¿Van a volver los toros a Cataluña tras la decisión del Tribunal Constitucional?

El gobierno catalán ya ha dicho que dejará sin «efectos prácticos» la sentencia, aunque no especifica cómo. El Ayuntamiento de Barcelona no acatará la sentencia en base a su Ordenanza de Protección de Animales

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El Tribunal Constitucional (TC) ha anulado hoy la prohibición de las corridas de toros que acordó la Generalitat catalana en 2010, al considerar que con aquella decisión invadió competencias estatales.

El alto tribunal ha resuelto -por mayoría de ocho votos a favor y tres en contra- que el ejecutivo catalán fue más allá de las atribuciones que le conceden las transferencias de gestión que ejerce en materia de espectáculos y de protección de los animales.

El argumento principal de la sentencia señala que Cataluña tiene competencia en materia de espectáculos públicos y por tanto los puede regular, al igual que sucede en cuanto a la protección de animales. Ello le permite vetar un espectáculo público determinado para proteger a los toros, pero no puede llegar hasta prohibir una fiesta que es patrimonio cultural por decisión del Gobierno central.

Ahí es donde las competencias catalanas invaden las estatales y en ese punto cuenta también otro elemento clave: las leyes dictadas por el ejecutivo central (2013 y 2015) por más que sean posteriores a la norma catalana ahora anulada, tienen validez, entre otras razones porque nunca han sido recurridas ante el propio TC.

Pero, ¿quiere decir esto que los toros van a volver a Cataluña? Desde que se supo que el fallo del TC sobre la prohibición de las corridas de toros era inminente, todos los partidos políticos se apresuraron en marcar perfil y, en la mayoría de casos, expresas por adelantado el rechazo a una decisión que ya daban por hecha.

Desde la Generalitat, sin ir más lejos, la consejera de Presidencia, Neus Munté, ya anunció que el Gobierno catalán tenía previsto dejar sin «efectos prácticos» la sentencia contra la prohibición, aunque sin especificar cómo. «Acataremos la decisión que tomó en su momento el Parlament», recalcó Munté en su momento. «No queremos un país donde se mate y se haga sufrir a los animales», sentenció.

En el caso del Ayuntamiento barcelonés, y a falta de que se detalle el contenido exacto del informe y su estrategia jurídica, se apelará por un lado a la moción del pleno que en 2004 declaró la capital catalana como "ciudad antitaurina" y, de manera principal, a la modificación en 2014 de la ordenanza de animales.

En la citada regulación se prohíbe la celebración de cualquier tipo de espectáculo taurino, tanto los que se realizan en el interior de plazas como fuera, una forma de vetar también a los "correbous",indultados por el Parlament.

La Monumental de Barcelona, propiedad de Pedro Balañá, se encuentra en perfecto estado desde la última corrida celebrada el 25 de septiembre de 2011. Esa noche, Serafín Marín se arrodilló y recogió un puñado de arena, llorando. Aunque José Tomás y él salierion a hombros, por haber cortado cada uno dos orejas, la sensación de desolación fue absoluta. Los areneros se hicieron una última fotografía. El público invadió el ruedo, desplegando pancartas. Los toreros señalaron a los tendidos... Como última reacción, la plaza entera clamó, unánime: «¡Libertad!».

Los aficionados catalanes se muestran tremendamente activos en expandir su afición y no han dudado en todo este tiempo de prohibición en salir a otras plazas en donde han sido recibidos siempre con emotivas muestras de cariño y apoyo por el resto de aficionados. Zaragoza, la francesa Céret, Castellón, Valencia, y hasta Las Ventas de Madrid han sentido el avance de estos nuevos «almogávares», que lanzan cada vez más fuerte su ¡desperta ferro! clamando libertad.

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