El presidente interino Adli Mansur es felicitado tras su investidura. :: AFP
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El Ejército se apresura a ajustar cuentas

Los militares egipcios arrestan a los líderes de los Hermanos Musulmanes, que convocan protestas por la expulsión de Mursi

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
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Apenas doce horas después del golpe militar que derrocó al ahora expresidente Mohamed Mursi, el nuevo orden político egipcio comenzó ayer a estrechar el cerco sobre los Hermanos Musulmanes. Con el islamista retenido y aislado al parecer en el Ministerio de Defensa, los líderes de la cofradía fueron siendo detenidos uno por uno y a pesar de los llamamientos a la reconciliación nacional del nuevo inquilino del palacio de Heliópolis, Adli Mansur, quien juró ayer su cargo y prometió incluir a los islamistas en esta nueva transición.

Entre los arrestados se encuentra el 'murshid', Mohamed Badie, guía supremo y espiritual de la hermandad, así como el empresario Jairat el-Shater, considerado como el hombre fuerte del grupo, más volcado en los asuntos mundanos y políticos de la cofradía. Ambos fueron acusados ayer por la Fiscalía egipcia de incitar a matar manifestantes durante el asalto el pasado domingo a la sede de los Hermanos Musulmanes, que fue atacada, saqueada e incendiada por vándalos.

La misma suerte corrieron el presidente del Partido Libertad y Justicia (brazo político de la hermandad), Saad el-Katatni, y el viceguía del grupo, Mohamed Rachad Bayumi, que fueron detenidos en mitad de la noche y enviados a la prisión de Tora. Allí serán, por el momento, vecinos del expresidente Hosni Mubarak, un viejo conocido de la cofradía, bajo cuyo mandato mandó a prisión a prácticamente toda la cúpula de esta organización. Tanto Katatni, que también presidió el parlamento egipcio, como Bayumi fueron acusados de incitar a la violencia y a la sedición.

Mursi, que hasta el último minuto ha defendido su legitimidad y se ha negado a aceptar la nueva situación, tampoco se ha salvado de los coletazos del nuevo gobierno impulsado por los militares. La Justicia emitía ayer una orden para prohibir su salida del país. El islamista está siendo investigado por insultar supuestamente al Poder Judicial y será interrogado junto a otros miembros de la cofradía musulmana el próximo lunes. Oficialmente, el Ejército no había dado ayer información sobre su paradero. Sin embargo, uno de los portavoces de la hermandad, Gihad el Hadad, lo situó retenido y aislado en el Ministerio de Defensa, donde al parecer había sido separado de su equipo presidencial.

Mohamed Mursi, el primer presidente civil elegido de forma democrática de la historia de Egipto, solo ha podido celebrar el primer aniversario de su mandato. Tres días después, el general Abdel Fatah el-Sisi, jefe de las Fuerzas Armadas, empujado por cientos de miles de manifestantes insatisfechos con la actuación del mandatario, daba un golpe sobre la mesa e imponía una nueva hoja de ruta para la transición, consensuada, eso sí, con la oposición a Mursi. El plan pasa por la creación de un gobierno de unidad formado por tecnócratas y la convocatoria de elecciones presidenciales y, posteriormente, legislativas.

Jura apresurada

El nuevo jefe de Estado interino impuesto por el Ejército, Adli Mansur, juró ayer su cargo ante la asamblea general del Tribunal Constitucional, el órgano que presidía hasta la víspera y que solo llegó a dirigir tres días. Mansur, un juez de 68 años poco conocido entre los egipcios, aseguró recibir «con gran honor» la presidencia interina y aplaudió la labor de los dos actores que le han sentado en el sillón presidencial: el Ejército y los manifestantes que habían salido a las calles en los últimos días. Mansur desempeñará el cargo hasta que se celebren elecciones presidenciales, que él mismo deberá convocar. A las puertas del tribunal, el nuevo presidente fue recibido por decenas de partidarios de Mursi con gritos de «¡batel!» (ilegítimo).

El nuevo y aún incierto escenario político egipcio provocó ayer incongruencias como la que se produjo al jurar el cargo Adli Mansur, que prometió «defender la Constitución». Por el momento no está claro cuál, ya que la Carta Magna aprobada en referéndum a finales del año pasado y redactada por los islamistas, ha sido suspendida por los militares. Una comisión deberá encargarse de revisarla y enmendarla según la hoja de ruta.

Desde el anuncio de El-Sisi, al menos 15 personas murieron en diferentes enfrentamientos civiles entre partidarios y detractores de Mursi. Alejandría, El Fayum, Minia Marsa Matruh o Luxor se vieron sacudidas por disturbios violentos. A pesar de lo agitado de la noche anterior, la situación ayer era de calma.

Muchos interrogantes han quedado abiertos tras el golpe. Quizás el principal de ellos sea el papel que van a desempeñar en la nueva transición los Hermanos Musulmanes, si podrán seguir participando del proceso político o si, por el contrario, serán excluidos, lo que dejaría a una parte muy importante del país sin una referencia política durante este nuevo periodo que se abre en Egipto. Ayer, la cofradía aseguró a través de un comunicado que no piensa hacer tratos con las nuevas autoridades de Egipto y rechazó «las prácticas represivas del Estado policial, como los asesinatos, las detenciones y las restricciones a la libertad de los medios de comunicación». Su canal, Misr 25, presentaba un fundido en negro y algunos de sus trabajadores, así como los de otras emisoras islamistas e incluso el canal en directo de Al-Yasira para Egipto, fueron detenidos.