Tribuna

Selectividad para el concurso

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Todos sabemos que la realidad del concurso es la siguiente. De las 140 agrupaciones que participan, el 50% no son meritorias siquiera de cantar en preselección, y del otro 50% restante solo un 10% cosecharía la virtud necesaria para estar en semifinales. Así pensamos casi todos pero nadie se atreve a remediarlo. Cualquiera puede cantar en el teatro y de cualquier forma. No podemos seguir siendo tan complacientes a costa de hacer taquilla. Al 'Mármoles Macael' le gustaría jugar todos los años en el Nou Camp y contra el Barcelona, pero eso hay que ganárselo. La solución será imposible si no abandonamos ese argumento de que este concurso es de todos y para todos. Con esta manifestación jamás cambiaremos este certamen maratoriano en donde hay sesiones que el participante es perjudicado al actuar sin apenas público y en otras con un público que interactúa, o se cachondea mejor dicho, del participante.

Una solución (hay cientos).

La preselección no puede formar parte del concurso y debería realizarse a puerta cerrada, por ejemplo a primeros de diciembre. Tendrían que pasarla los grupos de nueva formación y todos aquellos que no superaron los cuartos, por tanto solo quedarían exentos de ella los semifinalistas del año anterior. El concurso de verdad empezaría a finales de enero formado por las treinta agrupaciones de las semifinales del último año y a las que sumaríamos las 26 primeras clasificadas (número estimativo) en dicha preselección. Los matices de esta 'selectividad', es decir, cuánto, dónde y cómo se canta, serían consensuadas por un comité representativo. Ahora fíjense. Siete sesiones del primer pase con ocho grupos cada una, cuatro para el segundo, también con ocho grupos, y la gran final con un máximo de tres por modalidad. Quedaría un concurso concentrado en doce días y en donde se vería la capacidad, creatividad y competitividad de los participantes. Dinámico y fluido por ser menos días. De calidad, al no incluir grupos anodinos ni letras de relleno, y por último con un público auténtico que asistiría ansioso a cada sesión. Seguramente este sistema no es válido para aquellos que se conforman con participar, pero para eso está la calle.