Cómo exprimir 48 horas en Santiago de Compostela
Silueta de la catedral de Santiago - miguel muñiz
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Cómo exprimir 48 horas en Santiago de Compostela

Qué ver, dónde comer... Razones por las que incontables peregrinos de todo el mundo viajan cada año a esta ciudad

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Qué ver, dónde comer... Razones por las que incontables peregrinos de todo el mundo viajan cada año a esta ciudad

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  1. Primera mañana: A vueltas con el Obradoiro

    Silueta de la catedral de Santiago
    Silueta de la catedral de Santiago - miguel muñiz

    El hallazgo en el siglo IX de un sepulcro con los supuestos restos del apóstol Santiago desencadenó una furia peregrinatoria que aún colea, y cada vez con más fuerza. Si a eso se suman los 30.000 estudiantes de la Universidad y el pulso de una capital regional, el resultado es un volcán de una vitalidad que ni siquiera los más de 150 días de lluvia al año logran apagar. Como dijo Suso de Toro, este es un sepulcro muy vivo.

    9.00 Desayuno con churros en el mercado

    El Mercado de Abastos de Santiago es un espectáculo olfativo tal, que nada tiene de extraño que sea el lugar más visitado de la ciudad después de la catedral. Dentro y fuera de estas naves de piedra, cuyas fachadas semejan capillas románicas, ‘maruxas’ y ‘pescantinas’ de las aldeas cercanas reclaman con piropos y galanterías la atención de los clientes, que se dejan querer, miran y remiran la mercancía, amagan con irse, vuelven para regatear… Hay pimientos de Padrón, ternera gallega, ‘bacallau’, marisco fresco de las rías, quesos, carne salgada, grelos… Hay artesanías, recuerdos y paraguas. Y hay también un bar, Churro Manía, donde se va a desayunar churros, lógicamente, aunque la fama le viene de que uno puede traer el marisco que ha comprado y pedir que se lo cuezan pagando el diez por ciento de lo que le costó, que no es mucho.

    10.00 La puerta del Camino

    A 200 metros del mercado, subiendo por Virxe da Cerca, se encuentra la Porta do Camiño, la principal de las siete que tuvo la ciudad, señalada como ‘primus introitus’ en el ‘Códice Calixtino’. Es una puerta teórica, de la que no queda más que el nom­bre, pero por la que siguen pasando en tropel los peregrinos haciendo cantar sobre el adoquinado las conteras metálicas de sus bordones. No ha cambiado mucho el ca­llejero del casco antiguo desde que Aymeric Picaud escribió en 1139 el mentado ‘Códice’, la primera guía del Camino. De hecho, el recorrido urbano que hacen los modernos romeros es idéntico al de entonces: casas Reais, rúa da Acibechería (donde, en la Edad Media, los artesanos del azabache ofrecían a los viajeros vieiras y cruces como recuerdo de Compostela), vía Sacra, praza da Quintana y, por fin, el Obradoiro.

    10.30 En el andamio del maestro Mateo

    El Obradoiro es el eje alrededor del que gira todo en Compostela, lo divino y lo humano. Y nada más humano que la multitud que toma la plaza de sol a sol, siendo aconsejable, para verla a placer, volver de anochecida. Mejor encarar la barroquísima fachada de la catedral, subir los 33 peldaños de su escalinata y entrar sin demora en ella. Permanece abierta de 7.00 a 21.00. A las 12.00 hay misa del peregrino y, con un poco de suerte, si alguien lo solicita y paga por ello, bamboleo de botafumeiro, ese ambientador colosal que donó el rey Luis XI de Francia en 1554, cuando a la muchedumbre de romeros le estaba permitido dormir dentro del templo. Éste y otros rituales (abrazar al Apóstol, venerar su sepulcro, pasar por la Puerta Santa…), por más que a veces se hagan de forma un tanto mecánica, tienen la virtud de entretener por igual al creyente que al mirón más escéptico. Para hacer algo más que rezar o mirar, se puede visitar el museo de la catedral y el vecino pazo de Xelmírez (donde suele haber exposiciones temporales), o recorrer con guía las cubiertas y las excavaciones arqueológicas, o subirse a los andamios que se usan para restaurar el Pórtico de la Gloria y ver, igual que la vio el maestro Mateo, esta obra cumbre del arte románico. Pero todo esto, pagando.

