La cotorra argentina o «Myiopsitta monachus» puede ser una vecina muy molesta
La cotorra argentina o «Myiopsitta monachus» puede ser una vecina muy molesta

¿De dónde vienen las cotorras invasoras?

Un estudio demuestra que todas las poblaciones invasoras son genéticamente iguales y proceden de una pequeña zona de América del Sur

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Se han convertido en un auténtico quebradero de cabeza para muchos vecinos, que padecen día tras día los «alborotos» que organizan estos pequeños animales. Unas cotorras invasoras que se han adueñado de numerosos parques y árboles tanto en España como en el resto de Europa y América del Norte durante los últimos 40 a 50 años.

Poco a poco han ido creando nidos masivos en muchas áreas urbanas. Totas ellas parecen tener su origen en una misma área geográfica pequeña de América del Sur. Además, todas las poblaciones invasoras son genéticamente iguales y se caracterizan por presentar un haplotipo dominante relativamente raro en la población fuente. Esta es la conclusión de un estudio internacional con la participación de científicos españoles recogido por la Agencia Sinc.

Haciendo un poco de historia, se sabe que estas cotorras argentinas (Myiopsitta monachus) están consideradas una de las especies de aves más invasoras de todo el planeta. Cientos de miles de ellas se han importado para el comercio de mascotas en las últimas décadas, y sus poblaciones salvajes comenzaron a aparecer como especie invasora en los EE UU en la década de los 60 y en Europa en la década de los 80.

Sin embargo, estas dos poblaciones independientes parecen tener su origen en la misma área de distribución natural, probablemente ubicada entre el sur de Brasil (Río Grande do Sul), Entre Ríos (Argentina) y Uruguay, según un estudio publicado en la revista Molecular Ecology en el que participan la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla (UPO) y el Museo de Ciencias Naturales de Barcelona.

Según explica Martina Carrete, coautora del estudio e investigadora de la EDB y la UPO., para el estudio se utilizó información genética obtenida a partir de ADN mitocondrial y microsatélites para evaluar cuál es variabilidad genética en el área nativa, Sudamérica, y en tres zonas de invasión distribuidas por tres continentes (Norte América, Europa y África) de una especie invasora como la cotorra argentina Myiopsitta monachus.

Las especies exóticas invasoras son un componente fundamental del cambio global y una de las causas principales de extinción de especies nativas. Por ello, se ha estudiado desde distintas perspectivas cuáles son las variables que determinan el éxito de establecimiento de dichas especies.

«Entre otras, se ha propuesto que la existencia de variabilidad genética puede ser importante, aunque no hay un consenso claro sobre cómo dicha variabilidad de las poblaciones fuente y los procesos demográficos afectan al éxito de establecimiento de las especies invasoras», añade Carrete.

Las cotorras se han comercializado durante años en todo el mundo como mascotas y se han establecido poblaciones invasoras en muchas zonas. «En particular evaluamos si la diversidad genética en las zonas de invasión es consecuencia de la variabilidad genética existente en las poblaciones fuentes –de las cuales se han importado individuos– o de procesos demográficos producidos durante la introducción de sus individuos», explica la experta.

La diversidad genética es menor en las invasoras

El trabajo, que desentraña la historia de la invasión global de la cotorra, también descubrió que las cotorras norteamericanas y europeas tienen menor diversidad genética en sus poblaciones invasoras que en las poblaciones nativas.

«La información genética indican que la fuente de individuos que han fundado todas las poblaciones invasoras tiene una distribución geográfica muy restringida, con pocas evidencias de que haya una mezcla importante entre las poblaciones que existen en el área geográfica nativa», enfatiza Carrete.

Este patrón coincide con los datos históricos sobre exportaciones de individuos para su utilización como mascotas, que sugieren que la mayor parte de los individuos que se han comercializado provienen de la misma zona. «Sin embargo, las poblaciones invasoras son más parecidas entre sí de lo que cabría esperar solo a partir de estos datos de exportaciones», asegura la investigadora.

En efecto, la variabilidad genética observada en las poblaciones invasoras es baja, y sugiere la existencia de una contracción demográfica y un área fuente restringida, pero no apoya la hipótesis de que esta invasión se haya visto favorecida por la mezcla y la recombinación genética entre individuos de múltiples poblaciones fuente.

Por el contrario, sugieren que la reducida variabilidad genética que se observa en estas poblaciones invasoras no habría afectado negativamente a su éxito de establecimiento. Es decir, han podido operar también procesos de selección convergentes que han favorecido el mantenimiento de determinados haplotipos

«La presencia de determinadas características genéticas sería importante de cara a explicar el éxito de las invasiones. Posiblemente existan procesos de selección que determinen esta convergencia en el patrón genético de las poblaciones invasoras», concluye la científica.

Estos procesos de selección durante el proceso de invasión no se han tenido en cuenta antes en este tipo de estudios por lo que podrían ser importantes de cara a explicar el éxito de algunas especies invasoras.

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