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«No le des la espalda nunca, ni en el baño»

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Pertrechada de agua y alimentos ante el temor de que la crisis económica desencadenara el fin de la humanidad y cada vez más convencida de que estaba «perdiendo» a su hijo. Así pasó Nancy Lanza, la madre del joven que mató a 20 niños y seis profesoras en el colegio Sandy Cook, sus últimos días hasta ser acribillada a tiros en la cama. «Dijo que el comportamiento de su hijo estaba empeorando. Tenía problemas para llegar a él», confesó ayer un amigo de la familia.

El día en que tuvo lugar la tragedia en Connecticut, Ryan Kraft, antiguo canguro del chico, empezó a temblar sin poder pensar en nada hasta que minutos después por fin pareció encontrar sentido a los consejos que una vez le había dado Nancy sobre cómo cuidar al pequeño. «Tenle siempre la vista puesta encima, no le des la espalda nunca, incluso para ir al baño», recuerda que le dijo. Entonces Adam tenía entre 14 y 15 años.

Las advertencias de Nancy, sin embargo, contrastan con la naturalidad con la que acudía regularmente a practicar tiro con sus dos hijos, Ryan y Adam. Según vecinos y familiares, fue ella quien les enseñó a utilizar armas de fuego. Así se convirtió el tímido joven en «un certero tirador». Dan Holmes, uno de los allegados de la madre del atacante, reconoce que la mujer presumía de tener una colección de pistolas y rifles, de las que hablaba en el bar donde se reunía con sus amistades, 'My pizza place'. «Una vez me enseñó uno de sus rifles en la puerta de la casa», asegura mientras matiza que era «responsable» y que le gustaba disparar «como a mucha gente».