EN DIAGONAL

Atrapado en un tubo

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La naturaleza humana está muy bien dispuesta hacia aquellos que se encuentran en situaciones interesantes. Ya lo escribió Jane Austen. Por eso en la portada digital de un periódico lo más leído no es que España esté al borde del rescate por la calificación de Moody's, sino la operación de un hombre con el pene atrapado en un tubo. Por la misma razón son interesantes las tribulaciones de Carlos Dívar. No habrá delito en sus viajes y cargos pero el presidente del Tribunal Supremo (TS) tiene delito aguantando lo insostenible. Es como si su fe le hubiera impulsado a ofrecerse en sacrificio, humillándose como Cristo en cumplimiento de la voluntad divina. No habrá vulnerado la ridícula normativa vigente pero la opinión pública echa humo. Igual que los neonazis la toman con los inmigrantes, la clase media cabreada, la gente normal, la toma contra la indignidad de cuello blanco y moflete brillante. ¿De verdad va a presidir el bicentenario del TS junto al Rey?