con 'c' de cádiz

«En mis primeros días en Cádiz vi el mar y a Dios. Y lo tuve claro: 'de aquí no me mueve ni mi madre'»

miguel ángel martínez villar. traumatólogo

Honorable y reposada entrevista, con paseíto y charla filosofal sobre la vida, con un señor con el que es todo un regalo del universo coincidir en su existencia

Miguel Ángel Martínez Villar disfruta de un amontillado en la plaza San Antonio. l. v.
Alfonso Carbonell

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La vida le ha dado grandes palos, pero en su filosofía de ser no reza dejarse caer. Miguel Ángel Martínez Villar (Ciudad Real, 1952) habla como piensa y no se muerde la lengua; lo normal en una persona que puede reírse de todo cuando sobre sus espaldas carga con los peores avatares con los que puede acuchillarte la vida. Y por eso, echar unas horas con él es un regalo para todo aquel que disfruta con una buena charla sustentada en las experiencias de una persona cultivada por el donaire, la galantería, la generosidad y el don de gente que tanto camino le ha abierto en una ciudad en la que cayó de pie apenas sabiendo andar.

Servidor se cita con este eminente traumatólogo en la churrería de Manolo, en la plaza de abastos, donde da comienzo una jornada de lo más gaditana y que nos llevará a profundizar en una vida novelada por un artista no sólo del bisturí, también de la palabra y de la socarronería, que sin duda le viene de una tierra manchega donde la simpleza se convierte en humor de alto voltaje. Iba para canario pero gracias a la bonhomía de su padre, y disgusto de su madre, se convirtió en gaditano de la noche a la mañana. Llegó a la Tacita en coche de caballos y acabó presidiendo una carroza como rey Baltasar. Porque nuestro invitado de hoy es mucho más que un traumatólogo, Miguel Ángel bien podría haber sido periodista, piloto de aviación o ginecólogo, pero se decantó por una profesión en la que fue pionero con la cirugía artroscópica.

El día comienza y casi que termina en el bar El Carrusel, en la calle Santa Lucía, muy próxima al mercado, y allí es donde el doctor y un servidor se desayunan un café con churros que previamente han comprado en la plaza y también donde terminan con un almuerzo de gran categoría a la cuenta de un señor que no deja ser invitado ni medio en broma. Momentos y momentos de conversación que no cesa mientras alternamos con algún que otro paseíto a la búsqueda de esos rincones donde se es tan feliz filosofando de lo divino y de lo humano. La mayoría de las historias se recogen en una entrevista en la que no entra la pena más que al principio y que, sin quererlo, le brindó a Miguel Ángel la oportunidad de ser gaditano.

-Así que de Ciudad Real, quién lo diría, doctor. Dos añitos pasé yo allí trabajando. Buena tierra y mejores personas. Y mucho humor.

-Toda mi familia es de allí. Mi padre era funcionario, profesor de matemáticas.

-¿Y cómo es que acaba en Cádiz?

-Por una desgracia familiar; mi hermana pequeña María Asunción, en la epidemia de poliomielitis del 58-59, la coge.

-Pfff. ¿Con cuántos años ella?

-Con dos, ya andaba. Yo creo que fue en el 59 porque en el 61 nos vinimos a Cádiz.

-El clima.

-Por ahí voy. En aquel tiempo, cuando le da a mi hermana la polio, van a Madrid mis padres con ella y los médicos del Niño Jesús dicen que el agua del mar es lo mejor que le puede venir a esa enfermedad; todo un absurdo que el agua del mar y el sol iba a arreglar un problema neurológico, pero en aquellos tiempos es lo que se pensaba.

-¿Cuántos eran?

-En aquel momento éramos cuatro hermanos; tres varones y la pequeña, muy lista pero que se quedó inválida de piernas. Estábamos todos vacunados menos ella; ella había tenido un resfriado y por eso el pediatra no la quiso vacunar. Le hubiera dado la poleo, pero muchísimo más atenuada. Con seis o siete años que tenía yo entonces me acuerdo perfectamente cuando le dio la poleo, como se cae al suelo una niña con dos años y no se puede levantar. Parece que la estoy viendo ahora mismo y como va mi madre a su cama. Esa imagen la tengo grabada perfectamente.

-Y le dicen que el clima marítimo es lo mejor para su hermana.

-Un amigo de mi padre, también funcionario y profesor de matemáticas y que vivía en Canarias, le dice: 'Eduardo, pide traslado a Canarias'. Y mi padre lo pide. Pues bien, en un día determinado llega a Cádiz para coger el barco a Canarias.

-¿Solo él o con la toda la prole?

-Él solo, de momento. Nosotros nos quedamos en casa de mi abuela. Así que él se viene para acá y va de cabeza al bar Bahía, a el de Salva Lucero, donde Vargas Ponce con Canalejas. Y por ese bar Bahía que hacía esquina con Canalejas aparece mi padre.

-Jajajaja. Situadísimo estoy, Miguel Ángel. Vamos, que lo estoy viendo entrar. Ahí que se va a tomar algo para hacer tiempo antes de embarcarse.

-Bueno, sí, él llegó con dos o tres días de antelación antes de zarpar a Canarias.

-Ojú, que me da que se le va a complicar la cosa al bueno de don Eduardo.

-Allí era un sitio de reunión importante de Cádiz; estamos hablando del año 59, 60. Mi padre era muy cafetero y fumaba; total, que llega con su maleta y se toma un vino, que como bien sabes en Ciudad Real son muy vinateros.

-Sí que es verdad.

-Total, que se conoce a uno, a otro y se petrolea bien.

-Jajajajaja Arte.

-Se va a una pensión en esa misma calle Manzanares, donde estaba la pensión Norte, para pasar los dos días previos a coger el barco. Total, que había calado bien en el bar Bahía y los dos días siguientes también se baja a desayunar y a echar un vino. ¡Todo esto que te estoy contando me lo contó a mí Salvador Lucero! Mi padre no me contó nada de eso. Total, que mi padre le coge gusto a Cádiz en 24 horas. Vamos, que se había hecho una pandilla allí en el Bahía.

-Jajajajajaja

-Y todo eso me lo cuenta a mí Salvador.

-Desenlace.

-Pues resulta que en el Bahía conoce al delegado de lo que antiguamente se llamaba la Caja Nacional, lo que es el INSS (Instituto Nacional de la Seguridad Social) hoy, que está en frente de la muralla de San Roque. Pues este señor, gran vinatero también, aparece una tarde por el Bahía. Me acuerdo hasta del nombre de este delegado provincial y que venía de Madrid, don Antonio Herrero, un gran personaje. Se conocen y mi padre le cuenta la historia de que está esperando un barco para irse a Canarias. Así que al día siguiente quedan otra vez y le dice este a mi padre: 'Eduardo, ¿por qué no te quedas en Cádiz en vez de irte 'pa' Canarias? Aquí tienes también sol y playa. Y, además, mira cómo has caído tú aquí, que llevas dos días petroleao, picha'.

-Jajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajaja

-Y le dice mi padre. 'Pues llevas razón'. Se van a la delegación y cambian los papeles pidiendo el destino en Cádiz en vez de en Canarias. Y se queda en Cádiz dando clases en San Felipe Neri.

-¿Y cómo lo comunicó a la familia ese cambio inesperado?

-No, no, no. Él no comunica nada en Ciudad Real; nosotros creemos que está en Las Palmas.

-Jajajaja Buah. ¡Y yo que me creía que el crack era usted! ¡Qué tío más grande!

-Mi madre se creía que estaba en Canarias y mi padre no aparece por Ciudad Real hasta la Primera Comunión mía. Eso fue a los ocho meses de irse y es cuando le dice a mi madre que no, que al final no está en Canarias, que está en Cádiz.

-¿Y cómo le sentó eso a su madre? ¿Y a vosotros?

-No muy bien. Mi madre, que aún vive con 95 años, se había hecho la ilusión de Canarias. La historia es que mi padre se pegó nueve meses en Cádiz de categoría. Y lo sé porque por mi consulta han pasado muchos pacientes preguntándome si yo era el hijo de don Eduardo y diciéndome que era un tío excepcional.

-¿Y cómo fue la llegada a Cádiz de la familia?

-Pues nada, mi madre con una gran depresión por el cambiazo que le habían dado ya que se había hecho la idea de ir a Canarias, donde ella tenía a la mujer del compañero que había tirado de mi padre. Y a partir de ahora, mi historia.

-Vayamos a ella.

-Nosotros llegamos en agosto del 61; mi padre nos recoge en la estación y en el coche de caballos. Nosotros íbamos en un coche de caballos y las maletas en otro coche detrás. ¡Imagínate! ¡Viniendo de Ciudad Real, donde vivíamos en una era y en un sitio donde no había nada y de buenas a primeras te ves en lo alto de un coche de caballos por mitad de una ciudad! Alucinando en colores. ¿Esto cómo es, picha! Ya llegamos a la casa.

