María José Cantudo: «Soy de las actrices que menos han enseñado»

Fue una escena tan efímera como impactante. Apenas unos segundos para hacerse un hueco en la historia del cine español moderno. El cuerpo desnudo de una jovencísima María José Cantudo se dibuja en el espejo de un armario en la película «La trastienda» (1976), de Jorge Grau. Han pasado más de cuarenta años, pero la imagen sigue grabada a fuego en la memoria colectiva por ser la primera vez que una mujer aparecía despojada de toda su ropa en la gran pantalla. La actriz quedaría bautizada para siempre como «la musa del destape», una etiqueta de la que siempre renegó. «Yo no soy la musa del destape. ¿Por qué no se lo dicen a Ana Belén, que ha hecho cosas más fuertes? La única que no ha hecho prácticamente destape soy yo.

Siempre he protagonizado unas escenas muy estéticas y etéreas. A lo mejor se me veía a través del mar o en una ducha, pero nunca revolcándome en la cama con un señor o dándome besos. Soy de las actrices que menos han enseñado», relata María José en una galería de la madrileña calle de Velázquez donde presenta su libro «La trastienda de un actriz» y ha puesto en venta algunas antigüedades y objetos personales con fines benéficos.

¿Y qué hay en la trastienda de una actriz? «Mucho trabajo, esfuerzo e ilusiones. En aquella época tenías que valer, no como ahora, que se puede empezar solo por ser la novia de alguien», comenta la artista de 65 años, sin morderse la lengua. Aprovecha la pregunta para desvelar otro de sus secretos mejor guardados. «En algunas escenas en las que aparecía desnuda usaba dobles. Por ejemplo, en “Marcada por los hombres” no era yo. Siempre he sido muy pudorosa. Cuando grabé la escena de “La trastienda” lo pasé mal y pedí al equipo que se saliera para quedarme solo con el cámara».

Alejada de los focos, María José vive ahora volcada en su pasión por las antigüedades y las obras de arte. Confiesa que le gustaría producir una alta comedia, aunque para ello debe vender antes su casa de Serrano. «Aún no he encontrado comprador. La gente me ofrece cuatro duros y yo de un tope no la bajo». A diferencia de otras artistas que no supieron gestionar sus fortunas, ella ha sido más previsora. «He invertido parte de mis ganancias para que el día de mañana no me falte de nada. Tampoco soy una mujer que gaste mucho. Mi capricho es un cuadro o unos candelabros, sabiendo que un día podría venderlos».

La vida sentimental de María José se hilvana con tres hombres: Manolo Otero, padre de su hijo Manuel; Pedro Ruiz y Enrique Cornejo. Los tres le fueron infieles, pero ella nunca les pagó con la misma moneda. No se plantea darle otra oportunidad al amor. «Me resisto a una nueva pareja. Tengo la sensación de que las parejas anteriores no fueron las adecuadas. Llevo catorce años sin tomar café con un señor y no tengo necesidad».