Jorge Muñoz, pediatra: «Aconsejo a los padres que vengan a consulta con una lista de dudas»

«Doctor, ¿y ahora qué? Preguntas que solo le harías al pediatra de tus hijos», es el libro de este médico para quien la empatía es clave en su día a día

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Jorge Muñoz, pediatra
Ana I. Martínez

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Cuenta el pediatra Jorge Muñoz en su libro, « Doctor, ¿y ahora qué? Preguntas que solo le harías al pediatra de tus hijos » (Espasa), que una noche, estando de guardia, le reclamaron unos padres por un problema con la lactancia , cuyo bebé apenas tenía unas horas de vida. «No me costaba nada ir y tranquilizarles», reconoce. Al fin y al cabo, la llegada de un bebé supone un cambio muy brusco al que toca adaptarse. Cuando llegó a la habitación, el reciente papá le dijo: «Creemos que la pequeña no chupa lo suficiente. Mi mujer se lo explicará mejor».

«Y me lo explicó. Vaya si lo hizo -continúa-. La madre me contó que apenas le salía leche cuando ponía a la niña al pecho. Y que su marido había intentado chupar del pezón y tampoco salía nada , a pesar de la fuerza que hacía. En ese momento se me congeló el tiempo». Fue entonces cuando tuvo que explicarles qué es el calostro y que la lactancia lleva su tiempo: «Por mucho que se succione con fuerza, no saldrá más leche. La producción de esta necesita su tiempo. Y es muy importante dejar al bebé que lo haga. A medida que vaya succionando, las hormonas productoras de leche se irán activando cada vez, hasta que llegue el golpe de leche que, en vuestro caso, está a punto de llegar. Así que, por favor, no lo hagáis más».

Jorge reconoce que tuvo que aguantarse la risa. Y contar hasta tres para no soltar una carcajada delante de los padres «novatos». Pero como muy bien relata en el libro, aunque los padres primerizos han existido siempre, hoy se encuentran también perdidos ante el exceso de información y el miedo a equivocarse. Por ello, con su libro trata de ayudarles de una manera cercana, divertida y didáctica. A lo largo de «Doctor, ¿y ahora qué?», hace un recorrido por lo que sucede en esas visitas al pediatra en la que los progenitores dudan de todo .

«¿Mi hija no tiene el clítoris muy grande?», «Nos da dentera tocarle la cabecita por lo blanda que está. ¿Es peligroso? Además, le late algo ahí dentro», «¿La costra láctea sale porque le lavamos mal?», «¿Por qué le miras la boca si el problema lo tiene en el culete?» son algunas de las preguntas que Muñoz suele escuchar día tras día y de las que da buena cuenta en el libro.

Jorge, hablas en tu libro de la necesidad de ser empáticos con los padres. ¿Por qué? Incluso hablas de que la empatía es terapéutica

Sí, es cierto. La empatía por desgracia no se aprende en la facultad. En parte, naces con ella, es algo como que viene en ti, pero también hay que trabajarla con el tiempo. Hay que saber o aprender a escuchar, ponerte en el lugar del otro, mirar a la cara, coger la mano de los padres de ese niño enfermo... Este tipo de cosas son terapéuticas tanto para los padres como para un adulto enfermo. Para mi, es importante que vean que les estás escuchando, que no le vas a firmar una receta sin mirarle prácticamente a la cara, que das la bienvenida cuando entran a consulta. Tiene un componente importante parecido al efecto placebo.

Aseguras también que es muy importante generar un clima de confianza con las familias. Conseguir que los progenitores confíen en su pediatra. Con la pandemia, ¿esto ha cambiado?

Por supuesto. Es esas épocas de confinamiento absoluto tuve la suerte de trabajar por videollamadas o llamadas apoyando a las familias. Incluso en la distancia ya estaba haciendo un trabajo de empatía, de saber escuchar... La vuelta a la consulta ha sido algo maravilloso. Era muy necesario porque hay momentos en los que la exploración es vital. Ya son dos años largos y tengo pacientes a los que no he conocido sin las mascarillas.

¿De verdad aconsejas a los padres que se hagan una lista con las dudas para que te las consulten? Hay quién irá con unas cuántas hojas...

Sí, sí. Por supuesto. Ya incluso con la letra que tienen, el número de preguntas, cómo traen las hojas... ¡adivino hasta la profesión! Y si no me las traen, aconsejo que lo hagan. También les insisto mucho en que no hay una pregunta tonta . Aunque esto a muchos médicos les pueda «tocar el pie», es algo importante. Yo quiero que las familias salgan de mi consulta sin dudas . Es la pediatría que intento hacer. Incluso, doy mi móvil.

Cuentas también el caso de un padre que succionó el pezón de su mujer, recién parida, para comprobar que salía leche y asegurarse de que la bebé se alimentaba. Estoy segura que no fue el primero ni el último...

