Las cinco mejores series españolas de 2022

Ha sido un buen año para la ficción nacional. No por calidad, que también, sino por cantidad. Por variedad

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Óscar Rus

Óscar Rus

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No ha sido 2022 un año extraordinario de ficción televisiva; tampoco pésimo. Hubo cosechas peores, como la de 2021 , con 'Cardo' como única y verdadera revelación (vuelve ya, en febrero). Y mejores, como la del Covid, con 'Patria', 'Antidisturbios' y 'Veneno' (la secuela ya está rodándose). La santísima trinidad .

2022 ha sido un buen año para las series españolas. No por calidad, que también, sino por cantidad. Por variedad. El premio del público se lo lleva 'Entrevías' . Y Coronado. O 'La unidad' , si supiéramos cuánta gente la ha visto en Movistar. Aunque para baño de masas el de 'La última' , la primera serie española de Disney y de Aitana. En las tres sale Luis Zahera ; hay una cuarta: 'Operación Marea Negra' . El tío no para. Tampoco tendrá queja el colectivo con 'Smiley' y 'Madres' . El colectivo de señoras: oy, oy, oy.

El premio de la crítica se lo lleva 'Fácil' ; también el de mejor interpretación femenina para su cuarteto protagonista. O no porque está 'Intimidad' , 'Las de la última fila' y 'Heridas' (menuda fiesta de pelucas). Mujeres que se ayudan. Los 'malos' son ellos (no todos). En la primera sale y sobresale Patricia López Arnaiz . En la segunda, Mariona Terés . En la tercera, Sonia Almarcha . Todas ellas están por encima del guion, de los diálogos. Como Elvira Mínguez en 'Desaparecidos' (Prime Video) y Laura Ramos en 'Entrevías'. El actor revelación, sin ser él nada de eso, se lo lleva Javier Botet en 'Dos años y un día' .

Vayamos al turrón. Estas son las cinco mejores series españolas de 2022 , o sea, las que más gustaron a quien escribe.

Ser o no ser (RTVE)

Ander Puig, en 'Ser o no ser' RTVE

Dice poco, o mucho, que la mejor serie que ha emitido este año la televisión pública española no haya pasado por el horario de máxima audiencia; sí por La 1, donde tuvo un pase en la madrugada. 'Ser o no ser' es del canal 'online' Playz, como lo son 'Yrreal', 'Riders' y 'Drama' , series españolas, cortas y buenas (alguna, muy buena) sobre la juventud y la sociedad del momento. Seis episodios que no llegan a la media hora. Aquí, el protagonista, al que interpreta el primerizo Ander Puig (antes de 'Élite' ), es un adolescente trans que cambia de instituto para hacer teatro. Mamá, quiero ser artista. Allí nadie le conoce, así que borrón y cuenta nueva.

Hay líos de faldas, por supuesto. Y enredo. Es una serie de instituto. Cada chaval tiene su dilema. Su 'crush'. Su desencanto. También la profesora (Emma Vilarasau). A su creadora, Coral Cruz ( 'Uno para todos' ), le interesaba la creación de una identidad. Pero el conflicto del personaje titular, como en la canadiense 'Más o menos (Sort of)', no es su expresión de género, que la tiene bien clara, sino el cáncer de su madre (Anna Alarcón); una que pone las cosas fáciles a su hijo, que le toca madurar de golpe y ser el hombre de la casa. Él no es ningún santo y de paradojas está hecha la buena ficción, independientemente de la temática ( LGTB , en este caso). 'Ser o no ser' trasciende las siglas.

