La explosión destruyó la sede de Al-Ikhbariya, una televisión progubernamental, en Damasco. :: AFP
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Irán seguirá fuera de las cumbres para resolver el «conflicto armado» de Siria

Naciones Unidas excluye a Teherán de la cumbre que este sábado en Ginebra analizará la situación del país

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Damasco mira a Ginebra, pero lo hace sin demasiada esperanza. Las últimas cumbres internacionales para encontrar una salida dialogada a la crisis que vive Siria desde hace ya 17 meses no han servido de mucho, y la del grupo de acción que se junta este sábado en Suiza nace debilitada tras la decisión final de no invitar a Irán, una medida que vuelve a dejar en evidencia la capacidad de mando de Kofi Annan, máximo valedor de la presencia de la república islámica como país con gran influencia sobre el régimen de Damasco. La presencia de Teherán era reclamada además por Rusia para acudir a la reunión internacional de Ginebra.

Esta cita se celebrará pocos días después de la publicación, también en la ciudad helvética, de un nuevo informe de la comisión auspiciada por las Naciones Unidas para investigar las violaciones de los derechos humanos en el país árabe, y del que se concluye que «en algunas zonas la lucha reúne las características de un conflicto armado no internacional».

La batalla dialéctica está servida, porque apenas 24 horas antes el presidente Bashar el-Asad se refirió por primera vez a la «guerra civil» que sufre Siria, algo a lo que todavía no hace alusión la ONU porque de ese modo «legitimaría determinadas acciones del Gobierno sirio en virtud del derecho internacional», según el jurista brasileño Sergio Paulo Pinheiro, presidente de la comisión.

El informe de 20 páginas sigue en la línea de los anteriores y alerta de que «la situación sobre el terreno se ha deteriorado peligrosamente y de forma rápida. En un contexto de creciente militarización, se están registrando violaciones de derechos humanos en todo el país a escala alarmante durante las operaciones militares contra las localidades en las que se cree que se ocultan los desertores o que se perciben como partidarias de los grupos armados antigubernamentales, incluido el Ejército Libre Sirio».

La ONU también acusa a los rebeldes de utilizar «a niños como portadores médicos, mensajeros y cocineros, exponiéndolos al riesgo de morir o de resultar heridos» y confirma «un flujo de nuevas armas y munición», con destino ambos bandos, que implica «el riesgo de que la situación se agravé aún más en los próximos meses».

Empleo de armas

Sergio Paulo Pinheiro pone sobre el papel lo que los sirios sufren en primera persona en los últimos meses y dibuja una oposición con «una creciente capacidad para acceder y emplear armas», pero reclama a la vez no subestimar «el hecho de que Siria es un Estado consolidado y con unas fuerzas armadas que mantienen una cadena de comando intacta», pese a las últimas deserciones.

«No sé por qué la gente no deserta en gran número, pero esto es una realidad», se lamentó el presidente de la comisión, para recordar después que el Ejército de El-Asad cuenta con alrededor de 300.000 efectivos.

Aunque el informe no aporta grandes novedades, parece que se acaba la paciencia de Damasco con la ONU. Su representante ante el Consejo de Derechos Humanos, Faysal Jabbaz Hamui, amenazó con suspender «todas las formas de cooperación» porque «son incapaces de aportar una solución constructiva al problema».

La misión de los observadores lleva ya diez días sin salir a patrullar debido al deterioro de la seguridad en el país y el plan de paz de Kofi Annan parece enterrado para siempre por el ruido de los combates que cada vez están más próximos a la capital.