Los compromisos perdidos

La relación entre los responsables institucionales y los ciudadanos atraviesan una de las etapas más complejas desde la Transición. Algunas reglas no escritas entre electores y elegidos parecen haberse roto. Siempre se supo que las promesas electorales se hacían para incumplirlas pero parcialmente, en un porcentaje que no provocase la indignación del votante al sentirse engañado. Sin embargo, la mezcla de distanciamiento hacia la política y de crisis económica ha provocado que los compromisos resulten ya motivo de burla e incredulidad desde que nacen, desde que se presentan. Los niveles de irresponsabilidad que han alcanzado dirigentes como los de la Junta de Andalucía están en la raíz de este sentimiento, cada vez más generalizado. Cuando una institución presenta ahora un proyecto, es fácil escuchar como primera reacción de los paisanos algo parecido a un «ya veremos si se hace». Uno de los máximos exponentes de los fiascos que han originado estas actitudes es el proyecto de construcción de un nuevo hospital en Cádiz. La propia Junta de Andalucía, sin que ningún colectivo ni grupo social lo reclamara, anunció la construcción de un nuevo, enorme y moderno hospital provincial de referencia. Fue en 2005. Se firmaron decenas de protocolos, se organizaron decenas de actos, se presentaron planos, croquis y recreaciones. Ocho años después, no sólo es que no se haya avanzado nada, es que la consejera de Sanidad repite, cada pocos meses, que ni hay novedad ni la habrá. El proyecto ni siquiera tiene visos de empezar en los próximos dos años, cuando se sumarán diez desde que se anunció. El solar espera. El dinero no existe y la responsabilidad es un concepto antiguo. Nadie da la cara, ni explicaciones, sobre este escándalo, presentado como algo normal, inevitable.