Cádiz C.F.

LA PREVIA DE MANOLO SANTANDER

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Viernes, 15.30. Suena el teléfono y voy por el pasillo chillando «¿voy, voy, que voy joe!». ¿Por qué le chillaremos al teléfono cuando suena? ¿Que tontería! «¿Quién eres?». «Soy Luiti, tu primo el Luiti, el de Sevilla, el bético, que hemos decidido ir a Cádiz a ver el partido, así que vamos para allá ahora, y nos quedamos a dormir en tu casa, ya nos apañaremos, así que a las siete nos recoge en el Mora». Y me colgó. No me dio tiempo a reaccionar ¿vamos? Vamos es plural, o sea, que Luiti no viene solo. ¿Con quién vendrá?, ¿Con cuántos vendrá? Las papas con carne empezaron a darme volteretas en el estómago y no era capaz de dormir la siesta pensando en la papeleta que se me iba a presentar.

Viernes, 19.00. Ni el fresquito de la Caleta me quitaba el sofocón mientras esperaba en el Mora. Cuando aparece la furgoneta de mi primo. Una furgoneta verde con rayas blancas y con toda clase de detalles béticos, ¿¿un cante de furgoneta!! Y cuando baja de ella toda la tribu, no me dio un infarto de milagro. ¿Venía toda la familia! Pepi, su señora, que aunque es prudente, lleva colgado del cuello un cordón de oro como el cable de la cometida de la luz con un escudo del Betis del tamaño de una plancha de vapor. Juanito, el hijo, tiene la edad del mío y es de esos niños cargantes y viene vestido entero del Betis y con cara de dar por culo. Rociíto su hija la chica que tiene dos años menos que la mía y a la chiquilla le han cogido dos coletas y le han puesto dos pompones verdes ¿pa comérsela! Raúl el hijo mayor tiene veintitantos años y ya desde chico yo veía que este niño había salido rarito, pero jamás me podía yo imaginar que el niño se iba a echar una novia peruana por Internet, y el cabrón se ha colado con Menchu, que es el nombre de la peruana, los dos vestidos también del Betis. Y Luiti, mi primo, el culpable, él es del Betis hasta las trancas, de los de toda la vida, que llevan tatuado en el hombro la cara de Biosca y quiere a Don Manué más que a su padre. El tío lleva toda la temporada sin dar señales de vida, escondido debajo de una loza, pero claro ahora que ya están casi salvados ya no hay quien lo aguante ¿Qué bien me lo voy a pasar! Por los cojo....

Vamos a dar una vueltecita. Y yo no he pasado más vergüenza en mi vida ¿todo el mundo nos miraba! Pepi y mi mujer iban un poco más adelantada como haciéndose las locas para no pertenecer al cuadro. El Luiti y yo íbamos separando a mi hijo y al suyo que chocaron nada más verse y se iban diciendo de todo, el Luiti les reía algunas gracias a su hijo y yo al mío y claro se venían los dos arriba y la cosa no tenía control, y para rematar el cuadro Raúl y Menchu se estaban comiendo vivos, se habían quedado pegados por la boca. Todo un espectáculo.

Nos sentamos en la Plaza de las Flores a comernos una tapita, y mientras que los guiris nos echaban fotos, el Luiti reventó. «Manolito, mi alma, no te preocupes que os vamos a echar a ustedes un cable, que tu sabes que los béticos queremos mucho al Cádiz, que ya lo hemos salvado un par de veces. Y además Don Manué, que el Cádiz es su segundo equipo, y que quiere que no baje ¿Y eso va a misa! Que si no es por él desaparecéis, ¿no me vayas a decir que no!». «Muchas gracias, pisha, si ahora va a resultar que el Cádiz todo se lo debe al Betis, que es verdad que nos hemos ayudado, pero mutuamente eh, que no creo yo que hoy os dejéis ganar, que no esta la cosa tan clara, pisha, y aquí nadie da duros a cuatro pesetas». Cuando la cosa empezaba a ponerse calentita, Menchu se atragantó la pobre con una tajadita de chocos, ni pa dentro ni pa fuera, y yo creía que nos quedábamos sin peruana. Con el sofocón decidimos irnos para mi casa a ver como coño nos acoplábamos.

Mi mujer y mi hija en un dormitorio, Pepi con la suya en otro, mi hijo se negó a dormir con Juanito, y lo tuvimos que meter en el cuarto del ordenador, aunque siguieron insultándose hasta quedarse dormidos. Y el Luiti, Raúl, la peruana y yo en el salón en los dos sofás. Nos pusimos a ver una película, Los Diez Mandamientos que es larga y te quedas cuajado por la mitad. Hicimos una tregua Luiti y yo, mientras que Raúl y la otra se pegaban el lote en el sofá. Pero cuando Moisés, separa las aguas, lo de Raúl y Menchu era escandaloso, ya no se sabía quien era uno y quien era el otro y tuve que decir: «¿Raúl, pisha, iros a la Caletita, iros a la Caletita, hijo! Que hasta los hebreos de la película no quieren ni mirar». «¿Sí, iros! Dijo el Luiti, toma la llave de la furgoneta y ponerse allí a jugar al mangüiti, mi alma ¿que esto no hay quien lo aguante!». Claro, ante la visión de la refriega, Luiti y yo nos desvelamos y empezó otra vez la tontería. «Manolo, duerme tranquilo que ya te he dicho que hoy nos dejamos perder, que el Cádiz es como nuestro hermano chico y no queremos que le pase de ná». «¿Y un mojón! ¿Te quieres ir ya, Luis?, si hace dos semanas estabas que te querías morir, y eso que los árbitros os han echado dos cables gordos, que si no, ja, ja, hoy a vida o muerte». Como las voces subieron de tono, nuestros hijos se despertaron y se unieron aportando cánticos, con lo que hizo despertar a todos los vecinos que colaboraron insultando a todos los antepasados del Luiti y los míos. Un hermanamiento Cádiz-Betis en toda regla.

Hoy hay que ganar al Betis ¿sí o sí! ¿Por lo civil o por criminal! Porque como perdamos, la cosa tiene muy mal color, y ya no habrá tiempo para arreglarlo. Y lo peor es que, como perdamos, el Luiti y su tribu se querrán quedar para ver la Borriquita, y a mí entonces me da el infarto.