-¿Dónde?

-En la calle Brunete. ¿Te acuerdas del cementerio de los ingleses? Pues al lado.

-Por donde el bar Stop.

-Ahí, ahí, por ahí. Pues bien, al día siguiente de la llegada, mi padre nos coge de la mano a mi hermano Carlos y a mí y nos lleva directamente bajando por la avenida de Portugal hasta llegar a la calle Marianista Cubillo a la playa. Y cuando yo veo el mar... A mí eso es una cosa que... Yo lo único que había visto hasta entonces era la alberca de mi casa. Eso era por la mañana temprano y cuando yo fui bajando y viendo; serían las diez de la mañana de un día de agosto; cuando yo veo esa luz me quedo extasiado, que no te puedes ni imaginar a esas cómo carajo podía existir eso que yo estaba viendo; esa masa de agua, la arena. Imagínate lo que pensé. 'Yo de aquí ya no me muevo más. Yo ya me voy a quedar aquí diga mi madre lo que diga'. Porque mi madre no tenía pensamiento de quedarse; se creía que iba a ser temporal. Pero ahí no queda la cosa porque una semana después es el Trofeo Carranza y viene el Real Madrid con Di Stéfano, Puskas, Gento... Tú sabes, el de las cinco copas de Europa. No te vayas a creer que venía otro. Y me lleva mi padre al hotel Playa; yo había visto hace unos días el mar ¡y ahora veo a Dios!

-Jajajajajajajaja

-Sí, porque yo veo bajar a Di Stéfano por las escaleras del hotel Playa. Viniendo 'pa' mí, picha. Y yo con mi padre de la mano; yo era madridista en aquella época. Y yo. '¡Esto cómo es! ¡Acabo de ver lo que yo he visto ahí [y señala el mar como el que está en el hotel Playa] y ahora veo a Dios bajando la escalera!' Porque eso era lo que nosotros pensábamos en aquella época donde la radio lo era todo. Y lo tuve claro. 'Yo de aquí no me muevo'. Y hasta hoy.

-Qué bueno. Avancemos un poco. ¿Dónde estudió?

-Estudio en San Felipe de la Avenida.

-Imagino que aún le duran los amigos que hizo.

-Ahora nos hemos reunido la promoción del año 70 los que acabamos el bachillerato. San Felipe Neri para mí ha sido la mejor época de mi vida. Mi padre, además, era profesor allí de matemáticas. Para mí ha sido la mejor época de mi vida y esa juventud, también; porque yo no tenía amigos en el colegio, mis amigos estaban fuera.

-¿Y eso?

-Porque de la calle Brunete nos fuimos a vivir a Ejército del África, al lado de la avenida Marconi. Y por allí, la calle Brasil y zona del hospital, coincido con unos amigos que siguen siendo mis íntimos, mis hermanos, por ser del barrio y que eran de Salesianos; ellos son los Parrilla. ¿Te suenan?

-Hombre, claro. Algún que otro conozco; alguno de mi edad como Fernando y otros más mayores como el mítico Chiqui.

-Eso es. Papi y Fernando Parrilla estaban por aquí con el Chico, el Petaca y luego ya estaban Chiqui y Yayo, que salían con los Costa, Juan Carlos Navarro, Pepe Bruzón.

-¡Hombre! Grandes tipos.

-Pues esos son mis amigos y lo siguen siendo hoy en día. Teníamos una pandilla magnífica de verano; para mí fue la mejor época de mi vida.

-¿Y cómo se lo pasaban bien en esa edad?

-Pues mira, en esa época lo que hacíamos era, primero: jugábamos al fútbol prácticamente todos los días.

-¿Por dónde?

-Nosotros teníamos allí un campo del Hogar José Antonio (Primo de Rivera), lo que hoy son los bloques de La Marea; allí había un campo de fútbol. Pues allí, donde residían niños huérfanos, era donde teníamos nuestro 'estadio'. A lo mejor venían niños de Bahía Blanca a jugar contra nosotros; había peñas de otros barrios. Lo que yo te diga, la mejor época de mi vida. Después de allí nos íbamos a bañarnos porque la playa estaba al lado, solo había que cruzar. Y después nos íbamos a casa, nos duchábamos y luego al guateque.

-Olé. ¿Cómo eran esos famosos guateques?

-Lo hacíamos en una azotea de Hogar José Antonio; todavía está la azotea en la calle Brasil, donde hay una casa de tres plantas que es la más antigua de la calle. Pues allí alternábamos y tuvimos nuestras cositas, lo que eran los primeros bailecitos con las niñas. Allí terminaríamos sobre la una, una y media de la mañana y empezábamos al oscurecer, cuando no había cambio horario, por lo que a las ocho y media, nueve ya era de noche. También hacíamos otros en la azotea de los padres de nuestro amigo Javier 'Chicho' Fernández Encinas, que era de Sevilla y veraneaba aquí. Y de allí 'pa' casa más calentito que qué.

-Jajajajaja

-Claro, allí nada más que se podía bailar; así que imagínate como se iba uno 'pa' casa.

-Jajajajaja Vamos a enfriar la cosa, Miguel Ángel. ¿Cuándo comienza a decidir a lo que quiere ser de mayor?

-Termino el bachillerato y el preuniversitario y le digo a mi padre que quería ser militar y me dice que no tenía dinero para poderme preparar y mandarme.

-¿Dónde era?

-Tenía que irme a una academia militar a Madrid; además, yo quería ser piloto del Ejército del Aire y había tres Armas, es decir, se opositaba al Arma de Marina, Tierra y Aire. No es como ahora que es Fuerzas Armadas para todo el mundo y por el número que tú sacas escoges el Arma.

-Como los médicos.

-Eso es. El tema es que la oposición es tan dura que cuando la sacas y no llegas a lo que quieras pues coges a lo que llegas.

-¿Cómo era la oposición?

-La oposición eran varios exámenes; había un físico-médico, un deportivo, unos test y un temario gordo. Había cuatro filtros. Antes, tenías que irte a una academia para hacer el examen de acceso a la Escuela Militar. En aquella época si te querías preparar para el Aire lo podías hacer. Ante la negativa de mi padre a mandarme a Madrid me fui a una escuela que había en San Fernando que preparaba para la Marina y que era muy similar a la del Aire. Y allí me metí. Te hacían un examen básico físico-médico por si no lo pasabas mandarte 'pa' tu casa. Y efectivamente, me echan para atrás por la vista porque me ven que soy daltónico, ceguera para los colores.

-¿No lo sabía antes? ¿Y cómo lo detectan?

-Yo no lo sabía. Lo detectan porque hay unos test que son inmediatos.

-¿Pero sería un daltonismo mínimo, no?

-No, no, no. Daltónico es ciego para los colores, lo que pasa es que tú los vas aprendiendo a medida que la gente te va diciendo eso es marrón o amarillo. Vamos, yo a mi mujer me pido opinión cuando me pongo las cosas. 'Pilar, ¿esto qué es, gris o azul?' Y cuando acabo de vestirme. 'Pilar, ¿cómo voy?'.

-Jajajajaja Pues muy buen gusto que tiene su señora, Miguel Ángel. Bueno, y qué hace cuando le paran en seco su posible carrera militar.

-Me declaran daltónico y me llevo el gran palo de mi vida porque yo tenía muchísima ilusión; además, estaba muy bien preparado físicamente y era de las pocas cosas que me encantaban. Total, que no estuve en la escuela ni un mes. Y pierdo un año. Estaba empezando a hacerse Ciencias de la Información.

-Uhhh.

-Estaba recién empezada la carrera; llevaría un año o dos de existencia. Te hablo de los años 70, 71. Y le digo a mi padre.

-[Interrumpo]. ¿En Sevilla?

-En Sevilla. Y mi padre me dice: 'Te digo lo mismo que cuando te querías ir a Madrid a ser piloto, que no hay dinero'. Ten en cuenta que lo de mi hermana llevaba muchísimos gastos.

Bueno, pues nada, pues muy bien. Qué le voy a 'hasé', carajo [dice con una gracia innata en la expresión de su cara].

-Jajajajajajaja ¿Y qué iba a hacer?

-Ni p. idea qué iba a hacer.

-¿Era buen estudiante?

-Bueno, sí, sacaba mis cursos con facilidad. Si yo repetí dos cursos no fue por mal estudiante, sino porque no estudié. Uno fue por el tema del ojo y otro en la carrera, que luego te cuento.

[Hacemos un alto en la entrevista para darnos el primer paseíto de la mañana que nos conduce a Casa Lazo, donde damos buena cuenta de una ración de jamón con una cerveza. De ahí nos vamos a la Plaza de San Antonio, donde seguimos departiendo mientras nos bajamos un amontillado]

-Me decía lo de los dos años que perdió.

