El presidente catalán Artur Mas./ Efe | Atlas
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Mas reclama a sus consejeros que traten de rehacer todos los puentes de diálogo con Madrid

El president del Govern trata de rebajar la tensión entre ambas administraciones y advierte de que no renunciará a la consulta

BARCELONA Actualizado: Guardar
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El Govern catalán celebró el sábado pasado una reunión extraordinaria en secreto, en la que el presidente Artur Mas reclamó a sus consejeros que intenten rehacer todas las vías de diálogo posibles con el Gobierno central.

La delicada situación financiera de la Generalitat, ahogada por la deuda y dependiente del grifo de Madrid para poder llegar a final de mes, obliga a Mas a tratar de rebajar la tensión entre ambas administraciones. Una relación que no pasa por su mejores momentos, en parte por el desafío soberanista lanzado por el dirigente nacionalista y la respuesta firme que ha recibido desde Madrid y en parte también por el tira y afloja que libran Ejecutivo central y autonómico en torno al contexto económico y la negociación de los objetivos de déficit para las comunidades autónomas. La penuria económica es de "emergencia nacional" para la Generalitat, que en los próximos meses lanzará una ofensiva política y legislativa para luchar contra la crisis e intentar buscar un cambio en la percepción que tiene la ciudadanía de que Cataluña está en un callejón sin salida económico.

Así, la consigna que tienen los consejeros catalanes es dialogar con el Gobierno central en todo lo que sea necesario, cada uno en su ramo, pero teniendo en cuenta dos líneas rojas que el Govern no traspasará: Mas no renunciará al derecho a decidir y no está dispuesto a poner en riesgo el estado de bienestar, según señaló este domingo la vicepresidenta de la Generalitat, Joana Ortega. El Gobierno catalán, por tanto, se resistirá a diseñar unos presupuestos con un objetivo de déficit del 0,7% del PIB, que implican un recorte de 4.500 millones, tanto como los ajustes aplicados entre 2011 y 2012. ERC ya ha dicho que no avalará unas cuentas que incluyan un tijeretazo semejante, lo que pone en peligro el futuro del propio Ejecutivo catalán.