Carrière y la muerte

El autor reflexiona sobre cómo el dramaturgo y guionista trataba el tabú del final de la vida

Fotograma de la adaptación de Jean-Claude Carrière de 'Cyrano de Bergerac' (Rappeneau, 1990),

Asier Mensuro

Acaba de fallecer a los 89 años Jean-Claude Carrière y, en estos momentos, me acuerdo de que siempre me ha gustado cómo trataba un tema tabú en la sociedad contemporánea, como es la muerte .

Quizá sea por su relación con Luis Buñuel , del que fue estrecho colaborador en su etapa francesa. El ateo calandino tenía el tránsito al más allá (o a la nada) entre sus obsesiones recurrentes; y la mejor prueba de ello es el guión que escribieron mano a mano titulado 'Agón' (Agonía, 1978) que versa sobre el combate entre la vida y la muerte.

Una cosa que me gusta mucho es la actitud de ambos, que se ríen como estrategia para hacer frente a la finitud humana. Así, cuenta Carrière en 'Mi último suspiro' una broma recurrente entre él y cineasta aragonés.

Jean-Claude acudía a ver a Buñuel y se lo encontraba tendido en el suelo inmóvil, como si hubiera sufrido un ataque repentino que le hubiera fulminado. Sin alterarse, y aguantándose la risa, le decía: «No cuela, Luis. Levántate, que tenemos que trabajar» .

Carrière era además un habilidoso dibujante, y acostumbraba a trazar unos dibujos en una libreta que llevaba durante los retiros en los que él y el sordo de Calanda se encerraban para escribir los guiones de alguna de sus películas. Así, acuden a mi mente una serie de retratos que realiza de Buñuel, que son auténticos gags sobre la muerte, en el que se muestra ese más allá de una forma muy mexicana, al sustituir el rostro de Luis por su propia calavera. En todos ellos, los personajes que conversan con el fallecido Buñuel, se empeñan en decirle una y otra vez que le ven estupendamente, ¡incluso mejor de lo que le han visto nunca!

También me gusta que Carrière reivindique la idea de que el cariño permanece tras la desaparición del ser querido. Y donde mejor lo expresa es en su extraordinario libro ' Buñuel Despierta ', en el que se atreve a resucitar al sordo aragonés con intención de poder conversar con quien fue su amigo y maestro.

Me gusta cómo se ocupa de la muerte en otros trabajos suyos. Por ejemplo, me conmueve la escena de su adaptación de 'Cyrano de Bergerac' (Rappeneau, 1990) , porque me parece hermoso morir contemplando el rostro de la persona amada; y me sobrecogen las escenas del proceso y ejecución de 'Danton' (Wajda, 1983) , porque muestran la locura humana, en la que se puede ejecutar a un ser humano en nombre de los más puros ideales.

Pero, sobre todo, pienso en la novela gráfica 'El cielo bajo el Louvre', escrita por Carrière para la colección de cómics que edita el primer museo de Francia. La historia protagonizada por el pintor Jacques-Louis David durante los años del Terror hace hincapié en el retrato de Marat asesinado en su bañera; y en el inacabado lienzo del joven Bara, muerto en heroico combate en nombre de la Revolución. Carrière parece querer decirnos que las leyendas solo se forjan tras la muerte ; y en tal caso, cher Jean-Claude, hoy se inicia, y muy merecidamente, la tuya.

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