-El primero lo perdió entre el Preu y la carrera y el segundo en el primer año Medicina. Antes, le dijo a mi padre que no quiero estudiar y que me voy a poner a trabajar y si algún día puedo ser periodista pues lo intentaré. Y es que a mí de siempre me gustaba mucho el periodismo.

-¿A quién leía o escuchaba?

-Bueno, yo llevaba el periódico 'San Felipe Times'; entonces, todas las clases hacíamos unos murales y ahí se ponían noticias deportivas y de todo tipo y era yo el que me encargaba del mural. A mí eso me gustaba mucho; contrastar noticias y opiniones de otros periódicos. Estaba el Pueblo, el ABC, el YA, el Arriba... Y para que tú lo sepas, allí en San Felipe se leía el Paris Match.

-¿Y dónde comienza a trabajar?

-Yo en aquella época, un tío que venía de un colegio con el Preu y el bachillerato hecho, me presentaba a cualquier oposición de un banco o lo que fuera, me lo sacaba de tacón y entraba. Me presento, creo que fue a una Caja de Ahorros [y divaga alto con el nombre de la entidad que no consigue dar con él].

-No está mucho tiempo por lo que veo porque ni se acuerda del nombre bien.

-Nada, no estuve nada. Es que ni entré. Aprobé, pero no llegué a empezar porque un íntimo amigo mío, José Manuel Pérez Moreno, había empezado a estudiar Medicina me anima para que la haga también. Yo le dije que igual me metía en Náutica y me respondió: '¿Pero qué hace tú en Náutica, Migue, si tú eres manchego, carajo?'. Él me llamaba el mancheguito. Así que le hice caso.

-¿Y la Medicina nunca le había llamado?

-¿A mí? Nada, nada. Ni yo tenía vocación ni pollas.

-Jajajajajajajajaja

-Nada, nada. Yo no me sentí vocacional nunca. Es más, miento, cuando mi amigo me dice que me matricule en Medicina yo patino, que es el año que repito. ¿Por qué? Porque no había nada de Medicina cuando voy; aquello era bioestadística, biología, biología molecular, anatomía del desarrollo...

-Unos huesos...

-¡Nada que a mí me gustase una mierda! Y para colmo había un selectivo que tenía que aprobar todas esas para pasar al siguiente curso. Entonces no aprobé ninguna. ¡Ni una! Y abandono Medicina; esa es la historia. Mi padre me dice que me matriculé de todas formas porque entonces no era como hoy; él ya era directivo de la Seguridad Social y le digo que me voy a presentar a celador. Me dice que vale y como él era el administrador general del ambulatorio de Vargas Ponce tira de mí porque sabía que celador en ese ambulatorio era llevar papeles 'parriba, pabajo' y poco más. Total, que me echa el cable y estupendo. Yo apruebo mi oposición, de tacón, porque allí lo que lo iban eran talabarteros y yo era un niño de San Felipe. Número uno, a escoger. Total, que empiezo a trabajar allí como celador.

-¿Año más o menos?

-71, 72 o 73. Tiene que ser esos años porque yo terminé la carrera en el 79. Y estando allí ya estoy ganando billetes; ganaba 24.000 pesetas. Un dinero, picha. Pero un dinero. Yo entré ganando 18.000 y al consolidar la plaza en propiedad, del tirón pasé a 24.000. A 24.000 pesetas, eh. ¡Que te daban los billetes de mil calas en un sobre! Me compré mi moto y mis cosas mientras mis compañeros de universidad estaban caninos.

-¿Vivía sola ya?

-No, yo vivía con mis padres aún, y con la idea de ahorrar para irme a Sevilla a hacer Periodismo. Pero en estas que estando de celador me encuentro con el que me había dicho que me metiera a Medicina, Pérez Moreno. Desde que abandoné Medicina me había despegado de él, pero era mi íntimo amigo, mi compi de toda la vida. Yo iba a pelarme a casa de su padre, que era peluquero en la calle Brunete. Y allí estaba él: '-¿Qué tal, Pepito? -Qué pasa, mancheguito. ¿Qué tal todo? ¿Qué estás haciendo?'. Él seguía estudiando Medicina desde que yo lo dejé, estaba en segundo para tercero, y me vuelve a animar con lo mismo. 'Mancheguito, picha. Por que si estás trabajando allí de celador, que tienes un montón de horas muertas... ¿Por qué no te pones a estudiar y yo te paso los apuntes? No tienes ni que ir a la facultad'. Antes los apuntes se vendían. Y le digo. '-Mira, como tú estas canino, yo te compro los apuntes y como tú vas a estar allí de oyente mío, ese es el pago que yo te voy a hacer. -Ah, pues muy bien, Migue'. Así que apruebo esos truños de la selectividad médica que había suspendido el primer año.

-Lo que es la motivación, ¿no?

-Claro, la primera vez no estaba motivado, pero esta vez me motivó el Pepe, picha. Y ya cuando apruebo eso entro ya en segundo, donde ya había anatomía, ya había fisiología, patología... Y ya empiece a gustarme el tema porque lo veo movidito y me daba vida mientras estaba de celador. Ya le dije a mi padre que iba a seguir estudiando Medicina pero que quería seguir trabajando de celador pero le pedí que me pasaran al turno de noche para poder ir a alguna clase; además, el turno de noche era cada cuatro días, con lo que te quiero decir que podía ir a muchas clases y además tener la noche para estudiar. Lo único que tenía que hacer es abrir la puerta a alguna urgencia que llegase y llevarle al médico que estaba de guardia. Y así, pon, pon, pon, de tacón, terminé quinto y en sexto, que era el último, le dije a mi padre: '-Mira, papá, yo esto lo voy a dejar; voy a pedir la excedencia. -Mira, vamos a hacer una cosa. En vez de eso, te vamos a echar porque viene otro a ocupar tu plaza y el último año estás cobrando el paro. -Lo veo interesante'.

-Jajajajajaja. Olé, de arte.

-Total, que el último año ya no lo trabajé como celador y estuve cobrando el paro. Termino sexto y nada.

-¿Y la especialidad?

-En principio me gustaba por la ginecología. Fíjate tú qué historia. Estuve dos años haciendo ginecología en el Mora. Cuando yo terminé en el 79, 80 se podía coger la especialidad que te diera la gana; no había MIR. Había, pero estaba como desprestigiado porque mucha gente lo quería ser es catedrático. No es como ahora, antiguamente el MIR era una salida laboral a diferencia de hoy, que es una salida para formarse.

-¿Y qué tal esos dos años de ginecólogo?

-Bueno, me gustaba, pero no me terminaba de gustar. Cerraron el Mora; hubo una huelga salvaje en el 79, 80 y fuimos todos los médicos a la p. calle.

-¿Y se fue al paro?

-Bueno, no. Ahí teníamos un contrato en dinero B que nos daba la Diputación... Es que antes se hacían barbaridades. Hablo con mi padre para ver qué puedo hacer y me dice que a ver si me puede meter en la residencia, lo que era Zamacola antiguamente. Hasta que me dice que le han llamado del hospital San Rafael, 'que están pidiendo médicos para hacer urgencias en la puerta'. Yo estaba haciendo ginecología, pero me daba igual. Total, que va a hablar con don José Manuel Pascual padre, que era muy amigo de él, y al día siguiente ya empecé a trabajar en San Rafael.

-En Urgencias, lo que viene siendo a porta gayola.

-Claro, lo que veíamos era mucho trauma; muchas fracturas de muñeca, de tobillitos, rodillitas... Y me fue gustando mucho más que la ginecología porque era más movido, más vivo. Me pego dos años y medio en la puerta de Urgencias de San Rafael.

-¿Ya operando?

-Ayudando a operar, pero muy poco.

-¿Y cuándo comienza a especializarse?

-Ahí voy. Un día llegó a la puerta de urgencias un tipo del Cádiz CF con un futbolista que se había caído, un tal Castro que había tenido una fractura de clavícula; yo creo que el presidente era De Diego e Irigoyen estaba en la directiva con él. Total, que yo atiendo al Castro este y le hago una reducción de la fractura de clavícula; me hace una foto con el paciente, que me la hace Juman; luego me llama Paco Perea para entrevistarme porque era un fichaje que acababa de llegar porque era verano. Todo eso sale en los papeles y como a los ocho o diez días me llama uno del Cádiz CF, no sé quién sería. 'Mira, ¿te podemos mandar otro jugador?'. Y así es como yo empiezo a coger jugadores del Cádiz con mayor rutina y me empieza cada vez más a gustar todo esto de las lesiones de rodillas y demás.

-A lo que se le unía su querencia al periodismo deportivo.

-Me gustaba el fútbol, el tenis y los deportes en general. Además, yo mismo me voy viendo con ritmo y nada estático. Y me digo: 'Joe, pues esto está bien y me gusta. Sobre esto podría orientarme yo algo más'. Resulta que yo estaba también trabajando en Mapfre, en la oficina que hay en Cortadura.

