El Papa con varios niños en el Hospital Pediátrico de Asunción, Paraguay
El Papa con varios niños en el Hospital Pediátrico de Asunción, Paraguay - afp

El Papa conmueve a Paraguay visitando a niños con cáncer y problemas cardíacos

Afirmó que «Jesús se enfadó mucho con los Apóstoles porque no dejaban que los niños se le acercasen»

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Del mismo modo que puso ante los ojos de toda Bolivia la vergonzosa cárcel de Palmasola el viernes, el Papa Francisco convirtió el sábado en protagonistas a los niños enfermos del Paraguay visitando a primera hora un hospital pediátrico en las afueras de Asunción. Fue un encuentro alegre, un poco desordenado, informal y muy conmovedor: un momento de alegría con familias que sufren mucho en silencio.

En el hall de entrada se encontró con un recorte de una fotografía suya a tamaño natural, junto a la que los chicos y sus familias se han estado haciendo fotos mientras preparaban su visita. Pedrito Ramón, un paciente de ocho años afectado de aplasia medular, le escribió una carta y le hizo un dibujo que no pudo entregar, pues falleció hace unos días cuando ya faltaba muy poco para la visita de Francisco.

El Santo Padre llegó en un sencillo automóvil blanco –como siempre, el más pequeño de la comitiva–, y fue recibido por algunos jóvenes pacientes y los directivos del Hospital «Niños de Acosta Ñú», que cuenta con un centenar de camas y recibe ayuda del Policlínico de Módena, Italia.

Francisco dedicó un buen rato a charlar con cuatro niñas que han recibido trasplantes de corazón, acompañadas de sus padres. Se emocionó, sobre todo, con los pequeños pacientes de oncología: niños con cáncer, de los cuales algunos saldrán adelante y otros no. Los chiquillos le entregaban dibujos, cartas y pequeños regalos, incluido uno bastante inesperado: el gallo «Felipe», la mascota de uno de ellos.

Un Papa cercano y espontáneo

A continuación, en un encuentro con los niños, los padres y el personal a las puertas del pediátrico, el Papa comentó a los chiquillos que «Jesús se enfadó mucho una vez con los Apóstoles. ¿Y saben por qué? ¡Porque no dejaban que los niños se le acercasen!». El aplauso de los pequeños fue inmediato y atronador.

Una chiquita lo tomó al pie de la letra y se fue corriendo con un paquetito para regalárselo al Papa. Naturalmente, el servicio de seguridad no hizo nada para impedir que se acercase, y la pequeña logro su objetivo.

Era todo muy espontáneo. Cuando Francisco les dijo que iba a dar la bendición, uno de los chiquillos que se le habían acercado y que lo agarraba por la cintura, le interrumpió para decirle algo y entregarle un objeto rectangular amarillo.

El Papa le escuchó, le hizo un gesto de cariño, tomó el regalo y lo enseño a todos conmovido y orgulloso: «Me acaba de dar su credencial para que le recuerde. Eso es lo que tenemos que ser: sencillos como los niños».

Cuando iba a subir al automóvil, una mujer se acercó llevando a su hija pequeñísima y semidormida apoyada en el hombro. Era evidente que la chiquilla estaba enferma. El Papa la besó con cariño mientras los adultos, a su alrededor, lloraban.

El cariño de las «Villas de la miseria»

Francisco continuó su camino hacia el santuario de la Virgen de Caacupé, patrona del Paraguay, que conoce muy bien pues buena parte de los habitantes de las «villas miseria», las ciudades de chabolas de Buenos Aires, son inmigrantes muy pobres de Uruguay, sobre todo mujeres que hacen trabajos domésticos, sin permiso de residencia ni protección social.

El entonces arzobispo Jorge Bergoglio dedicó la nueva iglesia, muy modesta, de una de las «villas miseria» a la Virgen de los Milagros de Caacupé, y la visitaba con frecuencia para ayudar al párroco y charlar con las familias, lo mismo que hacía en las otras «villas», que suelen contar con veinte o treinta mil habitantes.

Por eso el viernes, durante su encuentro con las autoridades del Paraguay en el palacio presidencial de Asunción, el Papa añadió al discurso que estaba leyendo un saludo muy cariñoso a «los paraguayos de Buenos Aires».

Algunos de ellos, junto con muchos argentinos se han puesto en camino para participar en la misa del sábado en Caacupé o la del domingo en Ascensión. Llegarán más de medio millón, incluida la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, para su sexto encuentro con el Papa.

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