Ana Obregón
Ana Obregón - archivo abc/ e. Agudo
UNA IMAGEN...

El cumpleaños del biquini

Ana Obregón se ha empeñado, durante épocas, en ser ella el verano. Este de hoy, que recordamos, va fechado en el estío de 2001 y sucedió en Mallorca

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El verano es de las muchachas, y el biquini, en la famosa, es la noticia de cuando no hay noticia. Pero Ana Obregón se ha empeñado, durante épocas, en ser también el verano. A esta chavala acaso le falten algunas cosas, pero el tesón nunca. Quiero decir que el verano es la resurrección de la carne, mayormente de la celeste carne de ninfa, y Obregón se ha apuntado mucho al momento, porque gusta de gastar tres harapos de quinceañera para ir vestida o desvestida por la vida. Otro asunto es que el verano se siga apuntando a ella, que ya sospechamos que más bien poco, o nada, porque se acabó, en ella, el posado de biquini, que en ella es trapo jovial y reincidente.

Este de hoy, que recordamos, va fechado en el estío de 2001, y sucedió en Mallorca, en la Costa de Los Pinos. Es uno más del mucho menú de posados de este género de Obregón, que convidaba cada año a biquini a todos los reporteros de la zona, igual que Antonio Banderas convidaba a jamón a los fotógrafos, en Marbella, si venía con Melanie Griffith. Obregón le pilló tanto gusto al show del biquini anual, que nos obsequiaba con el posado incluso cuando ya nadie se lo pedía. No digo yo que sea el caso del posado que glosamos, porque aún la vemos potable, y capaz de mucha coreografía, mientras le da vuelta y vuelta de escaparate a la osamenta.

Pero quizá tardó demasiado en cumplir su último posado de biquini, que lo mismo hasta aún está por llegar, porque con ella nunca se sabe. En todo caso, Obregón nos ha alegrado los veranos con su biquini inaugural, que resultaba doblemente inaugural. Inauguraba la temporada de vacaciones, en general, y también inauguraba a la propia Obregón, en particular, porque lo mismo aprovechaba la cita para hablarnos de un novio en curso, o para saludar la soltería. El biquini viene a ser fondo de armario, con lo que es vida privada, o íntima, porque un biquini tiene a veces más intimidad con la propietaria que un novio. E incluso más antigüedad. Lo que vengo a apuntar con esto es que Ana Obregón nos presentaba cada año un biquini distinto, como la que presenta a un novio a la orilla del mar. Así, casi arriesgaría yo que nos salen más biquinis que novios, y eso que Obregón no ha salido una guapa de vivir muy parada en un mismo hombre.

Hubo un tiempo, éste del retrato, en que el verano lo izaba Obregón en Mallorca, con la bandera escueta de su biquini. Se añora a ratos esa época extinta, sobre todo porque todos éramos más jóvenes, empezando o acabando por el biquini, que celebraba cada año, en el posado, una especie de único cumpleaños con coro de alegrón de fotógrafos.

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