-Allí al final y que pone Fremap.

-Esa, aunque antes era Mapfre nada más. Ahora creo que hay una tienda de cocinas. Allí estaba como jefe de los servicios médicos a la vez que estaba haciendo la especialidad en San Rafael. Y de vez en cuando iba yo con don Antonio Jiménez Cisneros a Zamacola, que era el jefe de servicios de traumatología. Yo estaba a salto de mata. Y entonces veo en una foto en el Marca al doctor Guillén, Jefe de los servicios médicos de Mapfre. Era mi jefe en Madrid; yo sabía que era mi jefe pero no el alcance que tenía. Y leo. 'El doctor Pedro Guillén opera a Maceda'. Era el más famoso del mundo entero. Y pienso en pedirme una excedencia para irme con él a Madrid. Yo ya estaba casado y con dos niñas. Me cuesta la misma vida porque me tenían que dar la residencia allí dentro del hospital; había una residencia pero para los médicos que estaban de guardia; necesitaba que me dieran allí un cubil; además, tenía que seguir trabajando en Cádiz. Así que me iba tres meses a Madrid a formarme mañana, tarde y noche y me venía un mes a Cádiz; trabajaba aquí, hacía un poco de caja para mi familia y para mi formación; así estuve casi unos 18 meses. Y tras ese tiempo en el que yo ya le tenía cogía el tranquillo ayudando a operar a médicos como Guillén o José María Madrigal.

-¿Dígame algunos jugadores míticos que pasaron por sus manos?

-Bueno, bueno, bueno... Los que iban con el doctor Guillén venían del Atlético de Madrid, como Rubén Cano, por ejemplo, que estuve presente en su intervención. Pero allí también estaba un tal Miguel Ángel Herrador que era el médico del Real Madrid, y venían a operarse Maceda y más compañeros. Pero no solo venían futbolistas; recuerdo que por allí vino Lola Flores, Kiko Ledgard, el presentador. Un famoseo que yo veía pasar por allí que te puedes imaginar.

-¿Dónde estaba exactamente esa clínica en Madrid?

-En Majadahonda, pero él (Guillén) tenía una privada suya que era Santa Elena, que estaba donde la Ciudad Universitaria, cerca del arco de Moncloa. Yo veía que aquello era el cielo y que había sitio para mí porque tampoco es que hubiera tantos médicos.

-O sea, que se le pasó quedarse en Madrid.

-Claro que se me pasó. Y ahí voy. Se me enciende la luz y me digo. 'Yo me voy a quedar aquí en Madrid. Yo tengo aquí sitio, carajo. Y, además, estoy con la elite, con don Pedro Guillén, en el cogollo' [y da dos pequeños puñetazos sobre la mesa]. Y llega un día en el que yo ya tenía que decidir; ya tenía la especialidad y ya tenía que dar el salto. Así que voy a donde don Pedro Guillén, que era profesor en la Universidad de Anatomía, y yo iba por las mañanas a ayudarle con la disección de cadáveres y más cosas. Yo estaba muy pegado a él y, además, me apreciaba. Me apreciaba pero él sabía que yo era un callo para él.

-¿Por qué?

-Porque yo en algún momento podía ser un callo. Total, la plaza mía de Cádiz en Mapfre seguía siendo mía, y le digo un día. 'Jefe ¿Vamos a tomar café?' Él nunca llevaba dinero. Así que estamos tomando un café en la cafetería de la Facultad de Medicina de la Complutense y le digo: '-Jefe, a mi gustaría quedarme en Madrid a trabajar. Es más. Ya he buscado un piso por aquí en Pozuelo'. Y me dice: '-Mira, Miguel, ven. Hoy te voy a invitar yo a desayunar a ti. -Pero usted no trae dinero nunca. -No importa. Hoy te voy a invitar yo a ti. -¿Por qué? -Porque este va a ser el penúltimo café que te voy a invitar porque mira, gente como tú, de lista como tú eres, de ocurrente como tú eres, de simpático como tú eres, de don de gente como tú tienes hace falta en Cádiz. -¿Qué me quiere decir? No me lo diga, no me lo diga, no me lo diga.... Que me vaya pa Cádi'.

-Jajajajajajajajaja

-Y sigo diciéndole. 'Mira, la maleta la tengo aquí'. Una maletita con mi ropita que yo tenía en Madrid para todo. Y con la misma y con un R5 que tenía y 'pa' Cádiz. Me dio lo que viene siendo una 'patá' en 'to' la espalda. Jajaja. Con muy buenas palabras, pero me lo dejo muy claro. Que si muy listo, ocurrente, simpático, pero la salida es por ahí. Jajaja. Por supuesto, sigue viviendo todavía y mantenemos una gran relación. Nos reímos de eso todavía. Él es el dueño de la clínica Cemtro de Madrid. Y ya nada, me vine para Cádiz y seguí trabajando en Mapfre, donde estuve hasta el 91; aunque de trabajar en la clínica de Cortadura, como va vine con el caché de trabajar con Guillén en Madrid, pasé a ser jefe de toda la provincia desde Jerez, que es donde estaba la dirección general de la provincia; desde ahí coordinaba las clínicas de Jerez, Algeciras, La Línea...

-¿Y ahí también le llegaban jugadores del Cádiz?

-Ahí es donde voy., ahí. En Jerez ya empiezo a estar como jefe de los servicios médicos adjunto del Cádiz, aunque yo no estaba como médico en el Cádiz; la gente se cree que yo era el médico del Cádiz, pero no es así. Estaba Antonio Benjumea como jefe, que me remitía a mí porque el club estaba asegurado con Mapfre, junto con el Xerez Deportivo, cuando era Irulegui el entrenador, que estuvieron para subir a Primera.

-Volvamos al Cádiz, donde llegó a ser consejero.

-Eso viene después. Desde mediados de los 80 y a través de Irigoyen, que me deposita su confianza y comienzo a viajar con el Cádiz en la época de los Mágico González, Cabrera, Generelo, Antonio Amarillo, Escobar, los Mejías, Juan José, al que operé del tobillo, consigo que de aquí de Cádiz no se vaya ningún futbolista fuera a operarse. A toda esa gente la operaba yo; a Poli, Husillos, Javi Germán 'el oreja'.

-Kiko...

-Con Kiko lo dejo; a él lo veo cuando estaba en el Cádiz B.

-¿Y por qué se quita?

-Porque entro en el hospital Puerta del Mar y ya no puedo. Hablo con Irigoyen y aunque no estaba ya trabajando para el club los seguía viendo (a los jugadores) porque me los traía Lorenzo Buenaventura, que se fiaba de mí y me los llevaba 'de tapao' al hospital. Y del 91 al 97, 98 estoy en el Puerta del Mar y ahí entro.

-[Interrumpo] En plenos años negros para el cadismo, que comienzan con el descenso a Segunda y del tirón a Segunda B en el 93.

-Exacto. Pues en el 97 entra Antonio Muñoz, que entro yo en la directiva; entro como directivo y como médico.

-Liguilla del Bernabéu...

-Ahí estaba yo.

-En el 98, que nos pusieron el himno antes de acabar el partido los ca...

-Eso es. Pues allí estaba yo desde por mañana.

-Con ese gran desplazamiento de 60 autobuses a la capital comienza el germen del cadismo que hoy tenemos. ¿Piensa igual?

-Bueno, a ver, la época de Irigoyen también fue muy buena, picha.

-Ya, ya. Y mejor, pero me refiero a la nueva juventud que crece en mitad de un desierto de nueve años.

-Ah, claro, claro. Eso sí.

-¿Y cómo se da esa circunstancia de entrar como directivo?

-Me llamó Miguel Cuesta: -'Quillo, Miguel. Queremos reflotar el Cádiz. ¿Tú estás dispuesto? Hay que avalar con tres millones'.

-Por barba.

-Cada uno, sí. Había que poner 30 para empezar la temporada y éramos un total de diez directivos. No había que ponerlo de tu bolsillo pero había que ir al Santander y avalar allí con tu patrimonio por ese valor. Hablo con mi exmujer y me dice 'tú sabrás' y aunque hubiera salido mal también tendría de mi bolsillo para no endeudarme. Así que di el paso, fichamos y estuvimos a punto de ascender en esa liguilla con el Real Madrid Castilla.

-Vaya grupito. También nos tocó Barça B y la Cultural Leonesa, recuerdo.

-Hubiera sido un pelotazo subir. Traíamos a Ariel Zárate, ¿te acuerdas?

-Hombre, por favor, el chino, que venía de Argentina.

-Que nos costó, me acuerdo, seis millones de pesetas y en un año lo vendió Antonio Muñoz por 60.

-Al Málaga.

