Carlos III y una coronación con la que trata de revertir la indiferencia de los británicos hacia su reinado

Casi 8 meses como rey hasta su coronación y pocas encuestas desfavorables que haya podido esquivar, como la que asegura que el 71 por ciento de los británicos ven con indiferencia la proclamación y festejos de Carlos III. Cuatro de cada diez creen, aún hoy, que debería ceder el trono a su hijo, el príncipe Guillermo, con mayor apoyo popular que él. El heredero más paciente de Europa aterriza a sus 74 años en la fase decisiva de su vida y para la que fue educado desde la cuna. Para los historiadores expertos en la Casa Real británica, "es un hombre que tiene prisa" por dejar dejar su huella en un reinado a contrarreloj, en el que ya ha dejado avances, como haber abierto los archivos reales para que se investiguen los vínculos de la Corona con la esclavitud. Para otros juega a su favor su mayor preparación y experiencia respecto de su madre, que llegaba al trono con sólo 26 años. También se destaca su dilatada conciencia medioambiental y su capacidad para expresar más emociones positivas en público. En su contra, gestos recientes y confesiones, como las de su otro hijo, el apartado Enrique, por las que guarda silencio y que lo describe como un padre distante y poco comprensivo. Vida familiar como aparente talón de Aquiles desde su matrimonio fallido con Diana de Gales, también más popular que él, mientras mantenía relación íntima con Camilla Parker Bowles. Villana durante décadas y aceptada por Isabel II, siete meses antes de su muerte, como futura, hoy presente, reina consorte. Tablero real a medida de un heredero post Brexit y en tiempos de inflación y guerra con Rusia desde Ucrania.