Sociedad

M-CLAN O LA FUERZA DE TARQUE

El dúo murciano ofreció este jueves su mejor cara en un concierto en el Baluarte

CRÍTICA MUSICAL Actualizado: Guardar
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Una maratón se recorre en unas dos horas y diez minutos. Durante ese tiempo, el atleta no deja de moverse, de sudar, de sufrir y de hacer vibrar a los que lo contemplan. Si empleamos esa definición (esculpida para este artículo y no homologada en ningún foro deportivo) podemos decir que Carlos Tarque, vocalista del grupo M Clan, corrió una maratón sobre el escenario habilitado en el Baluarte de la Candelaria la noche del pasado jueves. Durante dos horas, no paró de moverse, de sudar y de hacer que la gente vibrase desde que comenzó a cantar hasta que, tras el ritual de los bises habitual, se despidió de Cádiz. Menos sufrir, hizo de todo. Tarque se mostró más que cómodo a la hora de repasar tanto las canciones de su último trabajo, 'Para no ver el final', como sus éxitos de siempre. Y todo, con mucho cariño, con una fuerza arrolladora que hacía imposible pensar que el señor de pelo rizado (que no paró de rascar durante toda la actuación) que estaba sobre el escenario estaba, todos necesitamos llegar a fin de mes, trabajando.

Los incondicionales de M-Clan se contagiaron de toda esa potencia y no pararon de botar, cantar y gritar desde que apareció hasta el último rasgueo de la guitarra de Ricardo Ruipérez. Unos incondicionales que se conocían al dedillo los últimos temas de un grupo que se ha quedado reducido a Tarque y Ricardo Ruipérez como 'Para no ver el final', 'Me voy a dejar llevar' (una de las más aclamadas) o 'Se hizo la noche cuando te conocí'. Y él saltaba, y el público vibraba. Y se movía, y lo jaleaban. Y a su orden el Baluarte era una sola voz y las luces se encendían. En pequeñas pausas entre canción y canción regañó primero al respetable («Uy, se os oye poco esta noche»), luego se disculpó («Hace mucho tiempo que no veníamos por aquí») e hizo propósito de enmienda («nos vamos a ver muy pronto»). Y, de cuando en cuando, espoleaba a los espectadores, como si del Falla se tratara, a la voz de «Cai, Cai», que apunto estuvo por cambiar por «caí», ya que en un par de veces se tropezó en el escenario. Su voz potente surgía con fuerza en temas como 'Roto por dentro', a la vez que la convertía en apenas un susurro cuando atacaba con 'Llamando a la Tierra', para que cantase (o lo intentara, ya que alcanzar el registro de este solista está al alcance de muy pocos) el graderío.

Y, como siempre, guardó lo mejor para el final. Además de presentar uno a uno a toda la banda que acompaña al dúo, sacaron a un miembro del equipo que cumplía años y, frente a todos, le cantaron el Cumpleaños Feliz. Cerró el espectáculo con tres de sus canciones más conocidas, 'Miedo', para los más románticos; 'Carolina', para los que solo conocen lo que programa la radio fórmula, y 'Quédate a dormir', para rendir su mejor tributo al dios Rock&Roll.