Bueno, feo y malo

Arrimadas cumple, el PP naufraga y deprime el apoyo de los catalanes a los sediciosos

Luis Ventoso

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La trepidante noche electoral deja un poco de todo: lo bueno, lo feo y lo malo, que diría el maestro Sergio Leone. Lo bueno es la excepcional victoria de Inés Arrimadas. Que una candidata andaluza con un discurso férreamente españolista gane unas elecciones en Cataluña es histórico, y más tras un golpe de Estado separatista. Su triunfo, aunque no le permitirá gobernar, tapará muchas bocas en el extranjero, sobre todo en la despistadísima prensa anglosajona, que convirtió en héroes de la libertad a los insurrectos y los confundió con el 100% de los catalanes. Además, el resultado sitúa por primera vez a Rivera en la carrera en serio hacia la Moncloa (hasta ahora lo suyo eran más bien balas de fogueo, pero anoche habrá provocado insomnios en Génova). Ciudadanos no tuvo que hacer nada muy original para obtener este gran premio, simplemente leyó bien el evidente clamor callejero que recorría el país -¡más España!- y se puso al frente de la manifestación. Lo hizo sin complejos, con firmeza, demandando lo elemental: la restitución instantánea de la legalidad. Arrimadas fue la voz que nos defendió con más brío en la oprobiosa jornada en que los sublevados declararon su república. En ella depositaron sus esperanzas españoles de todas las ideologías -incluidos muchos votantes del PP y algunos del PSOE-, que simplemente no quieren que se rompa su país y abogaron por un voto práctico.

Lo del PP era como querer ganar el mundial de Fórmula 1 con un piloto que ni cabía en el bólido (Albiol), una jefa de mecánica muy prestigiosa, pero que no da una en estrategia de carrera (Soraya) y un jefe de escudería cuyo lema es: «Id despacio, que igual gripamos el coche». En lugar de reconcomerse con ataques de celos por el éxito de Ciudadanos, el PP debería reflexionar. No puede ser solo un partido de gestión pura, debe cultivar las ideas y la oratoria, ha de pelear con otra gallardía por España y necesita ofrecerle una ilusión nítida al país. El PP es hoy un partido correcto, pero fatigado y desprestigiado (la corrupción se paga, lógicamente). Falta también en su cúpula de Madrid una cara que realmente ilusione. Pueden dedicarse a vituperar a Ciudadanos y a quienes le han votado, o pueden espabilar, poner su reloj al día, enviar a la vicepresidenta a competir por la alcaldía de Madrid, pues hasta ahora no se ha probado en una liza electoral, y situar a Feijoo de vicepresidente para preparar un relevo ordenado, que reconozca los méritos ciertos de Rajoy, pero que abra una nueva etapa, la que ha de llevar a un partido esencial para España a la modernidad y el rearme ideológico.

En cuanto al triunfo de los separatistas, resulta dolorosísimo que tantos catalanes se empecinen en abrazar el error y la xenofobia supremacista. Y eso no se va a arreglar con sigilo y burocracia. Si España quiere ganar esta liza a largo plazo y evitar que un día Cataluña se vaya tendrá que plantearse un plan serio de fortalecimiento del Estado. ¿Y quién creen ustedes que está dispuesto a meterse en «ese lío»?

(PD: sobre el PSC y su fiasco, poco que decir. Como reza el dicho clásico, Roma no paga a traidores. Iceta solo era otro nacionalista).

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