-Al Málaga. Y con ese dinero, cuando se recibió en el banco, me llamó el director, que era íntimo amigo mío. '-Miguel, voy a quitar tres o cuatro avales de estos; el primero es el tuyo. -Pues fenomenal, así me quitas ese leñazo'.

-Olé.

-En cuanto me lo dijo, salí de la consulta para ir a firmar y me retiraron el aval de los tres millones.

-Jajajaja. Home.

-Después ya fueron retirándolo los demás. Pero con ese aval seguí yo de directivo un año, año y medio, pero no me gustaba el rollo de como Antonio Muñoz llevaba eso y me quité.

-Pero siguió de médico, ¿no?

-Seguí, seguí de médico; 'to' esto en Segunda B, con esos viajes, eh[E imita al que está 'baldao']. Y ya, cuando Antonio Muñoz se va a retirar porque aparecen los italianos.

-Pero eso ya es mucha tarde. Antes llega la liguilla de Orúe.

-Ahí estoy yo.

-La del ascenso en Las Palmas.

-También estoy.

-Estamos en Segunda y en Primera con Espárrago.

-2005, con Antonio Muñoz. Ahí estoy yo como médico, que es cuando yo meto a Nono Fernández Cubero para repartirnos los desplazamientos.

-Claro, claro, pero después bajamos a Segunda, Muñoz vende a Baldasano en Segunda, lo recupera, bajamos a Segunda B y subimos a Segunda con Javi Gracia, volvemos a bajar a Segunda B y ya es cuando aparece Gaucci y los italianos.

-Eso es. Ahí creo que Nono se pelea con los italianos y es entonces cuando (Jorge) Amar (preparador físico) le dice a Gaucci que estaba yo, que en ese momento estaba mejor de forma y tenía mi tiempo. Y vuelvo. Además, me hacen una oferta muy buena para estar en Segunda B, 2.800 euros al mes.

-Joder con los italianos. Y luego no tenían un duro.

-Pues mira, eso fue una pena lo que pasa es que no supieron gestionarlo.

-El tema fue que los inversores dejaron de poner dinero porque Alessandro Gaucci no tenía malas ideas. De hecho, en su segundo año no hicieron un mal equipo del todo con Agné como entrenador.

-Jugamos la liguilla.

-Con el Hospitalet, sí. Pero ya con Antonio Calderón en el banquillo y Locos por el Balón fichando en enero.

-Exacto, pero empezaron la temporada ellos; en Hospitalet ya estaba Manolo Vizcaíno.

-Claro, entró con la subasta aquella del 3 de diciembre de 2013.

-Eso es. Pues todo ese año estaba yo como médico.

-Me acuerdo, me acuerdo. Que llegaba yo de los estadios de escribir la crónica de turno y siempre, antes de enfilar la calle del hotel de marras, me llegaba un aroma a puro que delataba su presencia. Y ya nos tomábamos algo antes de subir a las habitaciones. Buenos ratitos, sí señor.

-Jejejeje. Sí, sí, sí. Y la verdad es que me venía bien para desconectarme un poco y desahogarme.

-Y yo que lo disfrutaba.

-Pues ese año acaba en Hospitalet, y te digo una cosa. Yo tengo una anécdota muy graciosa con Vizcaíno, que se cuela un día en El Rosal, pero Agné no dejaba que se acercase nadie a los entrenamientos, que os teníais que poner arriba del todo los periodistas.

-Especialito Agné, ¿no?

-Yo me llevaba y me llevo muy bien con él, la verdad. Y en eso que aparece Vizcaíno y me manda (Agné), con el que yo tenía mucha amistad. 'Migue, mira a ver qué hace ese tío ahí' porque se creía que era alguien de otro equipo y eso.

-Jajajaja

-Y me voy para él (Vizcaíno) y le digo. 'Mire usted, aquí no puede estar'. Yo no tenía ni p. idea quien era.

-Y era el nuevo dueño. Jajaja.

-Y ya al poco tiempo ya me lo presentan y me lo recordó. '-Usted fue el que me dijo a mí que me tenía que ir del entrenamiento. -Yo le dije eso porque me lo mandaron, cojone'.

-Jajajaja. No empezó con buen pie.

-Bueno, no; tú sabes, este es muy rencoroso.

-No, 'home', no. ¡Qué va! ¡Pero qué me está contando? Jajajaja.

-Lo de Hospitalet fue una pena porque si hubiéramos subido ese año, me da que Vizcaíno no hubiera seguido.

-Pero si ya habían cogido el timón.

Sí, pero todavía tenían la propiedad de las acciones.

-Bueno... Es verdad que después la subasta se consideró nula, pero dudo que los poderes fácticos y políticos de la ciudad le hubieran dejado seguir.

-Es posible, sí, pero de verdad te digo que mi sensación es que si los italianos meten al Cádiz en Segunda, el Cádiz hoy en día es un grande.

-¿En qué se basa?

-Yo estuve en Italia con esta gente y lo que vi es que tenían allí un imperio, pero un imperio. Me acuerdo que el padre de Gaucci era el dueño de las empresas de recogida de basura de todo Roma. No te puedes imaginar la casa que tenía el gachó allí, un tal Vincenzo (se refiere a V. Silvestrini, un socio de Gaucci. El padre de Alessandro se llamaba Luciano)

-Hombre, de ese señor recuerdo que fue presidente del Perugia italiano; era todo un personaje. Recuerdo que en el Mundial de Corea y Japón 2002 a Italia lo eliminan con un gol de un coreano que jugaba en ese Perugia. Pues bien, a ese delantero le dijo que no volviera por el club. Jajaja.

-No sabía yo eso,

-Bueno, palma el Cádiz en ese play off y qué es de su futuro.

-Cuando el Hospitalet nos manda 'pal' carajo, Pina y Vizcaíno estaban juntitos y están en la época de hacer un nuevo equipo para Segunda B. Ten en cuenta que ahí tendría yo 62 años más menos. Y cansado. Muy cansado de viajar y para colmo otro año en Segunda B. Y tampoco me gustaba mucho el rollo de Vizcaíno.

-No había 'feeling'.

-En absoluto, nada. Es más, cuando llegó a vernos al hotel de Hospitalet mi sensación era que estaba deseando que perdiéramos.

-Pero si él ahí ya estaba al frente.

-No sé, pero mi sensación era esa. Algo tendría con el Pina que él no fue con la intención de animar mucho.

-Ahora que lo dice, recuerdo que nada más caer eliminados fue el único que mantuvo un semblante optimista, positivo, 'echao palante', demasiado entero; es verdad que se agradecieron esas palabras de ánimo al ver que los que estaban al frente estaban fuertes, pero ahora que lo dice es cierto que su mensaje, su reacción era tremendamente inversa a la que había allí, que como no puede ser de otra forma, era un funeral.

-Ya te digo que yo no lo vi muy claro aquello, pero bueno. Tampoco es que yo conectase mucho con él; lo veía un tipo huraño. Tras eso, viene la organización de la siguiente temporada. Anteriormente, yo había tenido un contratiempo con Aulestia. ¿Te acuerdas de Aulestia?

-Claro, el portero vasco de la tanda de penaltis ante el Lugo y que siguió un año más.

-Abertzale

-Sí, hombre. Su padre fue de los polis-milis de la Eta.

-Por ahí van los tiros. Yo había tenido una historia con él a cuenta de unos calcetines.

-Algo recuerdo, sí. Los típicos blancos con una banderita de España.

-Eso es. El tío hizo un comentario ofensivo 'a la bandera de mierda esa o al trapo ese'. Porque él tenía esa lengua. 'Mira, si no te gusta esto lo único que tienes que hacer es no mirar', le dije yo. 'No hace falta que te las pongas, eh'. Bueno, aquello quedó allí; también denigraba a los andaluces como si fuéramos nosotros qué sé yo. Cuando entrábamos en autobús en los pueblos a los que íbamos solía decir: 'esto parece Marruecos'. Así era él. Y un día, entró yo allí (en la zona del primer equipo de la ciudad deportiva) y me dice: '¡Abuelo!'. Tenía un tirón muscular o algo de eso. Y me digo: '¿Abuelo? ¿Cómo coj. me va a decir este a mí abuelo?'

