Crítica de 'Nostalgia': De visita por el Nápoles perdido
«Se pasa la película y uno ha de admitir que Nápoles es una ciudad sublime para darle vueltas, aunque sea al pasado»
Un hombre regresa tras una ausencia de décadas a su ciudad, Nápoles, con la intención de ver a su anciana madre y de producir toneladas de ese sentimiento del que avisa el título. El director, Mario Martone, napolitano y conocedor de calles, rincones, atmósferas y aromas de la localidad, construye, junto a su principal protagonista, Pierfrancesco Favino , una historia peripatética, de paseos y evocaciones, en la que Felice Lasco , el personaje, un empresario de éxito que vive en Egipto con su familia y que incluso ha cambiado su religión por la musulmana, se enfrenta a varios conflictos, como la situación paupérrima de su madre y su vieja relación con su gran amigo de la infancia, Oreste, que es el capo de una banda de la camorra.
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A ritmo lento, contemplativo, se maridan la personalidad de Felice Lasco, de las calles napolitanas y de las circunstancias personales de lugares y gentes que apenas reconoce como suyos. Se alumbra una cierta intriga con el personaje del amigo (lejanamente un Harry Lime pero sin Orson Welles ) aunque la cámara y la intención de Martone buscan presionar otro nervio que el del misterio, el de la confrontación y el duelo, a pesar de que Pierfrancesco Favino , actor con perfil de cuarzo y gesto de pocas bromas, da siempre la impresión de que el tono de la historia promete un vuelco.
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Nostalgia
En fin, se pasa la película y uno ha de admitir que Nápoles es una ciudad sublime para darle vueltas, aunque sea al pasado.