Ignacio Moreno Bustamante

Cádiz, otro mundo

Aprovechar alguna de las jornadas de asueto que nos proporciona la Semana Santa para desconectar es un ejercicio tan reconfortante como necesario

Ignacio Moreno Bustamante
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Aprovechar alguna de las jornadas de asueto que nos proporciona la Semana Santa para desconectar del día a día es un ejercicio tan reconfortante como necesario. Casi obligatorio, me atrevería a decir, que no todo ha de ser trabajo, política, miseria que nos quieran meter algunos por los ojos o cansinas lecciones de moralidad de los adalides de la cutrez política de toda la vida, ahora autodenominada ‘emergente’. Ni siquiera todo pasa por las cofradías, pues tiempo hay para todo. Y si uno es de Cádiz y aprovecha estos días para ‘refrescarse’ la provincia, el ejercicio alcanza ya cotas de sublimidad. Puede resultar obvio repetir que vivimos en una comarca de algo más de siete mil kilómetros cuadrados absolutamente increíbles, privilegiada.

Pero conviene recordarlo, pues a menudo es algo mucho más valorado por nuestros visitantes que por nosotros mismos. No hablaré de la bondad de nuestras gentes, ya que de todo habrá. Ni de nuestra gastronomía, pues como decía el Selu en una de sus más geniales chirigotas, ‘yo soy más de papas con huevo’. Pero sí de nuestros parajes naturales, aquellos en los que afortunadamente aún no ha metido la mano el hombre. O lo ha hecho poquito. Basta con poner un pie, por ejemplo, en Vejer, para entrar en una especie de estado de amnesia selectiva que hace que las patéticas polémicas del pleno municipal parezcan un chiste mal contado. Realizar la ruta de los molinos, desde Santa Lucía, disfrutar de sus cascadas y ponerte hasta los tobillos de barro porque aquello está ‘enguanchinnao’, según sabias palabras de una sonriente senderista, cura directamente seis o siete males urbanitas, desde la imagen del alcalde de la capital de negro riguroso rodeado de penitentes a la de la concejala de Asuntos Sociales micrófono en mano dándole puntapiés al diccionario en cada una de sus intervenciones en el Pleno.

Si tienes la suerte además de dirigirte a Los Caños y darte un paseo por los increíbles pinares del parque natural de Las Breñas, entonces por un breve instante, en el que tan sólo oyes una ligera brisa entre las ramas altas, te planteas si de verdad ese lugar pertenece al mismo planeta en el que unos descerebrados son capaces de inmolarse en la cola de un aeropuerto para sembrar el terror.

Cádiz es otro mundo dentro de nuestro mundo. A veces es necesario irse lejos para apreciar lo que tenemos aquí, ahora mismo, bajo nuestros pies. Pero no debemos olvidarlo, darlo por hecho. Sin duda seríamos más felices si incluyéramos en nuestros planes regalarnos la provincia con mayor frecuencia. Desde Sanlúcar a La Línea. Desde la duna de Bolonia al parque de Los Alcornocales. De la Sierra de Grazalema al Tajo del Aguila. Es fácil y rápido recorrerla. Y barato. Pero sobre todo, es inmejorable para la mente, como método de desconexión. Que ya habrá tiempo de volver a nuestras rutinas.

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