-Jajajajajaja

-No le hice ni caso. Seguí el pasillo ignorándolo hacia mi despacho. Y al rato, al darse cuenta de que no le había hecho ni puto caso ya vino de otra forma a pedir mi atención. 'Miguel, qué tal...'. Eso sí, no pidió disculpas. Cuando ya termino mi trabajo en el vestuario me voy hacia Jorge Amar, que estaba allí, le digo: 'Yo aquí ya estoy de más; este tío a mí no me vuelve a llamar abuelo. Me en cago en su... A mí esto no me hace falta 'pa na'. Total, que entre que estaba cansado, entre que había tenido el roce con el gachó este, el poco talante que tenía dialogando el presidente y que ya, un tío con 62 años, ya eres el abuelo, que es lo que les pasa a muchos que siguen ahora, pues se me quitaron las pocas ganas que tenía de seguir. Eso tiene una edad; eso es para estar entre los 40 y 50 años! Tú no puedes estar con más de 60 años allí con niños haciendo el carajote. Así que llega la organización de la temporada con Antonio Calderón y Chico Segundo, que siguen, y me llama Vizcaíno para ver el contrato que yo tenía con los italianos, que era alto. Y me dice, así como él habla. '¿Usted va a seguir la temporada que viene?'. Todo esto con el contrato encima de la mesa. Y yo pensando que ya estaban haciendo números. Así que del tirón le digo: 'Creo que no voy a seguir; yo ya no tengo la edad para pegarme otro año en Segunda B subiendo y bajando autobuses y con el botiquín pa un lao y pa otro'. Y después de decirle eso él aceptó mi marcha y volvió a entrar Nono (Fernández Cubero), que año de subir lo echaron para meter a uno que trajo Pina, un tal Castillo que estuvo en el Xerez y en el Almería. Yo creo que me adelanté y que ya tenían tomada la decisión porque tampoco me llamaron (Calderón y Chico) antes para reunirse, pero bueno, la verdad es el Vizcaíno que me lo pagó todo.

[Nueva parada en la entrevista; esta vez para recorrer los pasos que nos separan del mercado, donde Miguel Ángel hace su compra semanal mientras departe con pescaderos, panaderos y carniceros, que por cierto, uno de ellos, Dieguito, le recuerda que le operó cuando jugaba en el filial del Cádiz. Comprado el material, nos dirigimos de nuevo a El Carrusel, donde nos pegaremos el homenaje final y el desenlace de una entrevista a la que va a ser complicado ponerle fin...]

-Yo ya no sé ni por dónde íbamos, pero bueno, qué más dará con el ratito que estamos echando. A ver, dígame un día gaditano por derecho.

-Un día gaditano para mí viene a ser un poco lo que estamos haciendo; venirme a desayunar a la plaza, donde le compro los churros a Manolo, un tipo espléndido que hasta los va repartiendo a los que formamos cola, las pocas veces que se le forma porque te los hace inmediatamente. Manolo ya tiene más de 80 años y para mí tiene los mejores churros de todo Cádiz. Luego doy un paseo por dentro del mercado; me gusta ir a ver al Nene de Chiclana, o como hoy que hemos tenido la sorpresa de Diego, que jugó en el Cádiz B; él me ha recordado que yo lo operé y evidentemente hemos podido ver que no está cojo porque anda fantásticamente después de más de 40 años vendiendo en la plaza. Nos ha dado mucha alegría vernos de nuevo. Después me gusta tomarme una copa al sitio ese donde hemos ido antes

-Jajaja. Además, veo que es una plan que lo puede hacer perfectamente solo. Veo que no le hace falta compañía para pasarlo bien.

-No, no, los amigos los voy haciendo solo, tú lo has visto. Me gusta tomarme un amontillado en la plaza San Antonio. Hay dos sitios donde voy, pero no me gustan ir a los clásicos donde va 'to' el mundo. Voy a este que hemos ido en San Antonio; no es barato, barato no es. Y luego hay otro al que voy que está en el arco del Pópulo que se llama El Gorrión, y que, como el de San Antonio al que hemos ido, también es una vinoteca. Me gusta ir también después a Los Italianos y tomarme un trocito de helado y ya después irme a mi casa a ver tranquilamente el Real Madrid o el Cádiz CF.

-Carnavales.

-He salido dos años en ilegales que fueron maravillosos; yo no me podía morir sin salir en una. Tengo una foto que me hicieron que puede ser perfectamente para un premio Pulitzer del Carnaval; luego estuve también un año como jurado del concurso.

Miguel Ángel, genio y figura, en una imagen «para un Pulitzer del Carnaval». l. v.

-¿Qué año fue?

-Justamente creo que fue el año 98, el año de los Pepperoni. Y te cuento. La primera vez que oímos cantar 'Me han dicho que el amarillo' en preliminares a Manolo Santander con los Pepperoni, y a Cosi, que era un enfermero que tuve yo y que también salía en la chirigota, sabíamos que eso iba a ser un pelotazo. Ya lo vimos. De hecho, lo fuimos pasando a sabiendas porque la chirigota no era una cosa espectacular, pero ese pasodoble rompió moldes. Fueron segundos; a ver, tenían un repertorio bueno, pero tampoco era un pelotazo. Aquel año creo que ganaron los Juancojones, que era una chirigota de otra galaxia. El caso es que los Pepperoni fueron superándose partido a partido. De hecho, en la final, tuvimos un detalle muy gracioso al descolgar un hueso de jamón desde el palco. La verdad es que fue un jurado anacrónico totalmente; nada que ver con los actuales. Fue un jurado que se hizo parte de la fiesta.

-¿Quién era el presidente?

-Era el hijo de Venancio González, el arquitecto. ¿Cómo se llamaba, joe? ¡Pepe Ángel González!

-¡Hombre, gran tipo! ¿Se puede creer que lo entrevisté durante una fiesta en un chiringuito y puse mal la grabadora después de una hora larga dándole al palique los dos? A ver si coincido otra vez con él porque se pasa el día pintando.

-¿Una como esta?

-Igual, pero sin grabar ni tomar notas. Estaba yo para recordarla al día siguiente...

-Bueno, pues Pepe fue nuestro presidente. Me acuerdo que a la final del Falla fuimos al teatro montados en dos coches de caballo.

-¿De qué se disfrazó?

-No lo recuerdo muy bien, pero creo que era de fantasía. Los coches de caballo nos recogieron en el hotel Atlántico y desde ahí nos llevaron hasta el Falla. Ver al jurado desembarcar en la puerta principal del Falla fue algo histórico. Evidentemente, lo pasamos muy bien. Y los premios fueron una barbaridad. En comparsas estaban 'Los Piratas', que yo no creo que haya salido una comparsa mejor; el siguiente fue 'El cielo de Cádiz', donde salía José María Kichi.

-Cierto, aquella fue mi cuarta final en el teatro. Buenos años, los mejores.

-Y en coros ganó 'La máquina', el de los niños de Nandi Migueles. El segundo fue, que para mí tuvo que ser el primero y tú me vas a dar la razón, Alfonso, 'Los últimos de Filipinas'.

-¡Hombre! Tango clásico por derecho y con sabor a Cádiz de Quico Zamora y Fali Pastrana. ¡Es que vaya añito!

-Había una calidad tremenda, el concurso era un espectáculo y si pones ese coro de Zamora y Fali te resultará un espectáculo. ¡Y empezó de churrete porque parecía una comparsa!

-Es verdad que eran muy pocos.

-Era un coro acomparsado o una comparsa acorada. Nunca nos enteramos; ahora bien, a medida que fue cantando se fue haciendo cada vez más grande. A mí Quico Zamora nunca me ha perdonado que no le pudiera dar el primer premio, pero es que las puntuaciones se iban sumando y fueron creciendo durante el concurso. Recuerdo que a semifinales pasaron rozando.

-¿Sigue siendo aficionado?

-Sííííííí, claro. Me sigue gustando mucho, lo que pasa es que mis gustos casi nunca coinciden con los del jurado. Por ejemplo, este año el primer premio debía haber sido para la chirigota de San José de la Rinconada, que iban del Titanic. Porque el tema del barco es un tema muy tratado en el Carnaval pero con la fineza y delicadeza que lo han hecho ellos... De hecho, están cantando por todos lados. ¿Por qué? Porque es una chirigota de mucha categoría y que gusta en todos lados y a todas las edades.

-Semana Santa.

-Hermano del Nazareno de Santa María. Este año no me han dejado salir porque no habían túnicas, pero mi hija Pilar sigue saliendo todos los años.

-¿Cómo ve a Cádiz, mejor o peor que cuándo llegó creyendo que se iba a Las Palmas?

-Yo creo que estamos muchísimo mejor; no soy de los que piensa que cualquier tiempo pasado fue mejor. La gente habla mucho de 'si hay que ver el ambiente que había antes en el centro de Cádiz', que si esto, que si lo otro; vamos a ver, es que antiguamente había ambiente porque no había PuertaTierra, pero hoy en día ves el ambiente que hay en el Paseo Marítimo y ahí hay que echar un montón de gente 'pa' llenarlo, eh. Yo creo que Cádiz está en un buen momento. Empresarialmente lo hemos podido ver hace poco con nuestro amigo Rafael (Fernández Bernal, de Bayport), la 'peaso' empresa que ha montado un empresario gaditano en El Puerto de Santa María, que forma parte del área metropolitana de la Bahía, que corresponde al tejido social de Cádiz, donde no hay tanta expansión. Lo mismo digo de Airbus, Navantia o la reforma estructural que se ha hecho con los cruceros, donde entran día tras días barcos y más barcos; eso es una mina y lo estamos viendo. A esto le unimos cantidad de profesiones liberales que hay en Cádiz y es donde viene la gente de la provincia a buscarlos. Yo veo movimiento, la verdad. Cádiz se oye en el mundo entero y antes nada más que se oía para drogas, paro y gente de mal vivir. El chip se ha cambiado totalmente; se ha cambiado en gastronomía, cultura, turismo, con unas playas espectacular. ¿Cómo lo voy a ver?