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Días mejores (Prime Video)

Francesc Orella y Marta Hazas, en 'Días mejores' Prime Video

El premio a mejor selección de intérpretes, si existiera, habría que dárselo a 'Días mejores' . En concreto, a su directora de 'casting', María Rodrigo, hija de Teresa Rabal, que hace un cameo como viuda alegre. El premio a actriz revelación se lo llevaría Ana Morgade , que sale en 'flashbacks', o Marta Hazas, de cuerpo presente. Hace también de viuda en plena negación. Hasta ella está bien, muy bien, como una de los pacientes de la psicóloga interpretada por Blanca Portillo, cuya protagonista comparte problema, adicción, con la de la cuarta temporada de 'En terapia' (HBO), otra serie que tumba en el diván a un grupo de personajes. Aquí, son cuatro quienes pasan por consulta, juntos pero no revueltos (al principio), para que les lean la cartilla. Algunos acuden a regañadientes. Otros están por la labor. A todos se les ha muerto alguien (el padre o la madre de sus hijos) y tienen mucho que decir, un nudo en el estómago que deshacer.

Cada uno de los diez capítulos está centrado más o menos en un personaje (el quinto, para Portillo, con Pedro Casablanc) y entremezcla la interacción de los cinco bajo el mismo techo (la tensión, la comprensión) con escenas en sus casas, en sus trabajos, con los suyos, con los vivos. A diferencia de 'En terapia' , que lo juega todo a una conversación, en 'Días mejores' sí se traslada a imágenes lo que cuentan los pacientes. Y lo que no cuentan también. El narrador es de fiar. Francesc Orella, el Merlí de 'Merlí' , es quien más se hace de rogar como un ejecutivo agresivo. También quien más desarma al personal. A pesar del drama, la tragedia, de tener el corazón en un puño, 'Días mejores' es un visionado reconfortante. Hay sitio para el humor. Y encima va mejorando con el paso de los episodios: lo nunca visto en una temporada debut. La segunda ya está grabada.

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No me gusta conducir (TNT España)

Juan Diego Botto y Leonor Watling, en 'No me gusta conducir' TNT España

A Leonor Watling, tan fuerte, tan frágil, habría que ponerle un piso por 'No me gusta conducir' . Darle un premio como actriz secundaria. O las gracias. Menuda química derrocha con Juan Diego Botto, el 'insoportable' protagonista, un profesor de universidad, un sabiondo, que a sus cuarenta años y por cosas de la vida (una muerte, un divorcio) tiene que sacarse el carnet de conducir. Modesto, baja… que sube Lopetegui. A él no le hace ninguna gracia apuntarse a la autoescuela y precisamente por eso, esto es comedia. Una muy emotiva. Y muy buena. El segundo capítulo es incluso mejor que el primero (son seis episodios de 20-30 minutos) y encima termina con un temazo de Ladilla Rusa; el mismo que sonó en 'La reina del pueblo' . Dirige Borja Cobeaga, o sea, el creador. Contribuyen al guion, entre otros, Borja Glez. Santaolalla y Diana Rojo, los de 'Luimelia' , comedia romántica.

Botto y Watling hacen de exnovios que, por llevarse bien, se hacen mal. Ella sigue teniendo las llaves del piso de él. A terapia de parejas ya no pueden ir, pero, como en una 'road movie', lavan los trapos sucios en la carretera. A él, con su metro ochenta y su cara de pillo, le pintan feo con pantalones que necesitan dos vueltas de cinturón, pero quien es guapo es guapo. Le emparejan con Lucía Caraballo, veinteañera, alumna suya de Literatura y compañera de volante. Es de agradecer que no haya tensión sexual entre estos dos. En Cuenca acaban. Amistad intergeneracional. Les une cierta tirantez familiar. Porque 'No me gusta conducir' va de padres e hijos, de hermanos, como los profesores de autoescuela que interpretan David Lorente –protagonista secundario o secundario protagonista– y Carlos Areces .

Aunque para estrella invitada, Marta Larralde, que aparece de vez en cuando para echar un café y tirar la caña. Hasta su personaje, breve y encantador, tiene un arco dramático. Lo que puede dar de sí una premisa que cabe en una servilleta de bar. Fácil (parece) y para toda la familia.

