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Manifestación contra Rousseff en Belo Horizonte - efe

Cientos de miles de brasileños piden en la calle la dimisión de Dilma Rousseff

Las protestas contra la corrupción y la gestión económica en Brasil fueron menos multitudinarias que en marzo

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Sao Paulo volvió a ser hoy el principal centro de las protestas que reclaman la salida de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y del oficialista Partido de los Trabajadores (PT). A pesar de no tener la misma fuerza que las manifestaciones del pasado marzo, los casi tres kilómetros de brasileños que ocuparon la importante Avenida Paulista fueron un buen termómetro de la impopularidad del actual Gobierno.

Las protestas fueron convocadas por grupos opositores ajenos a la política formal. Las manifestaciones de este año, a diferencia de las anteriores, tuvieron el coro que este sábado gritó «Fuera Dilma» en todo el país.

La Avenida Paulista fue totalmente ocupada por los manifestantes, y la policía informó de que sólo allí se concentraron unas 350.000 personas.

Las protestas se repitieron en más de 200 municipios brasileños.

En todos los casos, en boca de los manifestantes estuvieron las corruptelas en Petrobras, que involucran a dirigentes del gobernante Partido de los Trabajadores , y la crisis en que se ha sumergido la economía nacional, que este año se contraerá en torno a un 1,5 %.

La capital, Brasilia, apenas registró unos 20.000 manifestantes, mucho menos que los más de 100.000 de marzo. Otras ciudades relevantes, como Belo Horizonte (Minas Gerais) y Río de Janeiro, también mostraron menos fuerza. Lo mismo ocurrió en las capitales del norte del país, tradicionalmente más favorables al PT, con unos cinco mil manifestantes.

El juez Sergio Moro, protagonista de la operación «Lava-jato» (lavacoches), que investiga el escándalo en la petrolera Petrobras, fue homenajeado en varias ciudades como un símbolo contra la corrupción. Otros políticos, como el expresidente y actual senador Fernando Collor, también destacaban en caricaturas y disfraces.

Cresencio Francisco Lumes, de 71 años y vendedor de banderas brasileñas, se lamentaba de que el negocio no iba tan bien como en marzo, cuando vendió las 200 enseñas que llevaba. Pero ayer, a pesar de haber vendido tan solo una docena, era optimista sobre la repercusión que la protesta podía tener en el Gobierno. «Estamos cansados, pero mucha gente no cree que Dilma vaya a salir del Gobierno», explicaba sobre las razones que llevaron a que menos gente se acercara ayer a la Avenida Paulista.

Se sumó Aecio Neves

El opositor Aecio Neves, candidato presidencial derrotado por Dilma Rousseff el año pasado por un ajustado margen, participó de las protestas en Minas Gerais, su estado natal. Fue la primera vez que el líder del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) tomó el micrófono en las protestas de este año. «Llega tanta mentira, tanta corrupción y tanto desprecio al pueblo brasileño. Vivan ustedes. Mi partido es Brasil», gritó Neves, identificado por la mayoría de los asistentes como la principal cara contra Rousseff. Su partido, dividido sobre la destitución de la presidenta, ha preferido mantenerse al margen en las protestas.

Con la popularidad más baja en sus cinco años de Gobierno -apenas un 8%-, Rousseff siguió las marchas por televisión, junto a sus principales asesores. La presidenta recibió esta semana el apoyo de políticos aliados que quieren evitar una moción de censura, lo que le ha dado cierto alivio. Las protestas de ayer, sin embargo, a pesar de fueron menos multitudinarias, mantienen a la presidenta en alerta sobre sus próximos pasos.

Las protestas fueron organizadas por el Movimiento Brasil Libre (MBL), Vem Pra Rua (Ven a la Calle) y Revoltados On Line, que surgieron a partir de las manifestaciones de 2013 y se fortalecieron a través de las redes sociales.

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