Santiago Martín

Tiempo de puentes, no de muros

No merece la pena insistir más en pronunciamientos de los obispos de apoyo o de condena al «procés». En lo que hay que insistir ahora es en restaurar la paz social

Santiago Martín

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Cuando, a finales de septiembre, el Episcopado publicó una nota sobre el referéndum-trampa que iba a tener lugar pocos días después, muchos criticaron a los obispos por ser demasiado tibios en la defensa de la unidad de España. No fue mi caso y no lo fue porque hay que saber las limitaciones inherentes a los comunicados que se obtienen por consenso . Lo importante de aquella nota, refrendada por unanimidad por todos los obispos de la Comisión Permanente -incluidos los obispos de Urgel, Tortosa y Barcelona-, era que se pedía el respeto a la Constitución -lo cual excluía el referéndum- y que, si bien se pedía «salvaguardar los derechos de los diferentes pueblos que conforman el Estado», en ningún momento se hablaba de «diferentes naciones», usando un término que, en cambio, sí utilizaba el líder socialista. Me hubiera gustado que se volviera a decir lo que la Conferencia afirmó en 2006, que la unidad de España es un «bien moral», pero comprendo que difícilmente podía defender eso quien en aquel año fue una de las pocas excepciones episcopales que no firmó ese documento.

En cambio, el discurso del cardenal Blázquez como presidente del Episcopado, el lunes, en la inauguración de la Plenaria, no era un texto de consenso, sino personal. Por eso, el arzobispo de Valladolid se mojó un poco más, siempre dentro de la prudencia que le caracteriza. Sin llegar a decir que la unidad de España es un bien moral, sí afirmó que «el orden constitucional es un bien común». Apoyaba claramente el restablecimiento de ese orden -en lo que se ha entendido como el visto bueno a la aplicación del artículo 155- y recordaba que «la normalización de la vida social y el correcto funcionamiento de las instituciones suponen y exigen el respeto de la ley, que regula nuestra convivencia».

No merece la pena insistir más en pronunciamientos de apoyo o de condena. En lo que hay que insistir ahora es en restaurar la paz social, en cicatrizar las heridas, en sanar la fractura que este estúpido «procés» ha abierto, incluso dentro de las familias. A eso tiene que apuntar la Iglesia en este momento, dentro y fuera de Cataluña. Como ha dicho el Papa reiteradamente, es tiempo de puentes y no de muros.

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