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Análisis

«Kirby y el pincel del arcoíris»: de ruta entre plastilina

Un amable plataformas con toques de ingenio sin grandes exigencias

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Kirby, la enorme bola rosa de Nintendo acostumbrada a tragar rivales y expulsarlos, cambia su habitual sistema de juego. Ahora la mecánica consiste en trazar líneas para guiarlo en un mundo de plastilina con un manejo indirecto del personaje, movido a impulsos, buscando recuperar el color secuestrado de su mundo.

El nivel artístico alcanzado en «Kirby y el pincel del arcoíris» ( WiiU) supera cualquier apartado del juego. Colorista, moldeable, y con una perfecta animación a imitación del «stop-motion». Amable y bonito. Sin embargo, el manejo del juego, exclusivamente a través de la pantalla táctil del GamePad, aparta por completo la vista del televisor, en una mecánica más propia de una consola portátil. Un punto que impide disfrutar al cien por cien del atractivo apartado gráfico.

El juego de plataformas de recorrido lateral presenta obstáculos, puzles, ingenio, transformaciones del héroe y malos finales, en una sucesión de niveles temáticos. El escaso desafío, sin embargo, desvirtúa un juego que ofrece poco interés por volverlo a jugar una vez superado, aunque perfectamente accesible a los jugadores más inexpertos.

«Kirby y el pincel del arcoíris» permite la posibilidad de multijugador local, aunque asimétrico, con predominio absoluto del poseedor del GamePad, mientras el resto hacen de ayudantes en un juego precioso, entretenido, fácil de jugar, pero con mecánicas repetitivas.

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