    A las doce hay misa del peregrino en el Obradoiro, eje alrededor del que aquí gira lo divino y lo humano, y, si alguien paga por ello, bamboleo de botafumeiro

    12.30 Caridad de lujo

    Aparte de la catedral y del románico pazo de Xelmírez (o palacio de Gelmírez), el Obradoiro tiene otros edificios importantes y llamativos, que son (mirando de izquierda a derecha, desde la puerta de la catedral): el colegio de San Xerome, sede del rectorado de la Universidad; el palacio de Raxoi, que aloja el Ayuntamiento; y el Hostal de los Reyes Católicos, antiguo hospital de peregrinos y hoy lujoso Parador. Algo muy curioso: el hostal tuvo siempre encomendada la caridad con los peregrinos y mantiene esta costumbre, dando todos los días de desayunar, comer y cenar a los diez primeros de ellos que se presentan. Eso sí: se les pide que muestren la Compostela y que hagan cola en la puerta cochera.

    13.00 La Berenguela y la Puerta Santa

    Rodeando la catedral por las rúas do Franco y de Fonseca, se descubre la praza da Praterías y la mejor vista de la Berenguela, el campanario de 70 metros que marca las horas de la ciudad. Aquí, en la esquina con la rúa do Vilar, se levanta la casa do Deán, de mediados del siglo XVIII, que alberga desde 2009 la Oficina del Peregrino, donde se entrega la Compostela. En 2012, se inauguró el Museo de las Peregrinaciones y de Santiago, una profunda y luminosa remodelación del antiguo Banco de España que ofrece a través de su lucernario perspectivas inéditas de la catedral y del casco histórico.

    Una escalinata da paso a la praza da Quintana, gran espacio abierto en la trasera de la catedral, de piedra dorada y verdosa por los cuatro costados, de un color especial que sólo existe aquí. La Quintana son en realidad dos espacios separados por otra escalinata: Quintana de los Vivos (la de arriba) y Quintana de los Muertos (la de abajo), así llamadas en recuerdo de un cementerio que ocupó la inferior. Aquí se abre la Puerta Santa. No mucho, la verdad, porque sólo lo hace los años jacobeos y el próximo es en 2021. En la siguiente plaza, al norte de la catedral, aparece el tremendo monasterio de San Martiño Pinario, otro de los conjuntos barrocos más fabulosos de esta barroca ciudad. Dicen, los que lo han medido, que es el monasterio más grande de España. Después del Escorial, claro.

    Fuente: Guía Repsol

  2. Primera tarde: A disfrutar de la gastronomía y el arte

    Restaurante Acio, en Santiago de Compostela
    Restaurante Acio, en Santiago de Compostela

    14.30 Mesa de reyes o barra de tapas

    Al lado mismo de la catedral podemos comer como reyes en Dos Reis, el restaurante del Parador. O dejarnos sorprender por la cocina japo-gallega de Casa Marcelo, a 50 metros del anterior. O tapear como se ha hecho toda la vida en la rúa do Franco y aledañas, en lugares tan clásicos como O 42 u O Patata, famoso este último por sus patatas guisadas. En Abellá, tenemos que pedir ‘cocodrilo’, que en realidad es carne de inofensivo cerdo con patatas fritas. En Central, croquetas y tortilla. Y en Orella, eso mismo, ‘orella’ (oreja) y sazonarla con tanto pimentón picante como nos apetezca.

