Álvaro Ybarra

Panorámica andaluza

Con un PSOE andaluz dividido y en horas bajas al PP se le presenta la gran ocasión de ganar las elecciones regionales en 2019 o cuando Susana Díaz decida convocarlas

Álvaro Ybarra
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Susana Díaz ha vuelto para quedarse. Finiquitada de forma tan inesperada como contundente su aventura madrileña la presidenta de la Junta está dispuesta a atrincherarse en Andalucía. De momento ha adelantado el congreso regional de su partido para evitar que dé tiempo a que cuaje una candidatura alternativa y, de paso, ha anunciado que su intención es centrarse en los asuntos de gobierno de Andalucía, lo que viene a reconocer que en los últimos meses sus principales preocupaciones eran otras. No es descartable que para consolidarse como secretaria general del PSOE andaluz y presidenta de la Junta tenga que abordar cambios de calado en su equipo. Ya se verá. Pero con los mismos de ahora lo tendrá muy difícil.

Con un PSOE andaluz dividido y en horas bajas al PP se le presenta la gran ocasión de ganar las elecciones regionales en 2019 o cuando Susana Díaz decida convocarlas.

Ya han pasado los tiempos del bipartidismo y las mayorías absolutas. A los populares les bastaría ganar por mayoría relativa y sumar con Ciudadanos más diputados que PSOE y Podemos para gobernar. Pero el PP, mermado por los escándalos de corrupción de Madrid y dividido por las batallas provinciales, no pasa tampoco por su mejor momento. El presidente regional, Juanma Moreno Bonilla, se ha embarcado en una concatenación de contiendas cainitas que han dejado al partido dividido y desmovilizado en varias provincias. ¿Tendrá tiempo de rehacer su liderazgo y recomponer el partido? Si no lo consigue ahora difícilmente se le presentará otra oportunidad.

Con este panorama tan poco ilusionante se presentan los primeros y tímidos síntomas de que Andalucía ha detenido al menos su proceso de divergencia social y económica y empieza a crecer al ritmo de España. Los andaluces, en su mayor parte ajenos a la parálisis política, han optado por centrarse en aquellas cuestiones que de verdad afectan a su vida cotidiana. Es un buen síntoma. Queda mucho por hacer pero mientras más gente esté convencida de que nadie va a venir a resolvernos los problemas mejor nos irá.

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