Jardiel Poncela, fotografiado hacia 1930 en el patio de ABC
Jardiel Poncela, fotografiado hacia 1930 en el patio de ABC - ABC

El Jardiel Poncela más romántico, en un volumen de textos inéditos

La obra «El amor es un microbio», que reúne textos hasta ahora perdidos, destierra el mito de que el autor era un misógino

Málaga Actualizado: Guardar
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¿Qué puede opinar del amor alguien que escribe que «la mejor fecha de boda es el 30 de febrero»? ¿Cuánto tardarían, hoy en día, en mandar a la hoguera a un autor capaz de firmar, sobre las mujeres, que «tienen razón quienes las comparan con los automóviles: unas y otros son chismes pintados de colores chillones, muy peligrosos de conducir y muy caros de sostener?».

Las dos sentencias son de Enrique Jardiel Poncela. Y, de forma contraria a lo que pudiera pensarse, forman parte de un libro con el que Enrique Gallud Jardiel, nieto del genial e incomprendido escritor, quiere reivindicar el lado romántico de su abuelo. Y además, ardua tarea, desterrar el mito de que fuera un misógino.

Se trata de «El amor es un microbio», una selección de textos breves, de muy diversos formatos, que un joven Jardiel publicó en revistas satíricas como «Buen Humor» o «Gutiérrez» y que, desde entonces, permanecían perdidas. Un volumen compuesto por piezas breves de teatro, aforismos, poemas, artículos y cuentos editado por Azimut, joven sello malagueño que se presenta hoy en la capital andaluza.

A Gallud le ha llevado tiempo, asegura, localizar estas perlas que componen el libro. «Ha sido una labor pesada, pero divertida», resume. Pues en estas obras de juventud, «más frescas, originales y no tan perfectas» como su creación posterior, ha encontrado a un Jardiel diferente, que le ha procurado muchas «alegrías y sorpresas».

«El amor es uno de los grandes temas centrales de la obra de Jardiel. Seguramente que el más frecuente», relata a ABC Gallud, doctor en Filología Hispánica y profundo estudioso de la obra de su abuelo. Ocurre que el personaje, que sin duda hoy entraría con medalla en la categoría de lo políticamente incorrecto, nunca quiso amoldarse a los severos y tradicionales cánones de la época. Y amó, como demuestra el hecho de que se le contaran más de tres decenas de amantes. «Sin la compañía de las mujeres no sabría vivir —expresa—; me gustan por encima de la salvación de mi alma».

«Era un gran enamoradizo», cuenta su nieto. Pero siempre consideró que «al altar y a la guerra le llevan a uno con música. Porque si no, no se iría». Así, en los textos seleccionados abundan, sobre todo, aquellos que ridiculizan el matrimonio, «el roce que antes irrita la piel». O costumbres «vulgares» como la petición de mano. Mas también deja claro que «la Humanidad está condenada a sufrir ese azote (el del erotococo, microbio con el que compara el amor) por los siglos de los siglos».

Alabanza del feminismo

Y, ¿cómo salvar de la pira a quien escribe de forma tan peyorativa sobre la mujer? La misoginia, para Gallud, es el tópico en el que más se ha encasillado «apresuradamente» a Jardiel. Es cierto, comprende, que en su obra la imagen de la mujer es siempre muy negativa. A un editor suyo le explica el autor que el tipo de mujer honesta «no le sale». Pero cuidado. También deja escrito que «lo peor que hay en este mundo son las mujeres, si se exceptúa a los hombres». «Jardiel, que siempre se rodeó de mujeres muy avanzadas, alababa a las feministas de su época; y decía que eran mujeres superiores que si no ganaban su batalla es porque no todas las mujeres son como ellas», recuerda su nieto.

En este sentido, y como ocurre con toda su obra, entre las perlas recogidas en «El amor es un microbio» sorprenden argumentos que podrían tener extraordinaria actualidad. Así, el capítulo dedicado a satirizar contra el piropo, «un fenómeno que me deja verdaderamente enfermo». «Siempre fue un vanguardista, un revolucionario que procuró que su literatura fuera duradera», resume Gallud, que sigue compilando textos desconocidos de su abuelo para nuevas obras que verán pronto la luz.

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