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De la admiración a la obsesión

Cyrus ha sido la última famosa acosada por un seguidor, pero estrellas como Kournikova, Jodie Foster o Spielberg también han sufrido la 'locura' de sus fans

MADRID Actualizado: Guardar
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Los famosos internacionales cuentan con millones de fans alrededor del mundo, alguno dispuestos a hacer cualquier cosa por un simple papel firmado de su puño y letra como viajar millones kilómetros para ver a su ídolo unos segundos o llegar a tatuarse, por ejemplo, su nombre. Pero algunas veces la admiración pasa a la más pura obsesión y pone en peligro incluso la integridad de la propia estrella.

El último caso ha sido el de Miley Cyrus. Un seguidor de la actriz fue descubierto la semana pasada en el jardín de la protagonista de 'Hanna Montana' tras la llamada de un vecino que le vio saltar la verja exterior. Cuando la policía le detuvo le encontraron unas tijeras y un enorme corazón de tela por dentro de la chaqueta, además de afirmar que era "esposo" de Cyrus y que la conocía desde hacía varios años. Por suerte la actriz no se encontraba en la casa, por lo que el incidente no pasó a mayores. Sin embargo sí que han existido personas que han llegado a protagonizar historias que van desde la risa al horror, siempre influidas por la obnubilación que sentían hacia sus famosos preferidos.

La tenista Anna Kournikova sufrió el acoso de un mendigo, William Lepeska, que la seguía a todos sitios, incluso cambiaba de ciudad en ciudad cuando ella lo hacía. Lepeska, no contento con su persecución, también le mandaba emails y cartas subidas de tono y muy obsesivas, asegurando cosas como que "si fueran amantes no tendrían necesidad de otras personas, comida o agua". Pero una noche se atrevió a ir más lejos: cruzó a nado la bahía que separa Miami de la isla en la que vivía Kournikova y se metió desnudo en la piscina de la mansión al grito de "¡Anna, sálvame!". Sin embargo Lepeska se había equivocado de casa y los vecinos de la tenista se aterrorizaron al ver a un hombre desnudo en su piscina. Pocos minutos después fue detenido.

Como ya hemos hablado, los famosos más internacionales tienen seguidores por todo el planeta, y algunos están más cuerdos que otros. El caso de Úrsula Reichert-Habbisaw es uno de esos que no entiende de limitaciones geográficas. Esta mujer adoraba tanto a Richard Gere que se cambió desde su ciudad natal en Alemania, Kassel, a Nueva York para estar más cerca de su ídolo. Consiguió su teléfono y dirección, de las que hizo uso en varias ocasiones, dejándole mensajes en el contestador como "me quedaré contigo eternamente" o "puedo coger una pistola y matarme". Finalmente fue detenida a las puertas de la oficina de Gere cuando intentaba entrar, y aunque evitó la condena de cárcel, fue vetada de por vida en EE UU.

Casos inquietantes y grotescos

El caso de Jonathan Norman fue inquietante y grotesco debido a su obsesión sexual con Steven Spielberg. Fue detenido cuando intentaba entrar en la casa del director y productor, portando unas esposas, un rollo de cinta aislante, cloroformo, tenazas para los pezones y un cúter. En su coche encontrarían ademas mapas de su mansión, listados de familiares y amigos de Spielberg y varias navajas. Meses más tarde, en el juicio, reconocería que su intención era violar a Spielberg delante de su esposa e hijos, confesión que le valió 25 años en la cárcel.

Jodie Foster ha sido otra de las famosas que ha tenido que soportar el acoso de un fan algo desequilibrado, pero su caso además salpicó al mismo presidente Ronald Reagan. John Warnock estaba tan obsesionado con la actriz de 'Taxi Driver' -película que Warnock había visto una quincena de veces y le había metido en la cabeza la idea de matar a alguien- que se cambió de universidad porque oyó que Foster estaba cursando estudios en Yale. Allí la bombardeó con poemas y cartas e incluso llegó a llamarla por teléfono, asegurando que "no era una persona peligrosa". Sin embargo en una de las cartas escribió que provocaría una "muerte histórica" para impresionarla, y de hecho fue arrestado tras intentar asesinar al entonces presidente de los EEUU. Warnock fue declarado no culpable por "incapacidad mental" y le ingresaron en un psiquiátrico de alta seguridad donde aún permanece.

Uno de los casos más aterradores de acoso a famosos tuvo la desgracia de vivirlo en sus propias carnes la cantante islandesa Björk. Ricardo López tenía tal obsesión con la actriz de 'Dancer in the dark' que perdió su trabajo en Atlanta y se recluyó en su casa para grabar vídeos en los que decía ser "el ángel de la muerte" de Björk. Su comportamiento se volvió tan perturbado que cuando la cantante confirmó su relación con DJ Goldie, López se grabó diciendo que su relación con un hombre negro era "inaceptable" y le envió un paquete con un libro falso en su interior que contenía un spray ácido que se accionaba al abrirse. Por fortuna el 'regalo' fue interceptado por la policía antes de caer en manos de la cantante. Sin embargo la historia no queda ahí. Cuando los policías entraron en casa de López para detenerle se le encontraron muerto de un disparo en la cabeza y una cinta que estaba rotulada con una sola frase: "Ricardo López-Último día". Al visionarla se observaba a un López totalmente fuera de sí y completamente desnudo, que se rapaba la cabeza frente a la cámara, se pintaba la cara de rojo y sentado en una silla se suicidaba frente a un cartel en el que ponía "lo mejor de mí".

Y el caso contrario al de Björk, aunque con los mismos tintes dramáticos y dementes. El asesino de John Lennon, Mark Chapman, primero se obsesionó de forma enfermiza con el libro 'El guardián entre el centeno', de J.D Salinger, empezando a oir voces en su cabeza y desarrollando múltiples obsesiones, entre ellas matar al exBeatle. De hecho viajó hasta Nueva York en un par de ocasiones y en la última, y tras pedirle horas antes un autógrafo al cantante, le disparó en la puerta de su casa. La muerte de Lennon conmocionaría al mundo, y se convertiría además en uno de los episodios más inquietantes de personas obsesionadas con sus ídolos.