En la imagen, el colegio Violeta Monreal de Zaratán (Valladolid)
En la imagen, el colegio Violeta Monreal de Zaratán (Valladolid) - f. heras
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El 95% de los alumnos de 3º de Primaria supera la primera evaluación externa

Lengua castellana registró más aprobados que matemáticas

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Ya se pasó el mal trago y el «miedo»... La primera evaluación individualizada de Tercero de Educación Primaria realizada en aplicación de la Lomce -Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa- ha salido adelante sin grandes complicaciones y con resultados «satisfactorios». De los 19.836 alumnos matriculados en este curso en los 806 colegios de Castilla y León, sólo 130 no realizaron las pruebas, de manera que los informes abarcan al 99,34% de los estudiantes. Además, sus «notas globales» son calificadas por la Consejería de Educación como «altamente positivas», ya que el 95,8 por ciento ha conseguido superar con éxito el examen. Como viene siendo habitual, el porcentaje de aprobados es ligeramente mayor en las pruebas de Lengua Castellana que en las de Matemáticas (un 96% frente a un 92%), algo que se achaca fundamentalmente a un problema «endémico» de metodología que seguramente provocará «reflexiones».

Sin embargo, el objetivo de este control es sobre todo ese 4,2% del alumnado que no aprueba. Este sistema de evaluación externa introducida por la nueva ley está pensado para identificar de forma temprana a los niños que previsiblemente finalizarán Primaria con asignaturas suspendidas. El fin último es poder «intervenir a tiempo» y diseñar así el refuerzo correspondiente para cada caso a partir de unos estándares concretados en esta «herramienta objetiva».

Notas «sin matices»

De esta forma, se «neutralizaría» la valoración subjetiva que tiene en cuenta factores «ajenos». Por ejemplo, los que aparecen en aquellos grupos con condicionantes socioeconómicos y culturales singulares que obligan a los profesores a rebajar el nivel de exigencia y en los que se valoran más aspectos como el esfuerzo. Pese a todo, «hay cosas que se saben o no», matiza el director general de Política Educativa, Fernando Sánchez-Pascuala, que defiende que esta evaluación individualizada ayuda a «averiguar las dificultades reales» de estudiantes que más adelante pasarán a la Enseñanza Secundaria «sin todos esos matices».

Los resultados, en cualquier caso, son sólo condicionantes, no vinculantes. Si bien es cierto que no debería pasar de curso ningún alumno que suspenda esta prueba y tres asignaturas más -entre las que se encuentren matemáticas o lengua-, la realidad es que la evaluación se realiza antes de cerrar las notas. En estas circunstancias, el docente puede decidir si un niño debe avanzar «por otros motivos» y se deja margen a la arbitrariedad.

El director general de Política Educativa reconoce que, superadas las «novatadas» de la primera edición (con festivos no previstos o retrasos en la entrega de las pruebas), ahora el reto más importante es «programar buenos planes de mejora para 4º» y trabajar en el análisis de los resultados obtenidos. «Cada colegio debe reflexionar a partir de una información tremendamente útil», argumenta el responsable educativo, convencido de que «directores y padres serán los primeros interesados en plantear proyectos de refuerzo consistentes».

Sánchez-Pascuala rechaza rotundamente las críticas que descalificaban esta iniciativa por considerarla una «fiscalización» de los maestros o un «campeonato de colegios». Recuerda que sólo diez de los más de 800 colegios participantes han optado por una corrección cruzada y que los resultados, que en ningún caso se harán públicos a modo de ránking, no sólo confirman «algo que ya se sabía» -y es que en torno a un 6% de los alumnos que concluyen Primaria tienen asignaturas suspensas-, sino que apenas registran desvíos significativos con las notas finales. «Éste es un sistema objetivo que se utiliza habitualmente en todos los países más avanzados de forma ordinaria», defiende, convencido de que se ha generado una «alarma innecesaria» y de que supone una ayuda para el profesorado y los padres. «Creo que, en general, los padres son los primeros que quieren saber cómo están realmente sus hijos».

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