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Un operario del Canal inspecciona las tuberías que van desde el depósito de Plaza Castilla hasta Cuatro Caminos - FOTOS: belén díaz / VÍDEO: Jesús CUESTA

De Plaza de Castilla a Chamberí: La ruta secreta del agua de Madrid

Un túnel de 3,6 kilómetros conecta los dos grandes depósitos del Canal de Isabel II para garantizar el abastecimiento

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La puerta de una pequeña caseta del parque de Plaza de Castilla esconde un «viaje secreto». Una discreta entrada en la que el eco y su buen estado de conservación asombran. Las viejas escaleras que descienden al subsuelo acaban en una reja con las siglas «CYII». Sus barrotes dan acceso a un pasadizo subterráneo, similar a los túneles del Metro, en el que la vista se pierde siguiendo los fluorescentes del techo. Estamos en la galería que une el cuarto depósito de agua del Canal de Isabel II, con el segundo y el tercer depósito de Chamberí. «Podríamos ir caminando desde aquí hasta Santa Engracia haciendo la misma ruta que hace el agua en su trasvase», nos explica Diego Limones, subdirector de conservación del Canal de Isabel II Gestión, que preside Salvador Victoria.

Con él, ABC se adentra en parte de sus 3,6 kilómetros de longitud. En ellos, en lugar de vías hay dos enormes tuberías a ambos lados que garantizan que un corte de agua no suponga la más mínima molestia para sus ciudadanos. Ese fue el cometido con el que nació esta desconocida obra de la ingeniería civil, una de las más importantes de Europa, y que pasa desapercibida para la mayoría de madrileños.

Sistema «infalible»

Sin embargo, su funcionamiento —que «no ha fallado desde que se puso en marcha en 1952», recalca Limones— marcó un antes y un después para el desarrollo de la capital. «Sin él hubiera sido imposible que Madrid ensanchara sus barrios», asevera. Hasta esa fecha, el centro de la ciudad se abastecía únicamente del Canal Antiguo o Canal Bajo, inaugurado en 1858 por la reina Isabel II. De él dependía, únicamente, que en los grifos corriera el agua. Una idea que comenzó a preocupar a la empresa desde principios de siglo. «Una incidencia grave en el viejo canal habría dejado a Madrid sediento durante días», explica.

La galería de unión entre depósitos se construyó en 1948, pero los estudios previos y el proyecto nacieron en 1929, obra de Francisco Parrella. El objetivo de las dos tuberías instaladas en la galería, es doble. Por una parte, atender desde el depósito de Plaza de Castilla —situado a 727 metros sobre el nivel del mar— la demanda de agua de la zona más alta de Madrid. Hasta la fecha de su construcción, el núcleo urbano se abastecía del primer depósito elevado de la calle Santa Engracia —cuya cota de rebose era de 722 metros—. «Esa diferencia de 5 metros es más que suficiente para llevar presión necesaria hasta los grifos de las casas», explican desde el Canal de Isabel II.

Por otra, permitió dejar de utilizar dicho depósito elevado, de 1.500 metros cúbicos, cuya capacidad de regulación «era escasa para la demanda de la época». Su llenado, muy costoso, se efectuaba desde el segundo depósito mediante una estación elevadora. «La galería conllevó aumentar la garantía y fiabilidad en al abastecimiento de la zona del segundo y el tercer depósito, que sólo se podían llenar mediante el Canal Bajo, por lo que cualquier incidencia tenía una trascendencia notoria», comenta el subdirector de conservación del Canal. La galería, además, se concluyó con dos conexiones independientes, una en Cuatro Caminos, para llenar el tercer depósito, y otra en la calle Santa Engracia, sede actual del Canal de Isabel II Gestión, para llenar el segundo depósito.

Dos décadas de obras

A pesar de su éxito, su construcción estuvo plagada de vicisitudes. Se proyectó en los años 30, tal y como reflejan las memorias de la empresa Canales del Lozoya —el nombre que recibía en la época—. La obra se adjudicó en 1930 aunque de forma fallida. La nueva adjudicación a los contratistas Jimeno y Construcciones y Contratas también tuvo que ser rescindida. En 1935, Alejandro San Román se hizo cargo, pero la Guerra Civil dejó las galerías a medio construir. Cuando acabó, éstas se encontraban en una «muy mala situación». Además, la escasez de materiales, que afectaron también a las obras del Metro que discurrían en paralelo a la galería, impidieron su culminación.

El impulso definitivo de las obras llegó entre 1946 y 1950. En el 48 se concluyó con éxito la galería. «Un trabajo que superó dos problemas importantes. El primero, la coincidencia de una parte del trazado de la línea de Metro entre Plaza de Castilla y Cuatro Caminos. El segundo, la necesidad de crear un desagüe en caso de que se produjera una rotura de las tuberías, que desemboca directamente al río Manzanares. El proyecto rondó los 20 millones de pesetas de la época.

Las dos tuberías tipo «Bonna» —de diámetro 1.400 mm de hormigón armado y camisa de chapa—, se construyeron en Cornellá de Llobregat y Sevilla. Desde su puesta en servicio no ha habido incidencia alguna en ninguna de las dos conducciones. La presión de servicio de ambas es de 4,4 atmósferas y se sometieron al doble de su presión habitual, sin fallar. «Antes se hacían las cosas para durar mucho», dice Limones. Algo que a este subdirector de conservación del Canal le «satisface profundamente».

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