El futbolista del Bayern Xabi Alonso
El futbolista del Bayern Xabi Alonso - efe

No sin su barba

El vello facial dota a los hombres de un aspecto desaliñado que vuelve locas a las féminas

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Nos gustan los barbudos. El creciente éxito (y atractivo) de Jamie Dornan va en paralelo con la creciente (y atractiva) barba que se ha dejado, tras protagonizar la película más sonada de este invierno. Hombres como él son los «culpables» de que este look lleve ya varias temporadas inundando la calle, las pasarelas y la red. Incluso las páginas del couché parecen catálogos de barbas. La gama es amplísima. Cool, como la que muestra Alasdhair Willis, el flamante marido de Stella McCartney; de tres días, como la característica del exmadridista Xabi Alonso; pelicana, como la que luce el Mad Men Jon Hamm o al más puro estilo hipster, como la lleva Justin O’Shea, el «coolhunter» de mytheresa.com.

El vello facial dota a los hombres de ese aspecto desaliñado que les hace irresistibles para las mujeres.

Despiertan tantas pasiones que se dice que la actriz Jennifer Garner le afeitó su perfecta barba a Ben Affleck la misma noche que le entregaron el Oscar por «Argo», porque estaba demasiado seductor para las demás féminas. Pero este poder de atracción no es casual.

Los estudios dicen que cuanto más testosterona, más rápida y tupida es la barba. Y el biólogo evolucionista israelí Amotz Zahavi asegura, en sus estudios sobre el comportamiento para atraer posibles parejas, que representa una señal de fuerza y plena forma física. Esto motiva a los hombres a no afeitársela. En la misma línea están otros biólogos como William Hamilton y Marlene Zuk, que publicaron en la revista «Science» que llevar barba es una forma de demostrar el buen estado de salud, ya que históricamente el pelo de la cara (y del cuerpo) albergaba parásitos.

En cuanto al tamaño, sí importa. Lo demuestra otro trabajo realizado por los psicólogos Barnaby Dixson y Paul Vasey de la Universidad de Northumbria (UK) que concluye que las mujeres ven a los hombres con barbas pobladas y largas más masculinos, aunque también más agresivos, mayores y maduros.

También es un complemento de moda, como en el caso de los hipster, cuyo primer mandamiento es: te dejarás barba, pretendidamente descuidada, cual lobo de mar. O de los «lumbersexuales» (lumber significa leña), esos hombres que visten camisas de cuadros, vaqueros desgastados y una barba muy poblada y desaliñada.

Lo que no se lleva es el estilo «homeless». La pulcritud es una máxima. Según la doctora Natalia Ribé, del buen estado del cutis dependerá el buen aspecto y el crecimiento del pelo. «Antes de dejárselo crecer, los hombres deberían hacerse un peeling químico que estimule la renovación celular, una hidratación a fondo y unas infiltraciones de vitaminas, antioxidantes y ácidos grasos, para crear más colágeno». Esta doctora afirma también que el «pelo de la barba al ser más grueso y la piel que la cubre más sensible requiere cuidados diarios de limpieza, nutrición y protección». Aquí entran los hábitos de higiene que hay que adoptar. Las tres reglas de oro son lavar con champú, secar con secador a temperatura media y nutrir con aceite o crema para suavizar el pelo.

El maestro barbero Roberto Martín, del salón Malayerba de la Plaza del Dos de Mayo, recomienda aplicar su elixir Daoíz, «que además de acondicionar aporta brillo y mantiene limpio el pelo por más tiempo». ¿Las claves del perfecto «grooming»? Utilizar un aceite específico durante las tres primeras semanas para calmar el picor y no darle forma a la barba hasta pasados tres meses, porque no tendrá volumen suficiente.

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