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Reconversión sindical

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Los sindicatos salen de esta legislatura laminados y en precario, después de haber errado sistemáticamente en el desempeño de su papel a lo largo de la crisis. De una crisis que nos ha ubicado frente al reto de modernizar a este país; a un país que se adocenó durante la bonanza al calor de la burbuja inmobiliaria.

Los sindicatos españoles, cuya concepción hubiese debido transformarse al compás de la propia evolución ideológica (ya no hay lucha de clases ni dictadura del proletariado ni correas de transmisión de los partidos de masas), no han contribuido en absoluto a esta modernización, que requería un gran esfuerzo por conseguir competitividad. Se han opuesto al avance de nuestro sistema productivo hacia el modelo de los países más avanzados y, lo que es más grave, se han alineado incondicionalmente con los trabajadores que tienen empleo fijo, con el más absoluto olvido de los jóvenes y de los parados. La obstinación por no flexibilizar la contratación laboral es responsable, además de la elevadísima tasa de temporalidad y del hecho vergonzante de que el desempleo juvenil sea más del doble del general.

En prueba de su desorientación, convocaron una huelga general contra la tímida reforma laboral que salió adelante tras su defección de las negociaciones, y registraron un revolcón histórico porque la movilización no obtuvo apenas respaldo social. Y ahora, en su búsqueda afanosa de popularidad, se han sumado a la negativa a la reforma constitucional, lo que les ha deparado nuevos desaires: sus manifestaciones han sido un fracaso y el movimiento del 15M les ha dado la espalda. Tampoco ha contribuido a su prestigio el hecho de que consuman generosos caudales públicos ni el descubrimiento de existen legiones de 'liberados', que se dedican no se sabe bien a qué menesteres.

Los sindicatos son, siguen siendo, esenciales para la defensa de la negociación colectiva y para el equilibrio social, pero ni CC OO ni UGT han acertado en avanzar hacia un modelo desburocratizado y profesional. Las instituciones sindicales de hoy, anquilosadas y demasiado caras, están abismándose sobre el precipicio y, de no mediar un cambio sustancial, pueden abocarse muy pronto al territorio de la irrelevancia.