    16.00 El café favorito de Valle-Inclán

    En la rúa do Franco se encuentra también, desde el siglo XVI, el colegio de Fonseca (hoy biblioteca de la Universidad), en cuyo claustro renacentista se está tan a gusto sentado con los ojos entrecerrados, que cuando se vuelve a abrirlos del todo ha pasado media hora. Luego el cuerpo pide despabilarse con parsimonia en alguno de los vetustos, doctos e inmutables cafés de la zona vieja, como el Casino o el Derby, el preferido de Valle-Inclán. Paseando arriba y abajo por estas rúas (Vilar, Nova, Orfas y Praza do Toural), se ven los típicos soportales de postal compostelana y palacios tan hermosos como el de Bendaña, coronado por un Atlas que, según dicen, dejará caer el pesado globo terráqueo que sostiene cuando pase una virgen o un estudiante que nunca haya suspendido. Alguno de éstos habrá (no es imposible) en la Facultad de Geografía e Historia, edificio neoclásico que puede y debe visitarse apuntándose a los tours guiados que organiza la Universidad, aunque sólo sea para contemplar la ciudad desde su azotea.

    18.00 Tarde de arte y de compras

    En las calles que estamos recorriendo tienen sus sedes varias fundaciones que son activos centros culturales, con exposiciones que importa ver. El pazo de Bendaña alberga la Fundación Eugenio Granell y en la rúa do Vilar se hallan la Fundación Torrente Ballester y el Centro Cultural Novacaixagalicia. También abren sus puertas en esta zona media docena de galerías de arte. Y para comprar (aparte del propio arte), tenemos desde el mercadillo hippie de rúa Nova hasta las platerías de la praza das Praterías, pasando por una montaña de cosas ricas: vinos y aguardientes gallegos, en O Beiro; conservas de pescado y marisco, en Catrineta; panes especiales y pastas, en A Troia; quesos y chorizos caseros, en Cancelada, y de todo, en Manxares de Galicia.

    21.00 Cocina moderna de mercado

    Dos opciones igualmente modernas y apetecibles para cenar: Acio, con platos llenos de imaginación y técnica; y la cocina sin nevera de Abastos 2.0, que está, como su nombre indica, en el Mercado de Abastos, y ofrece lo mejor que hay en éste cada día.

    22.30 Marcha y calma nocturnas

    Modus Vivendi, Ultramarinos y Retablo son buenos lugares para tomarse una copa, bailar o escuchar música en directo en la ciudad vieja. De camino (o de vuelta ya), hay que pasar por el Obradoiro para ver la plaza sin gentíos, iluminada por la luz de las farolas. Sentarse junto a la fuente de la Praza das Praterías a escuchar el rumor del agua y pasear casi solos por la Praza da Quintana, donde Lorca hizo danzar a la Luna en sus ‘poemas galegos’, son otros placeres reservados para los que nunca tienen sueño.

    Fuente: Guía Repsol

  3. Segunda mañana: Por el Santiago contemporáneo

    Museo do Pobo Galego
    Museo do Pobo Galego - turismo de Santiago de Compostela

    10.00 La mejor vista de la ciudad

    Lo ideal, si el tiempo lo permite, es desayunar en las terrazas de Porta Faxeira. Esta puerta, que ya sólo es de aire (como la del Camiño y todas las que tuvo Santiago en su día), separa la ciudad medieval, la que recorrimos ayer, de la Compostela del siglo XIX y principios del XX, la del Ensanche y la del parque de la Alameda, un jardín romántico por el que vamos a subir con el café aún caliente en el estómago para disfrutar de una de las mejores vistas de la ciudad y de las agudas torres de la catedral.

    11.30 Una escalera muy original

    Otra buena vista del skyline compostelano es la que brinda el parque de Bonaval, antaño cementerio y huerta monacal, que cae al otro lado del casco histórico. Se puede venir andando (15 minutos desde Porta Faxeira), pero es mejor hacerlo en coche, porque esta tarde lo vamos a necesitar. Aquí, en el que fue convento de San Domingos y ahora Museo do Pobo Galego, está la famosa escalera de caracol que diseñó Domingo Andrade, que tiene en un mismo hueco tres rampas distintas; una obra audaz y bienhumorada del albor del Siglo de las Luces, que hace que uno se pregunte por qué ya no se hacen escaleras así.