¡Es alucinante! Seguro que no ha sido el primer padre. Lo hicieron de modo instintivo. De todas formas, he de decir que en consulta no recibo muchas dudas acerca de la lactancia materna. Y es normal. Las matronas son las que suelen ocuparse de ello y, bajo mi punto de vista, las madres vienen cada vez más informadas del tema: saben qué es el colecho, los agarres, etc. Solo me consultan cuando el bebé no coge peso.

Fiebre. Es otro de los temas que abordas. ¿Por qué preocupa tanto a los padres? Muchos llaman al pediatra en cuanto el pequeño tiene unas décimas.

Es, junto al atragantamiento , que también trato en el libro, una de las cosas que más veo. Siempre explico a los padres que la fiebre es un mecanismo defensivo natural para acabar con el 'bichito'. Lo que pasa que afecta al estado general del bebé porque deja de comer y eso les asusta. A mi no me preocupa que no coma. Lo importante es que no deje de beber y que haga pipí. Si el pequeño lleva dos días con fiebre, que no se controla, conviene hacerle una revisión. Y todo ello hay que explicárselo a los padres con tranquilidad.

Atragantamiento. Menudo tema que también hablas en el libro. Los padres, cuando el bebé ya va siendo algo más mayor, suelen tener una constante preocupación con esto.

Sí, cuando ya pueden empezar a comer entero, a partir de los seis meses, hay familias que optan por el BLW, que ha de hacerse correctamente, con trozos grandes. Si esto va a generar en los padres un estrés añadido, los progenitores han de saber que hay más vías: si no están seguros de hacer BLW, que le den purés y de vez en cuando pequeños trozos de comida. Eso no implica que no sepan hacer las maniobras de primeros auxilios de las que hablo en el libro por si el bebé se atragantara en algún momento.

Otra cosa es que los niños, cuando ya gatean, puedan meterse cuerpos extraños: comer una moneda o lo que sea. Entre los 2 y 4 años, la principal causa de mortalidad son los accidentes domésticos. He ahí el papel del pediatra, una vez más, de apoyo a los padres, de aconsejarles cómo evitarlos.

Tema mocos. No hay bebé que, yendo a la guardería, no ande todo el día con «las velas» colgando de septiembre a junio. Es otra cuestión que preocupa

Sí, es similar a la fiebre. Los mocos son una barrera natural para que no entren lo microbios. Y claro, causan malestar porque el bebé no respira bien. Además, en las escuelas infantiles hay muchos virus, sobre todo respiratorios. Aquí, es importante explicar a los padres cómo hacer los lavados nasales. Y sí, mientras estén en guardería, tu pequeño tendrá mocos. Por eso se les llama «mocosos». Es algo que no debe de preocuparnos en exceso a no ser que el pequeño sufra otitis frecuentes.

«El fascinante mundo del pito», «El testículo en ascensor», «Vulvovaginitis», «Sinequia vulvar», son capítulos del libro. Cuando los padres tienen un niño, saben que con el pito algo tienen que hacer, pero saben qué ni cómo. En cambio, con las niñas, nadie se plantea nada. ¿Por qué se habla más del pito?

Pues tienes razón. En consulta veo que preocupa más el tema pito que el tema vagina . Es así y no sé por qué. Y eso que que los genitales femeninos también tiene su cosa . Parece que al pito se le tiene más respeto . Y, en general, la madre siempre pasa «el marrón» al padre.

Hablas también de la muerte súbita del lactante. Cuando una madre da a luz, una de las cosas que más obsesionan, es que el bebé respire. Cuando está durmiendo, los progenitores le miran para ver si respira o le tocan para palparle la barriguita... ¿por qué obsesiona tanto?

Como otros temas de la medicina, ha tenido épocas en las que se conocía más o menos. Sí es cierto que existe, está ahí, pero la muerte súbita del lactante es muy poco frecuente . Y sí tiene mucho que ver la postura de dormir del pequeño. Por ello la recomendación a la hora de dormir se cambió hace dos décadas: hoy se recomienda que duerman boca arriba y no boca abajo. A lo largo de esos años, se vio cómo la incidencia bajó.

En este aspecto, hay que tranquilizar a los padres. Siempre hay que poner al bebé boca arriba o de costado a la hora de dormir. Después, cuando hacia los 3-4 meses el bebé ya tiene fuerza en la cabeza y es capaz de levantarla, pueden dejarle boca abajo. Muchas veces me dicen los padres que el bebé solo quiere dormir boca abajo, que boca arriba no se duerme... y les genera un estrés. Si duerme boca arriba, perfecto. Pero si ya levanta la cabeza y a ratos está boca abajo, no pasa nada. No hay que ir inmediatamente a cambiarle de postura y que se despierte.

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