El Apunte

La política de lo pequeño

Banderas, fiestas, ritos, exhibiciones... Los meses pasan y el nuevo gobierno municipal parece preso de las grandes palabras y los hechos pequeños

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CÁDIZ Actualizado: Guardar
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La administración española es poco municipalista. Le falta tradición y la herencia centralista o la nueva realidad autonómica, de control absoluto, aún mantiene una fuerte inercia. Los ayuntamientos tienen un margen de maniobra limitado en los aspectos de la vida colectiva que más interesan y afectan a la ciudadanía: sanidad, educación, empleo, industria, seguridad... Los alcaldes y concejales lo admiten cuando les conviene pero lo niegan en las campañas electorales para que los votantes olviden durante dos semanas sus limitaciones presentes y futuras.

Pero, con ser estrecho y mejorable, tienen margen de maniobra. El nuevo equipo de gobierno llegó al poder municipal hablando de gente, pobreza, vivienda, solidaridad y justicia, de libertad y progreso.Como si esto estuviera en manos de un consistorio de talla pequeña.

Cuando le convino, lo usó. Ahora que llega el momento de la gestión y los hechos, una Junta de Gobierno (remedo del consejo de ministros a escala local) sólo tiene tiempo y palabras para hablar de ritos, de banderas, procesiones y fiestas en la playa. Todo son gestos, anécdotas, símbolos, naderías. Ni un número, ni un proyecto tangible y visible. Mientras otros ayuntamientos de capitales andaluzas, ayer, firmaban una alianza turística de altos vuelos en la mayor feria europea del sector, mientras otras localidades bracean por conseguir proyectos industriales que buscan pista de aterrizaje, mientras otros se exprimen la cabeza en busca de riqueza, aquí, en Cádiz, en el presunto tercer mundo español donde los niños famélicos necesitan ayuda para comer (según el ideario de Podemos) las prioridades son otras.

Las urgencias son que la bandera andaluza sustituya a la española. Crear una comisión para ver si las barbacoas del Carranza siguen o no. Anunciar que el alcalde irá en la penitencia del Nazareno con un familiar. Si los hechos son amores y hablan solos, en esta ciudad reina un silencio atronador. El de la política pequeña e intrascendente.

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