    13.00 Arte y arquitectura contemporáneos

    Para ver las audacias que ahora se estilan, sólo hay que mirar al lado, al Centro Galego de Arte Contemporánea, un edificio racionalista del portugués Álvaro Siza que, desde que se inauguró en 1993, se ha convertido en un espacio de referencia en Galicia por las exposiciones, conferencias y seminarios que alberga. Curiosamente, su revestimiento de granito tostado, que todo el mundo pondera como un acierto, por lo bien que combina con la masa pétrea del vecino convento, no fue previsto por el arquitecto luso, que en realidad había pensado en recubrirlo con una piel de mármol blanco. Perdió el marmolista, pero ganó Compostela.

    Fuente: Guía Repsol

  4. Segunda tarde: Arquitectura en equilibrio y espectacular

    Colegiata de Santa María de Sar
    Colegiata de Santa María de Sar - santiago de compostela turismo

    14.00 Dos opciones para comer

    Nos podemos quedar a comer en Kuinart, la cafetería del museo, que tiene una terraza con vistas al convento y un menú diario con productos de mercado y toques de cocina de autor. O, ya que hemos traído coche, podemos ir al barrio del Sar, a un kilómetro al sur del parque de Bonaval.

    16.00 La torre de Pisa gallega

    En este mismo barrio, pero al otro lado de la circunvalación SC-20, se encuentra Santa María a Real do Sar, que es, junto con la catedral, la iglesia de Compostela que conserva más y mejor su primitiva traza románica. Lo verdaderamente singular de Santa María, sin embargo, es que, por un error técnico en la construcción o por la inestabilidad del terreno, a menudo inundado por el río, sus columnas se inclinan visiblemente hacia las naves laterales, dando la impresión de que va el templo a venirse abajo en cualquier momento. De hecho, si no lo hace, es porque en los siglos XVII y XVIII se le añadieron unos robustos arbotantes. Atención también al claustro: es el único románico de la ciudad y en él trabajó el taller del maestro Mateo.

    17.30 Cidade da Cultura

    El resto de la tarde lo vamos a dedicar a conocer el más ambicioso proyecto cultural y arquitectónico que se ha planteado nunca en Santiago y en toda Galicia, la Cidade da Cultura, obra del neoyorquino Peter Eisenman. Aunque se puede acceder libremente a los espacios y recorrer los exteriores del complejo, desde las Torres Hedjuk hasta la plaza central, para descubrir los secretos y entresijos de la Cidade hay visitas guiadas sin necesidad de reserva previa a las 11.30 y las 17.30, que salen del Punto On. La gran atracción del complejo es el Museo Centro Gaiás . La espectacularidad de su fachada, sus casi 43 metros de altura y sus más de 16.000 metros de superficie hacen que todas las miradas y todos los visitantes converjan en él. Es una obra de arte en sí mismo, que avalora las exposiciones que acoge en sus tres pisos.

    20.00 París-Dakar

    Después del Camino de Santiago, la ruta más famosa que hay en Compostela es el París-Dakar, que nada tiene que ver con el rally homónimo. Mide solo 200 metros, discurre casi íntegramente por la peatonal rúa do Franco y consiste en irse tomando una taza de ribeiro en todos los bares del trayecto (cerca de 30), desde el París hasta el Dakar. Más divertido que ir tragando polvo y buscando puntos de control por un desierto ya es. No hace falta decir que es un invento de los estudiantes compostelanos y que, fuera de ellos, nadie en su sano juicio hace la ruta completa, ni se echa al coleto el ribeiro (o el albariño) sin su correspondiente tapa.

    Fuente: Guía Repsol

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