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El Jardín Tapas y CopasCuestión de precio

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Cuando salía de El Jardín, mi acompañante me preguntó: “¿Volverías?”, contesté que sí, que volvería para probar algunas de las tapas que no pude probar en esa ocasión. El Jardín abrió hace poco, en la planta baja de la Casa del Armador, unos apartamentos turísticos en plena calle Ancha. Es el segundo establecimiento de estas características que abre en la ciudad, después de Rosario Uno, que apostó por la misma fórmula de reunir alojamiento y un restaurante.

No se trata de un establecimiento solo para turistas. Tienen una carta breve de tapas, algunas diferentes a lo que se suele encontrar. Sólo con leer empanadas de rillettes de pato o lasaña de berenjenas y cordero a la miel, uno piensa que merece la pena probar.

A la vez mira los precios, y llega a la conclusión que con tres tapas para dos, sea suficiente. Empezamos la visita probando la ensaladilla, plato imprescindible para tomarle el pulso al bar en cuestión. La que sirven es de langostinos y puerro. El langostino está muy bien hecho, aunque el puerro se nota poco y la textura de la patata es algo arenosa. Siguiente plato. La susodicha lasaña de cordero. Una elección muy acertada, como pasa con cualquier cosa que lleve cordero. La carne es jugosa, la salsa exquisita. El único problema es el precio, 7 euros, muy elevado para una tapa preparada con tres rodajas de berenjena, como se puede apreciar en la foto. Sabe a poco. Hay que aclarar que en imágenes publicadas por el propio restaurante en redes sociales, la ración es más grande.

Las empanadas de rillettes de pato era otra novedad que había que pedir. La rillette es una especie de paté donde la carne está desmenuzada y condimentada. Como relleno de  empanada es perfecto. Se echa en falta el sabor a pato, ya que podría ser cualquier carne. Aún así, es una empanada memorable. Se sirve encima de una hoja de cogollo, que debe comerse a envolviendo la empanada. Tras ver salir algún tartar, optamos por probar este plato, que describen como tartar de atún rojo de almadraba. Dejémoslo solo en atún, buen atún y correctamente marinado.

Y llegó el momento del postre. Siempre da un poco de miedo este momento, sobre todo en los sitios algo elevados de precio. En el caso de El Jardín, no es así. Una tarta de nueces de pecán sonaba rica e inédita. Sobre masa quebrada extienden lo que parece ser carne de membrillo, cubierta por un montón de exquisitas nueces de pecán. Ahí es donde uno se convence de que hay algo muy bueno en la cocina de El Jardín, aunque tengan que pulir algunos detalles, como los precios.

Otras de las cosas buenas del local es el servicio. El camarero que atendía las mesas era muy servicial y los platos salían con rapidez. La decoración es también agradable, con un precioso jardín vertical y unas vistas al patio donde hay otros dos jardines. Está preparado para comidas informales, tanto en la barra como en las mesas. Es de agradecer una carta de vinos variada, también con referencias  de cervezas poco habituales. Otro detalle importante es que los propietarios están allí, trabajando como el resto, pendientes de que todo marche bien.

Quizás, con algo de tiempo, El Jardín pueda ajustar sus precios -o sus raciones- y convertirse en un lugar donde tapear al que puedan ir los gaditanos a probar una cocina buena y diferente. Merece la pena que lo haga, precisamente por apostar por platos poco vistos de gastronomía internacional, con una buena base de fondo. Cuando lo haga, sin duda, volveré.

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