-Antes me ha comentado que fue un varapalo no poder seguir su carrera profesional en Madrid, lo que hizo quedarse definitivamente en Cádiz. Echando la vista atrás, ¿se alegra?

-Fue un varapalo, sí. De hecho, coincide aquellos años con la movida madrileña de los Almodóvar y compañía, que estaba cantando en un grupo.

-Vivió en Madrid con Tierno Galván de alcalde. ¿Cómo fueron esos años?

-Claro. Enrique Tierno Galván alcalde y Leguina presidente de la comunidad. En aquellos años la movida se movía por La Latina, por Chueca, que empezó por esa época. Nosotros ya habíamos votado una Constitución y las libertades comenzaron a verse por las calles. Recuerdo perfectamente ver a las dragqueens paseando por la calles con sus tacones y también había una serie de pubs de, entre comillas, la jet madrileña, donde estaban ya todos los famosos del momento o lo que estaban por hacerse. Me acuerdo de un sitio, Archy, que era un pelotazo, un disparate.

-Y mucha droga.

-Bueno, yo nunca estuve en ese aspecto, ni he frecuentado esos temas ni jamás me he puesto, pero sí, a mí me parecía ver por ahí muchos polvillos para estornudar de esos. No he fumado en mi vida un canuto; puros sí, como se ve en la foto.

-Más allá de eso, ¿era un ambiente bueno?

-Bueno, aquellos años eran duros en España, donde te pegaban un tiro en la cabeza nuestros amigos los etarras. Cualquier cosa de esa en Madrid te podía pillar tranquilamente. Me acuerdo que se salía en la calle pensando que perfectamente te podía pillar un coche bomba. Años después, en el 87, te voy a contar algo de esa época dura como fue el atentado de El Corte Inglés, que me coge aterrizando en Barcelona, donde iba a hacer un máster de Dexeus con Josep Maria Villarrubias. No veas la que había montada allí en Barcelona.

-Ya que estamos en esos temas. ¿Dónde le pilló el asesinato de Carrero Blanco?

-Pues, mira, subiendo a casa de mi novia, en Santiago Terry. Eso fue en el 73; estaba yo estudiando.

-¿Y la muerte de Franco?

-Me pilla en casa de mis padres estudiando Medicina en Cádiz. La vivimos en color porque acababan de llegar los televisores. Y eso recuerdo, estar en casa viendo la tele y viendo pasar gente por el féretro, mucha gente conocida. Fue el año en que España pasó del blanco y negro al color. Había colas para comprar televisiones para ver el funeral de Franco en color; una cosa de lo más acrónica. Eso era noviembre del 75,pero antes nosotros hacíamos el paso de Ecuador de la carrera.

-Andá. ¿Dónde fueron?

-Nos fuimos a Londres; estuvimos tres semanas en Londres.

-Joder con el paso del Ecuador.

-Hicimos un paso del Ecuador del carajo, sí. Antes habíamos hecho un pastón que te cagas porque en aquella época se celebraban las Fiestas Típicas Gaditanas y nosotros hicimos una caseta de la facultad de Medicina, que para comparártelo ahora con algo sería como el Concert Music; era todos los días, aquello era impresionante. No te puedes hacer una idea.

-¿Dónde montaban la caseta?

-En el Paseo de Santa Bárbara. Se hacía en mayo y sacamos de pasta... Por cierto, que la madrina de aquel paso de Ecuador fue la mujer de don José María Ruiz Mateos, que nos puso de vino... Sacamos de dinero... Imagina, para pegarnos tres semanas en Londres; nos fuimos en octubre y allí estábamos cuando muere Franco el 20-N. Él ya estaba malo de antes; había muchas manifestaciones contra Franco. No te puedes hacer una idea el trato que nos dieron allí.

-Me lo imagino. Había una corriente contra el franquismo muy fuerte porque acababa de sentenciar a muerte a varios terroristas por los que hasta el Papa pidió clemencia para ellos.

-En efecto, acababa de pasar lo de los fusilamientos del Goloso, que eran del FRAP y un etarra. Eso nos coge a nosotros allí; Juan XII escribió una carta. Imagínate por esa épocas unos españolitos por ahí andando. Nos trataron fatal; se creían que nosotros éramos los culpables de esas ejecuciones, con las que evidentemente no estábamos a favor. Aquello en Londres fue un disparate. Lo que también te puedo decir que en el hotel de nosotros estaba Luis Eduardo Aute y Miguel Ríos, que habían salido por patas de España por el lío tan gordo que había montado.

-¿Salían del hotel con el panorama así?

-Salíamos, pero muy 'callaítos'.

-Jajajajajajajajajajajajajaa

-Es que te juro que nos miraban a los españoles con unas caras como si estuvieran viendo cerdos. Recuerdo banderas de España con cara de cerdos en las manifestaciones. Aguantamos allí callados como putas. Eso sí, vimos la película de Emmanuelle dos o tres veces. En el cine nada más que había españoles.

-Como tantos que iban a Francia para ver 'El último tango en París'.

-También la vimos en Londres. Con Marlon Brando y Maria Schneider. También vimos otra mítica película de culto como era Tommy, del grupo rockero The Who. Al igual que en Roma había una lucha entre los tibates y la plebe, la peli esta iba de la lucha en Londres entre las clases altas, que iban en unas Vespas con grandes faros; en esa peli sale Sting muy joven.

-Y a vueltas con Londres, allí seguramente había más información que en España.

-Tanta, que allí ya lo daban por muerto cuando aún no lo estaba.

-Jajajajajajajajajajaja. Y acabo con el hat trick del franquismo. ¿Y el 23F?

-Pues eso tiene una historia.

-La que yo iba buscando. Soy todo oídos.

-Fue espectacular. Me pilla de guardia en el ambulatorio de Sanlúcar. Cuando termino la carrera, a pesar de que estaba trabajando también en San Rafael, me contratan para urgencias en Sanlúcar, que estaba en la Calzada del Ejército. ¿Sabes dónde está?

-¿Dónde ponen la feria?

-Eso es.

-Buena feria, eh.

-Buena feria, sí. Pues allí estaba el ambulatorio. Empecé a trabajar en octubre del año anterior; para allá que iba yo con mi R5. Total, que eso sería a las seis y media de la tarde; yo iba escuchando la radio, donde decían que habían asaltado el Congreso. Y sobre esa hora es la que aparezco yo para hacer la guardia.

-¿Llegó acojonado?

-Al principio, no, pero a medida que me iba acercando a Sanlúcar me iba preocupando.

-Jajajajajajajajajajajaja

-¡Aro, picha! Es que, además, yo tenía dos cuñados militares que estaban en transmisiones, es decir, que estaban informados del tema. Vamos, que lo sabían a pies juntillas. No había teléfonos móviles, claro está, pero al llegar yo a Urgencias de Sanlúcar, donde gobernaba el Partido Comunista.

-Cierto, que el alcalde era el hermano de Carlos Medina Lapieza.

-Exactamente. Total, que llego a Sanlúcar, dejo el maletín, me siento ya en mi sitio y empiezo a atender a los pacientes que estaban; pero antes llamo a mi casa y hablo con mi entonces mujer. 'Mira, Laura. Me ha dicho tu hermano...' Que estaba de transmisión en el Goloso, precisamente el destacamento que estaba en Madrid y que fue con los tanques a la Televisión Española. Y efectivamente, me dice mi cuñado que hay un golpe de Estado y que están entrando las tropas en el Congreso. Bueno, pues nada, me quedo allí esperando en el ambulatorio y esto que aparece, a las siete de la tarde, un comité del pueblo que le llamaban

-Espere, espere, que me voy a servir un copita para lo que viene.

[Una vez servidos, Miguel Ángel prosigue]

-Pues eso, allí en Sanlúcar se formaban comités del pueblo para todo; de defensa, de fiestas, de todo. Y me veo allí a gente con escopeta de caza. Y yo. '¿Esto qué es, carajo?. Eran comunistas, y a la cabeza de ellos, la duquesa de Medina Sidonia.

-¡Es verdad! La duquesa roja.

