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Vídeo: Fernández Díaz, presidente de la Comisión de Peticiones - Europa Press

El boicot a Fernández Díaz anticipa la quiebra de consensos de la legislatura

El PSOE sucumbe a Podemos y rompe el pacto para repartir cargos del Congreso. El PP recoloca al exministro como presidente de la Comisión de Peticiones

Madrid Actualizado: Guardar
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No ha podido aguantar. Tras cinco días sosteniendo que el exministro del Interior no era de su agrado pero que no impediría su nombramiento como presidente de la Comisión de Exteriores, el PSOE sucumbió ayer a la presión de Podemos y sacrificó su palabra. En una inesperada vuelta de timón, la dirección socialista exigió ayer al PP que retirara la propuesta de Jorge Fernández Díaz y avalara a otro diputado. Podemos le venía instando a ello, y la presión de algunos medios de izquierdas, unida a un provocador comentario del exsecretario general del PSOE Pedro Sánchez en Twitter –«Al PP hay que pedirle la dimisión de Fernández Díaz»– hicieron el resto. Al final del día, el PP encontró la salida al laberinto: el exministro será presidente de la Comisión de Peticiones que, por reglamento, la ocupa siempre el partido mayoritario.

Los socialistas vetaron a Fernández como presidente de la importante Comisión de Exteriores porque contaban con los votos de Podemos, ERC y el PDECAT mientras al PP solo le apoyaba UPN. Todo un triunfo para Podemos según sacó pecho su secretario general, Pablo Iglesias. «Le dijimos al PSOE que por mucho que hubieran hecho un pacto con el PP era un vergüenza que Fernández Díaz pudiera presidir una Comisión y parece que el PSOE ha sentido la presión. Eso va a servir para algo y demuestra que algunos tienen vergüenza», defendió. La genuflexión del PSOE convirtió ayer a Iglesias en líder de la oposición por un día.

No había pasado ni una hora de ese boicot cuando, en una maniobra poco calculada, el PP intentó negociar con el PSOE nombrar a Fernández Díaz como presidente de la Comisión para el Tribunal de Cuentas. «Queríamos ver si se trataba del candidato o de la Comisión a la que iba», justificaron fuentes populares. La propuesta volvió a toparse con el rechazo frontal de los socialistas, quienes no tardaron en airearla para mayor vilipendio del PP. Toda una «cacería», en palabras de su portavoz, Rafael Hernando, quien pidió reflexión: «Mañana puede ser organizada contra otra persona», avisó.

Como si de un efectó dominó se tratara, el brusco cambio de timón del PSOE fue seguido por Ciudadanos. Ilustrando la soledad de la que el PP puede caer presa esta legislatura, fuentes de la formación naranja se apresuran a avanzar que si Fernández Díaz volvía a ser propuesto para ocupar la presidencia de la Comisión de Exteriores, su grupo votaría a favor de la alternativa que presentara el PSOE, según informa Víctor Ruiz de Almirón. La orden venía directamente del presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, y echaba abajo toda la argumentación defendida por su formación durante los últimos días. El portavoz adjunto del grupo, José Manuel Villegas, lo justificó por el devenir de los acontecimientos mientras el secretario general, Miguel Gutiérrez, reclamaba al PP un candidato que no necesitara ser elegido «con calzador».

Preocupación en el PP

Al margen de que el episodio se haya solventado con el nombramiento de Fernández Díaz como presidente de la Comisión de Peticiones, la influencia de Podemos en los socialistas preocupa cada vez más en el PP. El PSOE es, hoy por hoy un partido sin líder cuyo menguante nicho de votantes se encuentra amenazado por el crecimiento de Podemos. Una combinación explosiva. Jorge Fernández, fue ayer el primero en denunciarlo. «Un partido que no es capaz de cumplir lo que ha pactado tiene un problema serio», señalaba muy afectado, antes de saber su acomodo final. «Me parece impresentable lo que ha hecho el PSOE, que se supone que tiene sentido de Estado y de la responsabilidad». Acto seguido, Rafael Hernando reconocía lo que dentro del Gobierno y el PP se ha convertido en un claro temor: que la presión de Podemos arruine cualquier posibilidad de entendimiento con el PSOE en los grandes asuntos. «Que decida si va a venir a esta Cámara a destruir», señalan.

Hernando no quiso volar los puentes pero admitió que ya hay una víctima: el gran acuerdo institucional alcanzado al principio de la legislatura para el reparto de los cargos en las comisiones. «Lo que se ha producido es un hecho gravísimo, implica la destrucción de un pacto institucional». El acuerdo está vigente desde hace varias legislaturas y se renueva cada vez que se constituyen las Cortes de manera proporcional a la representatividad obtenida por cada formación política. Persigue conferir fortaleza institucional a estos órganos y establece que cada partido tiene la potestad de presentar al candidato de su elección para los cargos que le correspondan. Los demás quedan obligados a apoyarle. Su abrupto final podría ser el primer símbolo de esta legislatura.

En el PP también hay diputados que critican a la dirección por no haber calibrado previamente la polémica. «Sufrimos un episodio parecido con Ana Mato en la anterior legislatura, que salvamos porque teníamos mayoría absoluta. Y hace bien poco con Soria en el Banco Mundial... Tenemos que empezar a calcular mejor los efectos de nuestras decisiones», sostenía un cabeza de lista, con el asentimiento de otros diputados.

El episodio tampoco ha dejado indemne al portavoz del Grupo Socialista, Antonio Hernando. Vuelve a estar en el ojo del huracán tras su viraje a la abstención desde el «no es no» a Rajoy. Aquello le supuso un fuerte desgaste: los sanchistas le miran con desconfianza, y los hoy oficialistas, antes críticos, simplemente le toleran. Ayer volvió el desconcierto y el estupor al PSOE por el caos en el partido, que simboliza Hernando mejor que nada. Y es que el martes, tras la reunión de la Junta de Portavoces, había garantizado que el PSOE no impediría a Fernández Díaz presidir la Comisión de Exteriores. Ayer no quiso salir a desmentirse a sí mismo. Envió a la portavoz adjunta, Isabel Rodríguez, a quien llovieron preguntas por el espectáculo. «Nos parece mucho más importante lograr el resultado final que la forma de hacerlo», se defendió, informa G.Sanz.

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