Olivo que representa al sur y a Doña Justa, Lebeña
Olivo que representa al sur y a Doña Justa, Lebeña - AURKEN SIERRA

La historia de amor que duró mil años entre dos árboles de Cantabria

Visita a la iglesia de Santa María de Lebeña, donde un olivo y un tejo simbolizan una larga relación

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Circulando entre dos montañas por un estrecho desfiladero finalmente se abre un claro entre las rocas y deja ver la iglesia de Santa María de Lebeña. Años antes de que llegaran los primeros monjes, los druidas se reunían en ese lugar para rezar a sus dioses alrededor del tejo sagrado, sin duda un lugar aislado y seguro, entre montañas. Fue en estas montañas donde se inició la Reconquista de la Península al Islam, y desde los majestuosos Picos de Europa, a uno y otro lado de sus montes, se organizó el desafío a los invasores. De aquellos primeros años quedaron consolidadas estirpes de nobles que poco a poco fueron asentándose en los valles del norte.

Se dice que la iglesia

fue construida por Don Alfonso, conde de Lebeña, para albergar los huesos de Santo Toribio de Liébana. Sus restos descansaban (y descansan) en el monasterio de Santo Toribio, a 12 kilómetros de distancia internándose en el valle por el desfiladero. Ante la negativa de los monjes a ceder al santo, el conde fue con sus siervos a robarlos; mientras estaban cavando todos se quedaron ciegos, según la leyenda, por castigo divino. Don Alfonso ofreció a los monjes todos sus bienes si se le restauraba la vista, y así fue.

El tejo, partido por un rayo, junto a Santa María de Lebeña
El tejo, partido por un rayo, junto a Santa María de Lebeña - J.A.B.S.

Dado que la zona era especial y mágica para las antiguas religiones cántabras, había un tejo al lado de la iglesia. Cuando se terminó la iglesia, Don Alfonso la consagró al tejo, como reminiscencia del pasado y muestra del sincretismo latente en la sociedad. Don Alfonso se había casado con Doña Justa, una noble del sur de la península, que se sentía sola y alejada del sol y de su tierra. Como muestra de amor, plantó un olivo, típico del sur, junto al tejo. Durante 1.091 años ambos árboles estuvieron juntos, como símbolo de Don Alfonso y Doña Justa, y del norte y el sur, y de las tierras del norte y las de la Reconquista también.

En 2007 el tejo fue alcanzado por un rayo y se partió en dos. Pero los amores de verdad nunca mueren y en un invernadero privado de Colunga, Asturias, están tratando una de las ramas del tejo, que pronto volverá junto a su olivo.

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