-Efectivamente. 'Venimos a confiscar el ambulatorio', llegó diciendo ella. '-¿Cuántas camas hay aquí? -¿Cómo que cuántas camas hay aquí? Yo hablando con la duquesa ahí. -¿Que cuántas camas?, me decía por ver si había heridos o algo. Vamos, como si hubiera empezado la guerra ya. -'Pues aquí están las del médico, que soy yo; la del celador, que tiene un mueble cama; la del enfermero y ATS y la del taxista. -Pues todo esto queda confiscado. -Pero, ¿confiscado de qué?

-Jajajajajajajajajajajajaja

-Y me dice. 'No, es que ha habido un golpe de Estado y han entrado las tropas... Esto es del pueblo, que es el que toma las armas'. Todo esto así, como te lo estoy contando, eh. Yo pensando si había fumado algo o había dejado de tomar el tratamiento. Yo tendría por aquella época 30, 31 años y le decía al celador: 'Ignacio, quillo. Dale el tratamiento a esta'. Y ella, que ya estaba mayor, en sus trece. 'A ver, los soldados del pueblo, confisquen todo esto', les decía a los que iban con ella, que eran dos catetos del pueblo, con sus dos patillas grandes y dos escopetas de estas con dos cañones.

-Jajajajajajajajajajajajajajajaja

-Hasta que le dije. '-Mire, usted. Esto es un ambulatorio. Aquí no hay camas; si hay algún herido, aquí estamos nosotros. -Bueno, pues usted queda también militarizado. -¿Cóóómo! ¿Militarizado yo? ¿Eso cómo es? Todo esto así, eh. Así. Joe, hacía años que no revivía yo esto. Bueno, aquello pasa, llega la noche, sale el Rey hablando y les digo a los dos que nos había dejado allí con las escopetas. 'Quillo, irse ya al carajo de aquí, ¿no? Irse ya, picha. Irse ya, ¿no? Que nosotros queremos dormir. Irse ya pa vuestras casas que ya hasta han llamao vuestras mujeres. Aquí no hacéis na; estáis perdiendo tiempo y dinero'.

-Jajajajajajajajajajajaajajaa Pero es verdad que por la noche salieron tanques por Valencia y no estaba del todo controlado.

-Había movimientos aún, sí, pero en Sanlúcar no. Total, que se van y al rato vuelve otro taxi con pintadas de UGT o Comando Antifascista y pregunto: '-qué pasa. 'Na, que hay dos o tres barcas con gente, (porque al ser un golpe de derechas hubo muchos de izquierdas que salieron por patas por Doñana cruzando el río) que casi se están ahogando'. Ahora, nos vamos nosotros a Casa Bigote a esperar a que vinieran los tíos asfixiados, por golpes de frío; porque estoy hablando de febrero, un frío del carajo en el río Guadalquivir. Bueno, pues todo eso lo he vivido yo.

-Antes de enrollarnos con el franquismo y sus coletazos, le pregunté por si le hubiera gustado vivir en Madrid.

-Profesionalmente, sí. Pero te digo una cosa, luego no. Ya te dije que cuando me dijo mi jefe que 'gente como tú hace falta en Cádiz' ya sabía yo su respuesta y por eso tenía la maleta al lado y todo preparado en mi R5 para irme. Y de hecho, hice mucho en Cádiz. Tú lo has podido comprobar ahí en la plaza, que un tío que está vendiendo y que en su día jugaba en el Cádiz CF se operase conmigo es la señal más evidente de ver que nadie se operaba fuera de Cádiz al estar yo. De hecho, después hice congresos nacionales e internacionales en Cádiz y fui bastante reconocido.

-Fue hasta rey Baltasar.

-Quizás, eso fue lo más importante jejeje. También fui presidente de la Sociedad Española de Cirugía de Artroscopia, donde fui pionero en Cádiz; te estoy hablando del año 84. Y siempre en Cádiz y aquí sigo. Una de las cosas que me propuse fue que jamás ningún deportista tuviera que irse de Cádiz porque en Cádiz no había medios. De hecho, cuando empecé a hacer esas cirugías pocos se lo creían. Te cuento una anécdota; al primer deportista que opero con cirugía artroscópica es a Manolito el de Chiclana, un fenómeno. Manolo es el jugador que más sustituto le han buscado en el Cádiz; es un estilo al hermano de Álex (Nacho) en el Real Madrid. Pues Manolo se rompe el menisco, lo opero del tirón y al día siguiente está en el Carranza.

-¿Para entrenar ya?

-No, hombre, para comenzar ya la recuperación y demás. Y allí estoy yo con él y se nos acerca Manolo Cardo (entrenador de entonces) y le grita: '¡Manoloooooooooo, usted cuándo se va a operar, joe?' Y le responde. '-Este es el médico que me operó ayer. -¿Cóóóóóóóóómo, que te ha operado ya? -Digo, aquí estoy ya recuperándome'. No se lo creía Cardo puesto que entonces no se conocía la cirugía artroscópica, que la empecé a hacer yo en Cádiz y de los primeros en España. A Manolo es otro que le tienes que hacer una entrevista.

-Hombre, mítico. Además, fue el que marcó el gol ante el Celta en la última jornada de la 89/90 contra el Celta que nos salvaba incluso de la promoción después de cuatro partidos seguidos ganados.

-Ese, ese. Él esta de masajista en una clínica que tiene. Y tengo otra con Ángel Oliva, que le llamaban el pistola. Lo ficha Irigoyen y tal como viene se rompe el menisco en el primer entrenamiento. Yo no era el médico del Cádiz, pero me viene a buscar a la consulta; estaba Espárrago con Turrén, que era su preparador físico, conocido como el profesor. Esta es buena. Se rompe el menisco y no me encuentran en la consulta porque estoy en la playa, donde me encuentra El Fiebre, uno que trabajaba antes en el Cádiz; era un 'IBM' de Irigoyen, un y veme a por esto, y veme a por lo otro. Una bellísima persona. Y El Fiebre me localiza en la playa, en frente de La Marea, que yo creo que entonces estaba el Kentucky. Total, que me lo lleva a la playa (a Oliva) y le digo que se tumbe en la arena; él venía vestido con la ropa del Cádiz; la gente allí alrededor nuestra. La gente 'este es Oliva, el que ha fichao el Cádiz'. No veas tú con la fama que venía, eh. Y efectivamente veo que se acaba de romper el menisco y le digo que hay que operarlo ya. Y me dice. -¿Cuándo? -Esta tarde, ya. Fiebre, llévatelo ya mismo para San Juan de Dios y que lo vaya preparando el anestesista que a las tres y media, después de que yo me bañe y me duche, me voy a operarlo'. Total, que a mí se me olvida.

-Jajajajajajajajajajaja

-Y viene a la hora y media El Fiebre otra vez. 'Migue, que está allí Oliva. -Me cago en los muerto que se me ha olvidao. Pues llévame'. Yo en bañador, claro. Él traía su motito y entonces no había que llevar casco ni nada. Me fui para la clínica, lo operé y a día de hoy (Oliva) es el mejor amigo que yo tengo en el fútbol junto a Manolito y Manolo Pérez, que le gustaba menos entrenar que yo qué sé, pero tenía una clase.

-Sí que la tenía. Y un guante en su pie derecho.

-Lo malo, y yo se lo decía, es que nunca iba de cabeza, no se fuera a despeinar el tío. Y por arriba se las robaban todas y no metía la pierna.

-Era un master class.

-Venía de La Masía, el Beckham de la Bahía.

-Antes hemos pasado por alto lo de ser rey mago en Cádiz. ¿Qué tal la experiencia?

-Creo que fue en 2015; el negro fui, que estuve quitándome pintura negra por lo menos tres semanas. La experiencia fue espectacular, maravillosa. Desgraciadamente, nos cogió el primer año del Chiki de alcalde.

-Del Kichi.

-Eso, del Kichi.

Un momento de la sobremesa en el bar El Carrusel.

-¿No apoyó mucho?

-No apoyó nada. Fue el año en el que nos hicieron hacer la cabalgata por el centro de Cádiz cuando siempre ha sido por la Avenida. Pero ese año que llegó José María (González) quería ser diferente y a mí me tocó. Mira que yo le aprecio, pero ese año nos jodió la cabalgata; salimos por el Parque Genové, Alameda, Canalejas y al ayuntamiento. Una m. Salvo eso, lo demás todo fue una experiencia maravillosa. No me lo he pasado mejor en mi vida.

-¿Y los años siguientes siguió ese recorrido?

-No, fue ese año nada más que él quería señalarse de alguna forma.

-Y se señaló, eh.

-Digo, lo peor es que me tocó a mí.

-Jajajajajajaja ¿Quiénes eran los otros dos reyes?

-Antonio Carrascosa, un compañero mío, también traumatólogo, y el otro fue Luis Rivero, el de los coros.

-Buenos son como buena ha sido esta conversación que vamos a ir poniéndole fin. Al menos, con grabadora de por medio. ¡Un verdadero placer y salud!

-¡Salud!

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