

Multitudinario adiós a la familia que falleció en el siniestro de San Telmo

El obispo ofició un responso en una iglesia abarrotada de familiares y vecinos Los hijos mayores del matrimonio presidieron la emotiva ceremonia

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En la Iglesia de San Pablo no cabía un alfiler. El barrio entero de San Telmo acudió ayer al templo a dar el último adiós a Ana María Gómez, Cristóbal Fernández y Moisés Fernández Gómez, la familia fallecida a consecuencia de una fuga de gas la noche del pasado sábado. A las once en punto llegaban los cuerpos procedentes del Instituto Anatómico Forense de Cádiz, donde se les practicó la autopsia el día antes para certificar que, efectivamente, la muerte les sobrevino por inhalación de monóxido de carbono.

En la iglesia no sólo esperaban los compungidos vecinos, muchos de ellos con muestras visibles de emoción, sino también un importante elenco de autoridades municipales, encabezadas por la alcaldesa, Pilar Sánchez, que fue acompañada del delegado de Movilidad y Seguridad, Juan Manuel García Bermúdez; el delegado de Bienestar Social, José Manuel Jiménez, y el de Educación y Distrito Sur, Juan Salguero. Dentro del recinto, encabezaban la comitiva los dos hijos mayores del matrimonio, que se encontraban fuera del domicilio familiar en el momento del siniestro.

Abraham, de 19 años, y Nerea, de 16, que fueron arropados por diversos familiares y vecinos, no podían ocultar su dolor, aunque mostraron una gran entereza en todo momento. El responso fue inaugurado por la directora del colegio en el que cursaba sus estudios Moisés, el CEIP Poeta Carlos Álvarez, que leyó un sentido discurso en el que mostraba su solidaridad con los familiares y recordaba la figura del pequeño. Seguidamente, el obispo de la diócesis de Jerez, Juan del Río, fue el encargado de dirigir unas palabras al repleto auditorio, recordando la frase de la primera lectura «el amor es más fuerte que la muerte».

Aunque el prelado reconoció que «yo no tengo respuestas», sí recomendó a los dos hermanos que se refugiaran en la Palabra de Dios para sobrellevar tan duro golpe. «No podemos devolverles la vida, pero siempre estarán en nuestro corazón -dijo Del Río-. Hay que mirar al futuro con esperanza y con ánimo, aunque no comprendamos las designias del Señor, porque somos limitados». El párroco de San Pablo, Ramón Mera, que se ha mostrado en todo momento al lado de Abraham y Nerea, dio fin a la ceremonia con unas profundas palabras con las que agradeció la solidaridad mostrada por el Ayuntamiento, los servicios sociales, la Unión de Hermandades, los profesores, la prensa y, sobre todo, los vecinos del barrio, a los que describió como «tantísima gente buena y admirable, que vive en unas condiciones que no son las mejores».

A la salida del templo, los dos jóvenes fueron escoltados rápidamente por varios familiares hasta el cementerio, donde pudieron despedir a sus padres y su hermano con una mayor intimidad. En ese momento también se vivieron escenas de tensión, cuando su abuelo materno sufrió un desvanecimiento y los vecinos se apresuraron a atenderlo. El anciano no parecía reponerse, por lo que los presentes solicitaron la presencia de una ambulancia, que tardó alrededor de 20 minutos en llegar y trasladar al enfermo al Hospital del SAS, lo que provocó el nerviosismo de muchos, que increparon a los cámaras con el fin de que no inmortalizaran lo ocurrido.