El estilo Fifa

o nos deben extrañar las nuevas amenazas de la FIFA si tenemos en cuenta que se ciñe a una manera de actuar que hasta el momento le ha dado un excelente resultado para imponer su ley, la única válida, por encima del bien y del mal, la única que le gana el pulso a las demás gracias a los caciques de sus distintas federaciones que se dedican a amañar sus respectivas elecciones para no causar problemas a los jefes. Sin duda, se trata del más rancio y dictatorial nacionalismo que pueda haber, cerrado a cal y canto con la única posibilidad de acceder a éste si le ríes las gracias al capitán de turno o esperas a que alguno de los octogenarios que componen el pequeño califato independiente, la palme de un atracón de comodidad y bienestar. A través de un dinero que, precisamente no ganan con el sudor de sus frentes, no se pueden ni imaginar cómo son las fiestas de estos dirigentes con un despilfarro económico insultante, a la vez, que innecesario. El colmo de la mala educación y de la prepotencia lo alucinamos en el homenaje a Di Stéfano al que fue invitado el presidente del máximo organismo mundial, Joseph Blatter. Poco le importó encontrarse en casa ajena para soltar la posibilidad de excluir a la clubes españoles y a la selección nacional de las competiciones internacionales si el Gobierno exigía a Villar cumplir la orden ministerial y convocar las elecciones antes del 31 de marzo de este año. Es de chiste que la tesis de FIFA no permita a ninguna autoridad gubernativa interferir en los procesos de las federaciones deportivas, unas federaciones que bien es cierto que son entidades privadas pero con subvenciones públicas, y en cambio Blatter y compañía sí puedan injerir en un Estado de derecho con unos principios democráticos como es España. Mucho me temo que una vez más se saldrán con la suya, sin embargo a partir del 9 de marzo, sea quien sea el elegido, se podría gritar un «basta ya» aunque el precio a pagar fuera quedarnos sin Eurocopa.