La Ruta (Atresplayer Premium)

Sonia Almarcha, en 'La Ruta' Atresmedia

Los años noventa y la Ruta Destroy están de moda en las series españolas. 'El inmortal ', en Movistar Plus+. 'Nacho', que iba para Lionsgate+ ( que chapa ) y acabará en Atresplayer Premium. Y 'La Ruta' , también en la plataforma de Atresmedia, que va a joya por año tras 'Veneno' y 'Cardo'. (no es oro todo…). En Movistar están a por uvas. Porque quienes producen 'La Ruta' son los mismos que los de 'Antidisturbios': Caballo Films. O sea, Sorogoyen ( 'As Bestas' ) y compañía. En los agradecimientos también sale Isabel Peña. Los del cine haciendo televisión. Es donde ahora se corta el bacalao. Y pasa lo que pasa.

Hay excepciones, como 'La Ruta' , creada por Borja Soler y Roberto Martín Maiztegui. Un valenciano y un madrileño. Nacidos en los ochenta, criados en los noventa. En ambas décadas se ambienta su serie, que empieza por el final. La casa por el tejado. Ocho episodios. Rebobinan que da gusto. El primero transcurre en el año 93. El último, en el 81. Del ocaso (de la movida, de una amistad) al esplendor y del esplendor al origen. Y entremedias, un contratiempo, una desgracia que rompe una familia, separada por la fiesta, y un grupo de amigos, unidos por la fiesta. Sexo, drogas y 'techno'. Claro que suena Chimo Bayo. Y termina con este temazo de Salva Aleixandre y Fran Lenaers .

'La Ruta' es un rompecabezas y como tal, el público no tiene la imagen completa hasta el último momento. La foto 'finish'. Coge velocidad a partir del ecuador con un combo de capítulos dirigidos por Belén Funes ( 'La hija de un ladrón' ). Hay sorpresa. Hay trampa. Lo que parece una historia de cuatro colegas (cinco) que saltan de una discoteca a otra (una anécdota por aquí, otra por allá), acaba revelándose como una preciosa y precisa historia de dos hermanos, el 'bueno' y el 'malo', a los que interpretan magníficamente Àlex Monner y Guillem Barbosa. Su madre es Sonia Almarcha, que aquí y en 'Heridas' se confirma otra vez como una de las mejores actrices de nuestro país. Por detrás viene Claudia Salas, la Toni, que parte la pana durante el sexto episodio; el mismo que acaba con una escena de baile que roza lo fantástico, lo onírico. Podría haber caído en lo ridículo. 'La Ruta' no es un sueño y es la mejor serie de 2022.

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Rapa (Movistar Plus+)

Mónica López, en 'Rapa' Movistar Plus+

A Mónica López, los hermanos Coira –director y guionista– le debían una tras lo que le hicieron en 'Hierro', atípico policíaco de dos temporadas (14 episodios) con Candela Peña como una jueza de mucho genio, una goda a la que mandan a paseo para trabajar. La isla y sus demonios. Las dos mujeres hacían buenas migas, pero aquello acabó mal, en el mar. Así que en 'Rapa' , lo nuevo de los Coira y Fran Araújo, Mónica López es ascendida. Gana protagonismo, pero pierde su acento canario. Repite cargo: guardia civil. Aquí es una madrileña en Galicia, donde transcurre el crimen. El primero porque, como manda el género, un asesinato lleva a otro. La sangre llega al río.

A pesar de las coordenadas (un cadáver en un pueblo), 'Rapa' es el anti 'whodunit' porque, a la primera de cambio, revela precisamente quién lo ha hecho ('Who has done it?') para convertirse en algo más entretenido y menos visto en nuestra ficción: el juego del gato y el ratón. Está la opción de ir con el asesino. O asesina. El argumento es de peso. Y encima, el 'partenaire' en la sombra es un profesor de literatura –vaya, como Lopetegui– al que interpreta Javier Cámara , que también sale en 'No me gusta conducir' como famosísimo escritor de superventas. En 'Rapa' es todo lo contrario: un don nadie sin nada que perder porque tiene los días contados. Y un pelín don Juan, pues hay cierta tensión sexual no resuelta entre el dúo investigador.

'Rapa' es rara y familiar a la vez. Cada episodio es mejor. Se sufre con el sexto y último de la primera temporada (habrá segunda, ya rodada). Qué cabronada. Un 'thriller' que da gusto y rabia ver.

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