Verso suelto

Eterna juventud

Al llegar a la edad de la jubilación no han demostrado la lucidez para quitarse de una batalla que no dejará más que migajas

Protesta de mayores contra las pensiones EFE
Luis Miranda

Esta funcionalidad es sólo para registrados

LOS jubilados que ayer, como otros muchos días, se manifestaron delante del Ayuntamiento de Córdoba , con la gente de Izquierda Unida como figurantes y probablemente inspiradores, habrían sido buenos secundarios de una novela de Saramago . Al nobel portugués le gustaba desmontar el tópico de que las personas mayores son sin excepciones más sabias y prudentes que las jóvenes, y en ‘El Evangelio según Jesucristo’ San José tenía que tragarse la insensatez de los viejos de la caravana en la que volvía de Jerusalén.

Los llamados Yayoflautas que ayer sostenían pancartas a favor de lo público y pidiendo pensiones mejores o simplemente dignas habrán sido padres que predicaron con el ejemplo del esfuerzo, pero al llegar a la edad de la jubilación no han demostrado la lucidez para quitarse de una batalla que no dejará más que migajas que no se tienen que comer ellos ni los suyos. Si enseñaron a sus hijos que el dinero no sale al abrir el grifo no lo recuerdan cuando piden más dinero de un sistema público que a ellos no les puede pagar más y a los que llegarán después apenas podrá darles nada.

Se dejaron la malicia en la curva de los años y no se dan cuenta de que el mundo que construyeron los que les ponen los carteles en la mano y los sacan a la calle es precisamente el que hace imposible ahora que cobren más pensiones y en el futuro que las cobren los demás. Como adolescentes manipulables, no han visto que la propaganda que consagró el dogma de la eterna juventud y arrinconó como casposa la institución de la familia se unió a la economía precaria para crear una sociedad donde quienes tenían dinero para criar hijos se lo pensaban al escuchar historias de madres que se arrepentían o se negaban a serlo. Con toda su sagacidad de economistas capaces de multiplicar el dinero para que en casa no faltase nada, no cayeron en que la sociedad apenas tendría niños ni jóvenes que cotizasen para pagar a quienes ya no podían trabajar.

Tal vez de vez en cuando alguien, con las manos callosas del campo, pregunte, y lo tranquilizarán con el condescendiente tuteo: «No te preocupes, Paco. Igual que vienen rumanos para la aceituna llegarán marroquíes y senegaleses para que los españoles ya no tengamos que esforzarnos en criar niños».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación