Escultura de Frutos María
Escultura de Frutos María
cultura

Frutos María, el principio de la abstracción

El escultor indaga el juego sutil de los encuentros con los volúmenes y el espacio, con la utilización de distintos materiales, dándole a cada cual su sentido y forma

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A medida que pasa el tiempo, y son ya muchos años, Frutos María, (1959, Hontoria de Valdearados, Burgos) va acercándose, en su escultura, hacia principios que se basan en un diseño de lo abstracto. La abstracción, no como falta de argumentos sobre la realidad, sino como investigación del espacio que nos circunda. Desde su llegada a Alicante, su ciudad de acogida, la escultura de Frutos ha ido consolidándose en estructuras dependientes de las formas precisas, de la escultura más subordinada a la geometría. Desde sus orígenes, ya en la escuela taller en Aranda de Duero, comenzó a dar forma a un volumen cúbico de acero, moldeándolo apenas con unos leves planos, como para querer trasgredir pero al mismo tiempo investigar, desde su entendimiento, ese volumen puro.

En la actualidad Frutos indaga el juego sutil de los encuentros con los volúmenes y el espacio, con la utilización de distintos materiales, dándole a cada cual su sentido y forma como tal material: el acero corten, la madera, ya habituales en él, y a partir de ahora, con el hormigón visto. Una experiencia presente en la exposición que le ha valido para poder dimensionar, más si cabe, el tamaño de sus esculturas. Un análisis sobre el vacío, pero desde la concepción del bloque, volúmenes tratados con huecos y salientes, donde domina la forma más poliédrica. Su superficie pulida da vida a la escultura en la que los valores texturales, en cuanto a las variaciones de color, son un atractivo más en esa búsqueda entre las precisas formas. Siempre apreciando la naturaleza del cemento, la creación de dibujos y aguas de su superficie.

Obra, escultura, la de Frutos, sobre todo la última, basada en una idea de la forma donde afloran los alientos de Chillida y, como no, de Oteiza, la gran escultura española del XX, y la gran investigación que no termina. Pues es en esta formulación donde la escultura se debate y debatirá como un problema esencial del ser humano: la visión del espacio convirtiendo sus formas más elementales en soluciones para analizarnos, para un mayor entendimiento del mundo.

Otro camino de su hacer plástico, en contemporaneidad con la escultura, es la pintura, aunque esta vaya por otros derroteros. Una pintura en la que el contraste de materiales y texturas, entre resinas de poliéster, arenas, hierros oxidados, maderas viejas, dan preferencia a ese mundo de superficies, donde la rutina de los elementos formales establecen diálogos plásticos de antiguos recuerdos sobre la plasticidad de sus objetos. Aunque en su visión de la plástica como escultor, recuerde al pintor su condición, para que juegue también con el volumen de algunas de sus partes, invitando a la participación del espectador. Una obra pictórica que trata fundamentalmente del juego entre las diferentes texturas y el color, en superficies y formas más o menos aleatorias producto del encuentro o de la apropiación que, en todo caso, dependen de las sensaciones plásticas que al artista le trasmiten las materias empleadas.

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