El Apunte - OPINIÓN

El concepto de hambre

Podemos vuelve a usar en falso la imagen de niños famélicos en Cádiz

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El sector gaditano del movimiento Podemos hizo bandera del hambre en Cádiz como herramienta electoral para llegar al Ayuntamiento de Cádiz. Pudo ser legítima. Otras muchas, y peores, se usaron en todo tipo de contiendas electorales desde que el mundo, democrático, es mundo.

Se usaron la violencia y la miseria, el miedo y las necesidades de todos o las que no sufre nadie, las reales y las inventadas. Siempre con la presentación de fórmulas que pretenden ser remedios. Nunca se aplican. De ahí el espanto, más que desapego, de generaciones enteras en medio mundo hacia los partidos políticos convencionales y sus métodos tradicionales.

Lo que sucedió ayer en el Congreso de los Diputados no es nuevo ni extraño. Un líder, Pablo Iglesias, se arroga el mérito de haber solventado un problema que sigue como estaba y nunca fue como se presentó.

El efímero aspirante a presidente del Gobierno vino a decir que el alcalde de Cádiz –más o menos compañero de filas– ha reducido casi hasta eliminarla el hambre infantil en la capital gaditana. Esa afirmación contiene tanta exageración, carece de tantos matices, que puede considerarse una mentira. Ni mayor ni menor que otras tantas de otros grupos políticos a lo largo del tiempo.

El hambre entendida como falta de alimentos básicos para mantener la salud, o la vida, no la sufren niños gaditanos, andaluces, ni españoles, desde hace décadas. Ni los adultos. La comida no es el problema. Sobra. Se tira. Se regala. En esta parte del mundo.

Eso no exime a los críos de ser considerados pobres ni de precisar toda la ayuda posible y urgente de la comunidad. Pueden recibir una alimentación deficiente (por exceso de algunos productos y falta de otros), pueden estar en riesgo de que su familia pierda su casa o de que ese domicilio carezca de suministros básicos de agua y electricidad.

Puede ser que su entorno esté golpeado por el paro, la enfermedad, la desestructuración social, las adicciones. Puede que su casa sea el peor sitio en el que pueden estar. Todos esos infiernos existen, claro. Pero el hambre, entendida como en España hasta los años 50 o como se entiende ahora en otras tierras, no existe ni existía en Cádiz hace dos años, ni diez. Esta afirmación no libera a nadie de atender a tantas personas para ayudarlas en el tránsito hasta volver a regular sus vidas tras haber perdido su empleo, su salud o ambas cosas. Los más pequeños, como los abuelos, son los que más padecen.

Es imposible negarlo pero no hay hambre, ni la hubo, ni con esta administración local ni con la anterior. Los recursos para evitarla están, estaban, en manos de varias administraciones que trabajan del mismo modo hace muchos años. Sobre todo, en la sociedad y gracias a distintas asociaciones. Sólo por definir términos y aclararnos todos.

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