Ignacio Moreno Bustamante - OPINIÓN

Cádiz arroja la toalla

Barcelona y Málaga apuestan por grandes hoteles en sus puertos; nosotros haremos un chiringuito

Ignacio Moreno Bustamante
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Cádiz ha dictado sentencia. Por lo visto. El estudio elaborado por la UCA para saber cómo quieren los gaditanos que su puerto y su ciudad se fundan en un solo ser inanimado al que la gente, la genta, los cruceristos y las cruceristas llenen de vida es concluyente: exposiciones, conciertos, algo tan etéreo como fomento del empleo –sin concretar cómo–, actividades náuticas... Esas son las ideas aportadas por los gaditanos y las gaditanas de a pie. Con todos mis respetos: paparruchas. Nuestro excelentísimo alcalde, cómo no, se ha mostrado encantado. Concretamente, ha manifestado estar «orgulloso» de que la gente y la genta participe. Ese era su único fin y por eso ha financiado el estudio. Preguntar a los vecinos y las vecinas.

Aunque no tengamos ni pajolera idea del tema. A los técnicos, a los especialistas en materia portuaria, en turismo, en economía a nivel nacional y mundial... a esos no. A esos que les pregunte otro porque igual dicen algo que a nosotros, los anticapitalistas, no nos gusta.

Cádiz está ante una enorme oportunidad. Nada más y nada menos que disponer de miles de metros cuadrados en pleno corazón de la ciudad. Y no podemos permitirnos el lujo de perderla por culpa de cuatro dirigentes municipales mediocres y sin ninguna ambición por conseguir que su ciudad crezca de verdad. Desde el día en que Kichi afirmó que en el solar del Portillo no hacía falta un Palacio de Deportes sino un pabellón de barrio, quedó clarísimo por dónde iban los tiros. De haber tenido emperadores así el Imperio Romano o faraones de este pelaje el antiguo Egipto, a ver dónde estaban ahora las calzadas romanas, el Coliseo o las piramides.

Y no hace falta irse tan lejos. Hace muy pocos años, Barcelona apostó por construir en su puerto el ya mundialmente famoso Hotel Vela. O Málaga, que en unos días presentará su proyecto de hotel de 135 metros, por el que por supuesto, el podemismo ilustrado malagueño ha puesto el grito en el cielo. Barcelona ya lo tiene. Málaga lo tendrá. Aquí construiremos un chiringuito donde tomarnos la cervecita, después de ir a pescar, mientras nos damos golpes de pecho por ser la única ciudad del mundo en la que en la guardería municipal se enseña a los niños con quién deben acostarse cuando sean mayores antes que a leer o escribir. Y entre risotada y risotada, entre golpe de pecho y golpe de pecho, se nos van las oportunidades. Otra más. La oportunidad de apostar por un proyecto que permita a Cádiz afianzarse como puerto base de cruceristas. Y que de paso, con un diseño atractivo, con verdadero valor arquitectónico, nos sitúe en el mapa mundial. Pero claro, para eso hay que trabajar, tener amplitud de miras. Y los dirigentes y dirigentas de esta ciudad no son capaces de vender ni el que ya está construido en el estadio. ¿Por qué será? Quizá porque cada día somos más cutres, a imagen y semejanza de nuestros emperadores y faraones de San Juan de Dios.

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