Si haces dieta para aceptar tu cuerpo, convertirás la comida en un castigo

Marta García, psicoterapeuta especializada en psicología de la alimentación, comparte en 'Come sin prejuicios' una serie de herramientas para aprender a tomar consciencia de tus comidas y disfrutarlas

Adobe Stock
Sandra Palacios

Sandra Palacios

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Marta García, autora de 'Come sin prejuicios Ariadna Carrascull (@nubedecarbon)

Relacionarse es algo que forma parte de nuestra vida. Además de hacerlo con nuestro entorno, familia, amigos y trabajo, también debemos hacerlo con nosotros mismos y con la comida. Esta última, en ocasiones, puede que no sepamos cómo gestionarla. Por este motivo, Marta García, psicoterapeuta especializada en psicología de la alimentación, comparte en su libro ' Come sin prejuicios ' (Lunwerg Editores) una serie de herramientas para aprender a tomar consciencia de la comida , disfrutarla y no usarla como un instrumento para gestionar nuestras emociones .

¿Cómo tener una buena relación con la comida?

Es un camino que implica mucho autoconocimiento y autoescucha. Para saber si nuestra relación con la comida es saludable deberíamos comprobar cómo nos sentimos, qué pensamientos se activan cuando comemos o cocinamos. En una buena relación deberíamos sentir que estamos eligiendo y estamos en calma con ello; no vivirlo como una obligación o imposición externa, sino desde una autonomía personal elegir de forma consciente los alimentos que queremos ingerir.

¿Cuáles son las emociones que generan los peores hábitos alimentarios?

En una relación disfuncional con la comida suelen aparecer emociones como culpa, frustración o confusión, porque hay una creencia muy generalizada de «si yo sé lo que debo comer, ¿cómo es que después no puedo llevarlo a cabo?». Y esto hace que se activen pensamientos negativos hacia una misma. También se experimenta enfado e incluso tristeza.

¿Estas emociones hacen que comamos mal o no comer como 'deberíamos' produce estas emociones?

A veces las personas usamos la comida como un recurso para gestionar nuestras emociones, como un bálsamo que nos ayude a transitar por sentimientos como la tristeza, el aburrimiento o la soledad. El estrés, por ejemplo, hace que nos decantemos por alimentos más altos en grasas y azúcares. Es el pez que se muerde la cola, porque comemos porque estamos tristes, pero después nos sentimos peor con nosotros mismos. En esta rueda la autoestima se ve muy afectada y deteriorada.

¿Cómo podemos diferenciar entre el hambre fisiológico y el emocional?

Las emociones siempre van asociadas al acto de comer. Luego está el concepto de hambre emocional que es cuando no hay hambre fisiológica, pero buscamos regular algún estado emocional. Cuando voy a una fiesta de cumpleaños, no tengo hambre, pero todos mis amigos están comiendo y yo lo hago porque quiero sentir pertenencia, es claramente hambre emocional. Pero este no es siempre negativo, pues también forma parte de nuestra biología y evolución.

«Cuando necesitamos comer más de lo que nuestro cuerpo requiere, es señal de que hay algo que debe ser trabajado», Marta García

¿Qué opina de que haya familias que premien o castiguen con la comida?

Puede ser algo contraproducente a medio y largo plazo. Tenemos que ir más allá y ver cuál va a ser la consecuencia de que mi hijo se regule con chocolate, porque le estamos negando la oportunidad de que aprenda otras estrategias de regulación emocional. Habrá que ver la frecuencia, por una vez no pasa nada. Si saca buenas notas y lo celebramos tomando su pastel favorito, no es malo, es una forma de celebrar. El problema está en si es el único recurso que utilizamos.

De adultos, ¿cómo podemos controlar esos ataques de ansiedad que hacen que nos lo queramos comer todo?

Deberíamos mirar las diferentes áreas de nuestra vida para reconocer qué aspectos precisan ser nutridos. Cuando necesitamos comer más cantidad de alimentos de lo que nuestro cuerpo requiere, es señal de que hay algo en nuestras relaciones personas, laborales o con nosotros mismos que debe ser trabajado.

Alimentación consciente.

Es una herramienta enfocada al momento de comer: tener en cuenta qué pasa en mi entorno, en mí misma, en mi relación conmigo a la hora de comer... Voy a recibir mucha información de aspectos que quizás necesite trabajar. El momento de comer se puede convertir en ese momento de autoescucha.

¿Cómo podemos hacer correctamente el acto de comer?

Dependerá del contexto que acompañe a la persona. Aunque es muy positivo poder comer sin distracciones, prestando atención, ver cuanta hambre en realidad tengo, si ese alimento que me he preparado es realmente lo que más me apetece... Habría que comer sin estímulos, sin mirar el móvil o la televisión, y si comemos en familia, utilizar ese momento como un encuentro, una forma de ritual, porque la comida también es conexión con nuestros seres queridos.

«Hay autores que dicen que si nuestro estómago fuera como un bol, tendríamos que llenar hasta los tres cuartos y dejar uno libre», Marta García

¿Es bueno quedarse siempre con un poco de hambre?

Hay autores que dicen que si nuestro estómago fuera como un bol, tendríamos que llenar hasta los tres cuartos y dejar uno libre. Pero para llegar a este tipo de consciencia hay que trabajarlo, porque no todo el mundo sabe calcular esto. Lo importante es no acabar con la sensación de estar muy lleno, sino pleno. Lo que a veces ocurre es que al comer rápido no nos da tiempo a detectar la señal de que ya hemos comido suficiente.

¿A qué se refiere en su libro cuando habla de la aceptación corporal?

Lo que vemos mucho en consulta es que las personas que empiezan a hacer dietas de adelgazamiento son aquellas que tienen mayor insatisfacción personal. Buscan la dieta como forma de aceptar su cuerpo y comer de forma sana se acaba convirtiendo en un castigo. Entonces la aceptación corporal sería el camino para reconocer y cuidar nuestro cuerpo, que no es igual a que te guste. Tú puedes mirarte al espejo y aceptar que hay partes de él que no te gustan, pero no por ello castigarlo. Suele ser un camino bastante arduo, porque estamos en una sociedad que no acepta todos los cuerpos.

¿Cómo podemos transformar esa relación disfuncional con la comida?

Si llevas tiempo intentando solucionar tu problema con la comida desde la comida, mi consejo es que salgas de ahí y empieces a nutrir otras áreas de tu vida. Empieza a ver qué intereses has dejado a un lado, cuida más tus relaciones íntimas, pasa más tiempo con tu familia, amigos y contigo misma. Amplía la mirada y sácala de ese círculo vicioso en el que a lo mejor llevas tiempo inmersa. Pero este es un camino que nadie puede hacer por ti, cada uno tiene que ver qué aspectos necesita trabajar.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación